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Mrs. Handford

Mrs. Handford

Status: Terminada
Genre:Completas / Casos sin resolver / Secuestro y encarcelamiento / Melodrama
Popularitas:2.7k
Nilai: 5
nombre de autor: B. J. WINTER

Elizabeth Handford vive en la casa del frente, es una mujer amable, elegante, pero sobre todo muy hermosa.

La señora Handford ha estado casada dos veces, pero sus dos esposos ahora están muertos.

Sé que oculta algo, y tengo que descubrir qué es, especialmente ahora que está a punto de casarse de nuevo.

NovelToon tiene autorización de B. J. WINTER para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.

9: Voces en duelo

Después de dejar el auto de la señora Handford en el estacionamiento del lugar, ambas comenzamos a caminar hacia el interior del enorme cementerio que se alzaba ante nosotras, bajo un cielo nublado y opaco que indicaba la proximidad de una tormenta. Nuestros zapatos negros de tacón alto hacían eco al chocar contra la grava mientras nos dirgíamos hacia la zona del funeral, recorriendo escalofriantes pasillos llenos de lápidas. Cuando comenzamos a escuchar murmullos a lo lejos supimos que estábamos cerca del lugar que buscábamos.

Cruzamos una enorme entrada abierta, saliendo a la parte descubierta del cementerio, con un gran prado verde que se extendía hasta perderlo de vista. Allí, rodeado por un amplio grupo de personas, se encontraba el féretro, posicionado sobre barras metálicas que lo mantenían firme encima del gran agujero en la tierra, donde sería sepultado en pocos minutos. Entre la multitud pude ver a Joe Perlman, tan atractivo como la primera vez que hablamos, y con una mirada totalmente inexpresiva. En cuanto su mirada se encuentra con nosotras, le dice algo a un par de ancianas que hablaban con él, y después comienza a caminar en nuestra dirección.

–¿Cómo estás? –le pregunta Liz en cuanto él ya se encuentra parado a pocos metros de distancia. Ella le extiende un hermoso ramo de flores blancas, que él recibe con una pequeña sonrisa que, más que alegría sólo muestra un dolor que no quiere dejar salir frente a nosotras.

–Lo mejor que puedo –responde con voz queda. Su mirada finalmente se encuentra con la mía, dejándome paralizada al observar esos relucientes ojos azules–. Señorita Hudson.

–Señor Perlman –extiendo mi mano, la cual él estrecha con educación–. Lamento mucho su pérdida.

–Me alegra que estén aquí –dice él, ahora con una sonrisa un poco más sincera.

Después, el funeral da inicio.

***

Luego de que el ataúd es enterrado en el hermoso prado del cementerio, siento las primeras gotas de lluvia caer sobre mis hombros descubiertos. La señora Handford se encuentra hablando con un par de personas que, aparentemente, son familiares de la madre de la chica fallecida. Según lo que escuché, muchos de los presentes intentaron contactar a la ex esposa del señor Perlman para notificarle la mala noticia, pero nadie había logrado comunicarse con ella de ninguna forma. Aunque me parecía una situación sospechosa, decidí no entrometerme en la conversación, por lo que decidí alejarme para así darle a la señora Handford un poco de espacio, recorriendo los inmensos pasillos del lugar. El cementerio está ubicado en una ciudad que se encuentra a una hora de distancia, por lo que es la primera vez que tengo la oportunidad de verlo. Nunca me gustaron los cementerios, ni los hospitales, ni cualquier otro lugar que alberga tanta muerte y dolor. Nunca fui muy creyente de lo sobrenatural, pero la energía que se siente en el ambiente de sitios como éste… Es simplemente aterradora.

Giro por uno de los pasillos, y suelto un pequeño grito de susto al ver una silueta imponente parada frente a mí. Dirijo mi mirada hacia arriba, encontrándome con el señor Perlman mientras me observa con una expresión divertida. Pongo mi mano sobre mi pecho, soltando una risa nerviosa.

–¿Soy tan espantoso?

–Lo siento mucho. Me tomó desprevenida –digo sin dejar de sonreír. Él también ríe.

–Estoy bromeando… ¿Por qué estás aquí, tan lejos?

–Lo mismo le pregunto yo.

Joe continúa caminando por el pasillo, y con la mirada me invita a seguirlo. Empiezo a andar detrás de él.

–Nunca disfruté de las multitudes… Mucho menos en este momento.

–Su hija era una chica afortunada, señor Perlman… A muchos nos gustaría haber tenido un padre como usted.

–¿Por qué lo dices?

–Según lo que Liz me ha contado… La relación entre ustedes dos era algo envidiable.

–¿Cómo fueron tus padres contigo?

–Creo que no hay que empeorar la situación –respondo mientras cruzamos por otro de los pasillos–. Un funeral ya es demasiado triste.

–Al menos dime si siguen vivos.

