En un mundo donde las diferencias culturales pueden ser un obstáculo, dos personas se encuentran Pero su amor está condenado desde el principio. ¿Podrán superar los desafíos y encontrar un futuro juntos?
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Capitulo 23 Un Vínculo Eterno
Decidí buscar a Margot después de enterarme de que estaba embarazada. No podía dejar de preocuparme por ella, pero los días pasaban, y no volví a verla. Su celular estaba apagado, no respondía los mensajes, y tampoco aparecía en el hospital. Mi preocupación creció al punto de ir hasta su apartamento. Golpeé la puerta varias veces, esperé, insistí, pero no obtuve respuesta.
Al preguntar en el hospital, me dijeron que Margot había solicitado un permiso especial, argumentando que debía viajar a Bélgica para visitar a su familia por una emergencia. Eso me tranquilizó un poco. Supuse que estaba buscando apoyo en su familia para afrontar la situación del embarazo, y decidí respetar su espacio. No le conté a Amina lo que sabía; sentí que no era mi lugar compartir algo tan personal sin el consentimiento de Margot.
Pasaron quince días hasta que Margot finalmente apareció en el hospital. Cuando la vi, no pude evitar acercarme de inmediato.
—Margot, ¿cómo estás? ¿Tu familia ya sabe? ¿Cómo te sientes? —pregunté, con cautela, pero también con una pizca de esperanza.
Ella me miró con una sonrisa y respondió, sin titubear:
—Aborté.
Sentí un golpe en el pecho.
—¿Qué? —murmuré, incrédula.
—No entiendo —continué, buscando claridad —¿Pero no fuiste a ver a tu familia? Estás bromeando, ¿verdad? No lo hiciste…
Margot soltó un suspiro y me miró con frialdad.
—Nunca fui a Bélgica. Dije eso para obtener el permiso. Mentí, Aborté aquí.
—Te busqué. Fui a tu apartamento, toqué tu puerta, intenté llamarte, pero nunca contestaste. Tu celular estaba apagado.
Ella se encogió de hombros, como si mi esfuerzo no significara nada.
—No podía tener un hijo sin padre. Interferiría con mi vida, con todo. Vine a Catar para ser doctora, Helena. No puedo arruinar mi carrera. Y deja de mirarme con esos ojos juzgadores.
—No sé qué decir... —sintiendo un nudo en la garganta —No tengo palabras.
Margot me miró fijamente.
—No necesito tus palabras, Helena. Solo guarda el secreto. No se lo digas a nadie, ni siquiera a Amina.
La conversación me dejó pasmada. Durante las siguientes horas, observé a Margot. Se comportaba como si nada hubiera pasado. Reía, hacía bromas, y parecía estar perfectamente en control de su vida. No sabía qué pensar. Esperaba al menos un rastro de nostalgia o tristeza, pero no había nada. Opté por mantenerme en silencio.
Esa misma tarde, mientras almorzaba con Amina y Margot, Farid apareció de repente. Amina, entusiasmada, quiso acercarse a saludarlo, pero Margot extendió su pierna de forma descarada y le jaló el brazo. El movimiento hizo que Amina tropezara y cayera al suelo.
—¡Margot! —le reclamé —La hiciste caer y ni siquiera la ayudas a levantar.
Ella me miró con indiferencia
—Se cayó sola, Solo está exagerando.
Pero Amina se quejó, adolorida.
—Me lastimé el pie
Farid, que ya se había acercado, la ayudó a sentarse mientras yo me agachaba para examinarla. Margot, sin embargo, ignoró todo y se dirigió directamente a Farid con una sonrisa radiante.
—¿Cómo estás? —le preguntó con una voz dulce.
Farid apenas le prestó atención, concentrado en Amina.
—Estoy bien, pero he tenido mucho trabajo —Luego se volvió hacia Amina, preocupado —¿Te sigue doliendo?
—Sí, me duele —respondió Amina.
—Helena, ¿me ayudas con mi pie? —me pidió Amina, claramente incómoda.
