Serafina Brooks. Nunca se imaginó después de una tranquilidad y divertida noche. En el transcurso a su casa seria secuestrada y vendida a unos de los hombres más ricos de Medio Oriente.
Lo que ella nunca espero que se enamoraría el bastardo cínico y de corazón frío que la compró como si fuera una cosa. Odiara a ese hombre, lo aborrece por hacerla sentir cosas que no debería en sus circunstancias.
Pero usará ese enamoramiento enfermizo en una escapatoria para su libertad. Desear a ese bastardo ya es bastante malo. Necesitarlo es repugnante.
¿Podrá la lujuria y la obsesión ser más fuerte de su deseó de volver a casa o se convertía en algo mucho peor?
Es un pajaro bonito en una jaula dorada. Un pequeño secreto sucio. Pero cuando la jaula se rompe. ¿Podra aprender a vivir sin ella? ¿Sin él?
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CAPITULO 18 *VIVO PARA COMPLACERTE*
...BUENA CACHORRA...
...SERAFINA...
Aparentemente, cuando Malek dijo "más práctica" lo decía en serio.
Durante los días siguientes, me encontraba practicando al menos dos veces al día. Al imbécil ni siquiera le importaba lo que estuviera haciendo o si el momento era un inconveniente para mi.
Esta mañana, tuve que renunciar al desayuno y chuparle su pęnę mientras el bastardo se sentaba en la cabecera de la mesa, bebiendo casualmente su café y haciendo algo en su teléfono.
Lo exasperante fue que me gustaba.
A una parte de mí le gustaba que lo trataran como una calientapøllas, algo en lo que Malek podía meter su pęnę y usarme.
Estaba furiosa por su actitud irrespetuosa y desdeñosa, pero cada vez que decía que me arrodillara ante él, mi cabeza rápidamente se nublaba por la excitąciøn. Lo odiaba y lo amaba. Odiaba lo que este hombre me hizo, la forma en que mi mente y mi cuerpo se debilitaban por el placer de ser utilizados.
El placer de ser Dueño. De hecho, me excitaba la idea de que él fuera mi dueño. Era profundamente humillante y repugnante... cuando pensaba en ello después.
Me importaba un carajo mientras sucediera en realidad.
Gęmí alrededor de la pølla en mi boca, mis manos agarrando los musculosos y firmes muslos de Malek. La tela del thobe que cubría parcialmente mi cabeza, haciéndome casi asfixiarse por el calor, pero no podía importarme, perdida en la sensación de estar siendo jodida en la boca.
Me encantaba incluso el peso controlador de la mano de él en mi cabeza. Aunque la tela no me permitía sentir la mano desnuda de Malek, la experiencia de estar confinada bajo su thobe y verme obligada a chuparle su miembrø mientras cualquiera podía entrar a la habitación era profundamente excitante.
Me moví, frotando mi dolorido cøñø contra su tobillo. Pero la vergüenza no pudo penetrar la niebla de excitąciøn en mi mente.
La presión de su mano sobre mí cabeza aumentó. Sus caderas se flexionaron, empujando su pęnę hacia el acogedor calor de mí boca. Oh Dios, sí, sí, más...
Mi boca se llenó de sęmęn salado y tragué con avidez. Tan bueno. También casi había llegado...
—Detente —ordenó, sonando sólo un poco sin aliento.
Me congelé en medio de mi corrida, desorientada y tan excitada que estube a punto de llorar.
—No dije que pudieras usarme para correrte — Refunfuña, empujándo su thobe fuera de mi cabeza.
El aire fresco no enfrió mi deseo en lo más mínimo. Miré aturdida su rostro, jadeando como si hubiera corrido un maratón.
—Por favor —gruñí, antes de que pudiera detenerme.
Su expresión era... extraña, sus ojos recorriendo mi rostro acalorado. Presione mi mano contra su palpitante erección, necesitando tanto alivio que ni siquiera me sentí avergonzada.
La mirada del hombre siguió mí movimiento. Sus labios se torcieron burlonamente.
—Vas a hacer un desastre. Colócate en la alfombra.
Obedecí apresuradamente, gimiendo mientras mi mano recorría mi entrada mojada. Ya casi, ya casi.
Cayendo hacia adelante, acaricie su miembrø medio duro y succione la punta nuevamente dentro de mi boca, ignorando el silbido que él dejó escapar. Empujé mí excitąciøn aún más alto-el sabor de su pølla gastada y me corrí así, gimiendo alrededor de su pęnę en mi boca y derramándome por todo el suelo.
