MALDITO AMOR

Mientras tanto, Aiden observaba con ansiedad el reloj de su muñeco, el cual indicaba qué faltaba poco para las cinco de la mañana. Maldecía para sus adentros la tormenta que hacía poco había cesado y lo había retenido en el aeropuerto.

Deseaba poder ver a Rose y asegurarse de que estuviera a salvo. Pero ninguna de sus llamadas o mensajes eran respondidos. Sin nada más que poder hacer, esperó hasta que el avión aterrizara para seguir intentando comunicarse con su sobrina.

El cuerpo de Aiden temblaba, sin haberse preparado para el frío que habría en la ciudad, mientras Anna gestionaba que le dieran unos abrigos en lo que llegaban a buscarlos. Así, luego de varios segundos, abrigos en mano, Anna se acercó mientras hablaba por celular.

—Ya vienen por nosotros, amor—le dijo mientras pasaba su abrigo—tranquilo, Aiden. Las primeras noticias en saber son las malas, ¿No?

—Sí—solo se limitó a responder—y gracias.

—¡Ay, cariño!—dijo Anna mientras acariciaba su mejilla—¡Me duele, verte tan destruido! Ya vas a ver que vamos a encontrar a Rosemary.

Aiden solo se dejó abrazar por su prometida, aunque estuviera pensando en Rosemary. Luego de varios minutos esperando en el aeropuerto, una camioneta brindada y varios operativos de seguridad fueron a recogerlos. Una vez dentro, seguía sin poder relajarse un poco.

—¿Ese no es tu celular, amor?—preguntó Anna.

Enseguida revisó el mismo, notando que había puesto en silencio por error el mismo. No obstante, la vibración de su celular le devolvió un poco el color a su rostro al ver que era una llamada entrante de la aplicación de mensajería por parte de Rosemary.

—¡Rose!—gritó después de contestar la llamada—¡¿En dónde estás?! ¿Por qué te fuiste?

—Buenas noches, señor. Soy el detective Harrison—la voz de un hombre fue la que respondió—¿Me comunico con algún familiar de la dueña de este teléfono?

—Sí, señor—respondió al borde del colapso—soy Aiden, su tío, ¿ha ocurrido algo?

—Señor Aiden, ¿puede dirigirse a la comisaria de Dublín?—le preguntó serio—necesitamos hablar con usted.

—Sí, voy en camino—dijo antes de que la llamada se colgara.

Indicándole a Anna el cambio de planes, esta le dijo al conductor que condujera a la comisaría y no a la residencia de estudiantes. Todo aquello para Aiden se sintió en cámara lenta, incluso podía escuchar los propios latidos de su corazón.

Una vez la camioneta llegó a la comisaria, sin esperar por su prometida, Aiden bajó y corriendo todo lo que pudo, entró al vestíbulo del lugar. Sintiendo como incluso sus oídos se congestionaban, se acercó a la recepcionista y le preguntó por el detective Harrison.

—¿Se encuentre bien, señor?—preguntó la recepcionista al ver lo pálido que estaba—¿señor?

—Yo...—respondió Aiden—soy el tío de Rosemary...

—Yo me encargo, Lara—la voz del detective resonó a su lado.

El detective de inmediato lo recibió, intentando que este se sentara, pero Aiden se negó. Lo único que deseaba saber era sobre su sobrina, y la razón por la que ese hombre tenía el celular de este.

—Señor Aiden—dijo mientras lo guiaba por varios pasillos atiborrados de personas llorando—hubo un accidente en una de las autopistas, un camión cisterna se volcó y provocó una explosión que afectó a varios coches circundantes. Entre las pertenencias de una de las víctimas encontramos un bolso con el celular que lo contacté.

El corazón de Aiden comenzó a palpitar con lentitud, mientras sentía que todo eso era una pesadilla. Siendo guiado por el detective hasta una de las salas privadas, encontró en una mesa, envuelto en una bolsa de evidencias, el bolso de Rose y el celular de esta.

—¿Dónde?—preguntó desconsolado—¿Dónde está?

—Lo que creemos es su cuerpo está en la morgue—fue sincero mientras lo ayudaba a sentarse—necesitamos que la reconozca. Sin embargo, por el estado de su cuerpo...será necesario una prueba de ADN también.

—Está bien—respondió quedándose en silencio.

Anna, sin saber lo que había hablado con el detective, se aseguró de que su plan fuera a la perfección. Sin embargo, al momento de entrar a la comisaría, no se le permitió el paso. Frustrada, tuvo que esperar hasta que Aiden le diera el paso.

Para su disgusto, cuando al fin pudo llegar a la sala que lo habían llevado, topándose con una enfermera que llevaba un maletín con muestras, lo vio llorando, con el corazón destrozado, sosteniendo con fuerza las cosas de Rosemary.

—¿Cariño?—preguntó.

—Yo te amo Rose—susurró entre lágrimas—¿Por qué me dejaste?

Aiden no se había dado cuenta de su presencia, por lo que dijo aquello que mantenía encerrado en lo profundo de su corazón. No obstante, Anna, quien tenía una cara preocupada en un principio, cambio de semblante ante sus palabras.

"Te haré olvidarla" pensó mientras lo observaba sombríamente "¡Eres mío! ¡MÍO!"

Recuperando un poco la compostura, falsamente se acercó hasta él para abrazarlo e intentar consolarlo. No obstante, manteniendo oculta su sonrisa en el cuello de este. Al fin se había liberado de aquella mocosa, ahora Aiden solo la miraría a ella.

—Cariño—susurró levantando un poco su rostro—estoy contigo, ¿lo sabes?

Aiden solo se limitó a asentir, dejando que Anna lo abrazara. Sabía que debía controlarse, pero el saber que por un cambio que él provocó en la historia le había arrebatado la vida a la hija de su querido hermano, había destrozado por completo su corazón.

"Lo siento" susurró con lástima para sí mismo "no pude protegerla, ¡soy un inútil!"

Luego de varias horas de espera, mientras Anna buscaba algo para almorzar, Aiden recibió una respuesta inmediata por parte del laboratorio de la comisaría: en efecto, el cuerpo encontrado había sido el de Rosemary.

Aturdido, el detective lo autorizó a ir a la morgue de la comisaría, donde, en aquel oscuro y frío lugar, en compañía del médico forense, el cuerpo de su sobrina fue liberado de la camilla en la que estaba.

—Lo dejaré unos minutos a solas—le dijo el médico.

Aiden se acercó al cuerpo carbonizado de Rosemary, el cual solo tenía de reconocible su bella cabellera rubia. Soltando al fin unas cuantas lágrimas, acarició con suavidad aquel cabello que tanto le gustaba.