–No, señor Perlman, fallecieron hace un par de años. Iban cruzando la calle y un conductor ebrio los arrolló.

–Lamento escucharlo… Puedes decirme Joe. Los amigos de Liz son también mis amigos.

–Los amigos de Liz soy solamente yo, hasta donde sé –ambos reímos durante un par de segundos–. Es una mujer agradable.

–Tú también lo eres.

–Es curioso que lo diga después de una conversación de menos de cinco minutos.

Escucho su risa grave mientras salimos a un gran jardín que se encuentra en la parte trasera del cementerio, donde no hay ninguna persona además de nosotros.

–Tengo un don para saber cuándo alguien es una buena persona.

–¿De verdad? ¿Y cómo funciona?

–Sólo tengo que hablar con alguien durante algunos minutos, e inmediatamente lo sabré.

–Pues me siento halagada –al llegar a un pequeño banco de madera, ambos tomamos asiento. El jardín está cubierto por un techo de cristal, evitando que la lluvia pueda alcanzarnos.

–Tal vez un día pueda invitarte a ti y a Liz a cenar en mi casa. Sería divertido.

–Me parece bien, yo podría llevar fresas –comento con gracia, pero la mirada que el señor Perlman me dirige es de confusión–. Liz me dijo que eran sus favoritas.

–¿Eso dijo? –sus ojos azules se mantienen fijos en los míos mientras habla–. Supongo que debe haberse confundido. Esa noche, en la cena, llevó un postre de fresas que se veía delicioso, pero soy alérgico.

–¿Alérgico…? –cuestiono mientras siento cómo mi pulso se acelera. Una teoría comienza a formarse en mi mente, y no me agrada en lo absoluto–. No sabía que existía la alergia a las fresas.

–Pues existe, y soy de las pocas personas que la sufren. Si como algo que tenga esa fruta… Se me irrita la piel y se me hinchan los labios de una forma desastrosa. Es bastante desagradable de ver –comenta mientras ríe, pero yo permanezco en completo silencio.

Él no comió el postre que la señora Handford compró esa noche.

Ella sabía que él era alérgico, y lo compró sabiendo que no lo comería. Lo único que ella tenía que hacer era decir alguna excusa tonta para tampoco probarlo, y en esa situación la única que comió el postre esa noche fue… La persona que ahora se encuentra dentro de un ataúd.

–¿Estás bien? –pregunta con preocupación, tomando mis manos repentinamente–. Señorita Hudson, tu rostro está pálido.

–Si yo puedo decirte Joe tú puedes decirme Grace –murmuro forzando una sonrisa–. Estoy bien. Sólo… No me gustan los cementerios.

–Pues en eso coincidimos, Grace –siento un escalofrío recorrer mi espalda en cuanto dice mi nombre–. Estoy seguro de que tú y mi hija hubieran sido buenas amigas.

–Seguramente.

Una persona cruza la salida que lleva al jardín, y en cuanto Joe la ve aleja sus manos abruptamente de las mías. La señora Handford llega al lugar, observando todo con expresión curiosa.

–Este lugar sí que es enorme –dice mientras levanta la mirada, observando el cielo a través del techo transparente–. Tan enorme como melancólico.

–Yo ya debo irme –digo mientras me levanto del banco de madera, haciendo que ambos adultos dirijan sus miradas hacia mí–. La universidad empieza en una semana, y recordé que debo ayudar a un amigo a estudiar para los exámenes iniciales. Él está totalmente perdido con algunos temas.

–Está bien –dice Liz con una sonrisa comprensiva–. ¿Me esperas afuera, Grace?

–Por supuesto –me giro para ver al señor Perlman, que intenta sonreír sin éxito. Me acerco y le doy un fuerte abrazo, poniendo mis pies en punta para alcanzarlo. Él rodea mi torso con sus enormes brazos, provocando que por un momento yo esté a punto de perder el equilibrio–. Nos vemos, Joe.

Me alejo antes de que pueda responder, pues temo que note lo acelerado que late mi corazón. Sin verlo a la cara, comienzo a caminar de regreso hacia el cementerio, poniendo ambas manos sobre mi vientre para contener el tornado de emociones que se ha creado dentro de mí.

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Paula Merdech
excelente novela increíble la narración y objetividad te transporta a momentos impensados es increíble como uno se adentra en la lectura hasta sentir el olor a sangre y sin pensar en lo que seguirá! gracias autora por esta novela parece un Best sellar....increíblemente buena!la mejor
B. J. Winter: Muchas gracias! Aprecio bastante tu comentario 🫶🏻
total 1 replies
Lia_Vicuña
Hola, para cuando el prox cap, es que me quedé picada con la historia y me gustó
not
¡Me encantó tu novela! Gracias por hacer mi día mejor 😊📖
Kumo
Bravo, me gusto la idea
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