—Tu técnica aún necesita mejorar —mencionó después de un momento, volviendo a
acomodarse.—Pero estás mejorando.
Me estremecí de placer, odiando cuánto me afectaba incluso el más mínimo elogio de este hombre. Dios, deseaba haber descubierto este problema en particular antes de conocerlo; entonces la experiencia tal vez no hubiera sido tan abrumadora y desorientadora.
—Vivo para complacerte — Respondí con sarcasmo forzado, tratando de salir de ese estado. Contrólate, maldita sea, antes de agradecerle por el privilegio de chuparle la pølla.
—Lo sé.—Responde, poniéndose de pie y mirandome con leve desaprobación. —Arregla tu ropa antes de que mi personal te vea media desnuda—. Susurró con dureza. —Y limpia el desastre que hiciste.
Me sonroje y lo miré hoscamente.
—Sí, amo —gruñí. Intenté hacerlo. El Amo salió un poco equivocado, un poco desafinado o demasiado genuino.
Nos miramos el uno al otro.
Me sentí muy rara. Yo quería...
—Quiero un perro—solte diciendo lo primero que sé me vino a la cabeza. Fue completamente estúpido, pero era mejor que decir algo más estúpido. Como pedir un beso.
—Un Perro—repitió, como si nunca hubiera escuchado la palabra.
—¡Sí, un perro! Tenemos una perrita en casa: la Sra. Shannon, y la extraño. Exijo una perrita por ser tan cooperativa. Prometiste que mejorarías mi vida si cooperaba. Necesito una perrita para acariciar.
La mirada incrédula que Malek me dio casi hizo que me riera. En cambio, sonreí.
Sacudiendo la cabeza, Malek miró hacia otro lado y salió de la habitación.
...********...
Me había olvidado por completo de mi petición espontánea hasta que vi la jaula que Malek llevaba en sus manos cuando entró a mi habitación esa noche.
—¡Oh, Dios mío! — No lo podía ni creer.
Mirándome sombríamente, Malek casi dejó caer la jaula en sus manos.
—¿Es esto suficiente?
"Esto" era una pequeña perrita de color amarillo con los ojos color castaños claro más bonitos que había visto jamás.
Parecía absolutamente adorable. También parecía ridículamente caro. Si podía identificarla bien era un labrador.
—Te preguntaría por qué pones a un diminutiva pobre perrita indefensa en una jaula, pero en realidad eso es totalmente propio de un monstruo como tú, así que no lo haré.
Los labios del hombre se torcieron.
—Me alegro de estar a la altura de tus expectativas, pero eres más una cachorra que una gatita. Y la "pobre perrita indefensa" me rasguño la mano hasta sacarme sangre.
Sonreí
—Bien. Ya la amó.
—Estás sonriendo demasiado últimamente.
Sonreí más ampliamente, sólo para molestarlo.
—Lo siento, amo. ¿Debería pedir permiso antes de sonreír?
Se limitó a mirarme durante un largo momento, con expresión tensa. Por fin miró su reloj.
—Tengo unos minutos de sobra para tu práctica.
Puse los ojos en blanco. Unos minutos de sobra, cierto.
Malek arqueó las cejas expectante.
—¡Ah bien! —Dejé caer la jaula sobre la cama, y me arrodillé, alcanzando la cremallera de Malek.
Después, me dio unas palmaditas en la cabeza y dijo con sarcasmo:
—Buena cachorra.
Fruncí el ceño, lamiendo el sęmęn de mis labios.
—No me llames cachorra después de que acabo de chuparte la pølla. Es raro.
Malek me tomó la barbilla con su mano y la levantó.
—Te llamaré como quiera — Refutó, inclinándose.
Asentí aturdida, mirando su boca.
Mis labios se separaron y me incliné hacia adelante...
Malek me soltó abruptamente y se enderezó. Su expresión se cerró y salió de la habitación.
Como siempre. Inmediatamente sentí como si el mundo se reorganizara a mi alrededor ahora que no había un pilar con forma de Malek en mi. La sensación era desorientadora, como si estuviera despertando de un sueño extraño.
Me puse de pie y parpadeó sin comprender hacia la puerta, apenas reprimiendo el ridículo impulso de ir tras de él.
Como un maldito cachorro siguiendo a su dueño.
Una ola de autodesprecio me invadió.
Jesús. Necesitaba poner fin a esto.
Antes de que realmente comenzara a pensar en mi misma como la mascota de Malek.