Adriano Mancini, un mafioso de Sicilia, dueño de varios casinos, frío y despiadado, le hará una propuesta a Alice, una bella joven que acaba de entrar en uno de sus casinos para ayudar a su hermano que ha contraído una elevada deuda de juego.
Alice tendrá que elegir, o firma el contrato de matrimonio, o su único hermano muere.
El sueño de Adriano es ser padre, pero quiere una mujer pura, que dé a luz a su hijo, con un pasado que no le gusta recordar, se niega a volver a amar a una mujer, pero será imposible luchar contra el amor que sentirá por Alice, su esposa por contrato.
Una historia de amor de un gángster con un corazón tan frío como el hielo, que acabará derritiéndose por su mujer que para él, sólo era un contrato.
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Capítulo 6
Adriano va a la cocina y se acerca a Alice que estaba distraída separando su almuerzo para llevarlo al trabajo.
Le toca la cintura por detrás asustándola, con voz gruesa, le dice:
-No tienes que llevar nada bonito, te llevaré a un restaurante a la hora de comer.
Se dirige a él y le pregunta:
-¿Tengo que comer contigo?
-Es mi mujer, preciosa, si quiero que te quedes conmigo todo el día, lo harás. Estaba pensando que me alejarías de ti... No te preocupes, no dejaré que me eches de menos -dijo.
-Sólo me casé contigo para salvar a mi hermano, así que no esperes que yo también me enamore, eso no va a pasar -dijo-.
-No te pido que te enamores de mí, pero mientras estemos casados, tendrás que ser una actriz modelo, mis padres vienen de Chicago, de casa de mis tíos, así que aunque no estés enamorada, tendrás que convencerles de que me quieres, ¿lo entiendes?
-No tengo elección, ¿verdad? -preguntó.
-¡Por supuesto! No lo creo", dijo él, tocando su pelo.
El corazón de Alice comenzó a acelerarse, él la estaba mirando a los ojos y esto la hizo sentir avergonzada, así que rápidamente apartó la mirada, Adriano le tocó la barbilla y giró la cara de Alice y le dijo:
-No mires hacia otro lado mientras estoy frente a ti, eres mía, así que quiero toda tu atención mientras esté cerca.
-Está bien señor, ¿puedo también respirar en su presencia? -preguntó sonriendo.
-Hoy estás lleno de ti mismo, ¿no? -Sube a cambiarte, te dejaré en la empresa -dijo.
-Ya estoy lista -dijo-.
-No vas a ir con este conjunto, ponte uno de los que te he comprado, son tuyos, así que asegúrate de llevarlos todos- dijo.
Ella intenta pasar y él, que estaba con las manos en la pared y ella atrapada entre la pared y Adriano, dice:
-Entonces necesito que me dejes pasar.
-No hasta que me des un beso -dijo-.
Alice se acerca a él y lo besa, luego le muerde los labios inferiores.
Ella sale corriendo y él grita:
-Vas a pagar por hacer esto Alice.
Lorenzo entra en la cocina y dice:
-Cálmate hermano, deja de tener este momento en tu habitación, no es bueno que estés gritando a tu mujer cerca de los empleados.
-¿Qué quieres Lorenzo? -preguntó enfadado.
-Qué sabes de Eugenia, pensé en llevarle algo, un ramo de flores tal vez, pero no importa, si ni siquiera puedes complacer a tu esposa, no eres mejor para darme consejos que para dárselos a una mujer- dijo.
Adriano se acercó a su hermano y le dijo:
-Eugenia no te dará una oportunidad, ni aunque le des las flores de todas las floristerías de Sicilia.
-Gracias por tu apoyo, ni siquiera sé cómo has conseguido casarte con Alice, no entiendes nada de mujeres-dijo Lorenzo.
Unos minutos después...
Alice baja toda vestida y Adriano admira a su mujer, con un pantalón social y un traje azul, una blusa blanca con dos botones abiertos, se acercó a ella y tocó la blusa que llevaba y cerró los botones que estaban abiertos y dijo:
-Si quieres mostrar tu cuerpo que sea en nuestro dormitorio, estaré encantado de ver cada parte de ti que hay debajo de esta ropa.
-¿Podemos irnos? -preguntó Lorenzo.
Los tres suben al coche, Alice va detrás con Adriano y Lorenzo al lado del conductor.
-Alice, ¿qué le gusta a tu amiga Eugenia? -pregunta Lorenzo.
-No tengo nada contra ti, pero no creo que seas su tipo -dijo Lorenzo-.
-No he preguntado si soy su tipo, sólo quiero saber qué le gusta -dijo Lorenzo.
-No soporta a los hombres que se le insinúan, odia recibir flores, y no es el tipo de mujer a la que le gustan las joyas y los regalos que suelen gustar a otras mujeres, le gusta tomar la iniciativa en todo.
-¿Está saliendo con alguien? -preguntó Lorenzo.
Alice se echa a reír y dice:
-La conozco desde hace cuatro años, nunca ha estado más de dos meses con el mismo hombre.
Alicia sabía por qué Eugenia no se involucraba con ningún hombre en una relación seria, pero esto no se lo diría a su cuñado.
-Gracias por ayudarme, ya sé lo que tengo que hacer- intervino Lorenzo.
-Pensé que te ibas a rendir-dijo.
-Si hasta mi hermano pudo casarse, ¿por qué iba a renunciar a invitar a salir a tu amiga? No conoces a los Mancini, no renunciamos a lo que queremos, no hasta que conseguimos lo que queremos -dijo Lorenzo.
Sigue...