—Claro —respondí, mientras comenzaba a masajearle el pie.
Farid nos observó a las tres y comentó con una sonrisa:
—Se ven muy bien con sus uniformes de doctoras.
Margot puso los ojos en blanco y soltó una risita.
—Bueno, yo soy la más bonita.
Amina, respondió:
—¿Quién te dijo eso? Bájate de esa nube.
Farid intervino, con un tono conciliador:
—Todas las mujeres son hermosas. Son creaciones divinas.
Asentí y le respondí:
—Gracias, Farid.
En ese momento, una enfermera se acercó para avisarme:
—Helena, Noah te está buscando.
Le pregunté a Amina si aún le dolía el pie, y cuando me dijo que ya no, me despedí y fui a buscar a Noah. Al irme, escuché que Farid también se excusaba para volver al trabajo.
Cuando Farid y yo nos retiramos, Amina quedó a solas con Margot. Podía sentir la tensión en el ambiente incluso antes de marcharme, pero no esperaba lo que sucedió después.
...Conversación Entre Margot Y Amina...
—Eres una mojigata, Amina. Farid nunca se fijará en alguien como tú —soltó Margot, con una sonrisa venenosa.
Amina, le devolvió una carcajada, cargada de ironía.
—¿Y qué crees que busca? ¿Alguien como tú? Déjame decirte algo, Margot: —Farid es catarí. Él buscará una mujer buena, alguien que comparta sus valores, y ¿sabes qué? Yo soy catarí. ¿Tú qué eres? Una extranjera más.
Margot arqueó una ceja, desafiante.
—Eso no significa nada. Mira a Emir, ¿verdad? Está interesado en Helena, y ella es de otro país. Así que no te confundas: lo mismo puede pasar conmigo y Farid.
Amina negó con la cabeza, incrédula.
—Eres una víbora, Margot. Pensé que eras nuestra amiga, pero ahora veo quién eres realmente. Esta amistad termina aquí. No quiero verte cerca de mí, y le diré a Helena que también se aleje de ti.
—No necesito tu amistad, mojigata
—replicó Margot, con desprecio, antes de marcharse, dejándola sola con su enojo.
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Noah, Tarek y el dilema de la enfermedad
Cuando llegué a donde Noah me esperaba, noté de inmediato la preocupación en su rostro. Antes de que pudiera decir algo, me miró con seriedad.
—Helena, estoy muy preocupado por Tarek. Su fibrosis quística avanza más rápido de lo que esperábamos.
Sentí un nudo en el pecho. Tarek era un niño tan especial, tan lleno de vida, que era difícil imaginarlo luchando contra algo tan cruel.
—¿Qué podemos hacer? —pregunté, intentando mantener la calma.
—Vamos a intentar un tratamiento más agresivo, pero no puedo garantizar que funcione. Necesito que estemos preparados para cualquier resultado.
Esa tarde, mientras revisábamos las opciones, apareció la abuela de Tarek. Su rostro reflejaba cansancio, pero también una determinación inquebrantable.
—Por favor, hagan todo lo que puedan por mi Nieto. Él es lo único que tengo
—nos suplicó.
Noah le tomó las manos y, con una voz firme le prometió:
—Haremos todo lo que esté en nuestras manos. Lo prometo.
Tarek, que había escuchado parte de la conversación, nos miró desde su cama y sonrió tímidamente.
—Mi sueño siempre ha sido tener un papá.
Las palabras nos dejaron en silencio, pero Noah fue el primero en hablar. Se acercó a Tarek y se arrodilló a su altura.
—¿Sabes qué, pequeño? Yo seré como un padre para ti, y tú serás como un hijo para mí.
Tarek sonrió ampliamente, y su abuela se cubrió el rostro con las manos, tratando de contener las lágrimas.
Después de que Tarek se quedó dormido, no pude evitar preguntarle a su abuela sobre los padres de Tarek.
—¿Donde Estan sus padres?
Ella suspiró y se sentó, como si las palabras le pesaran en el alma.
—Cuando mi hija se enteró de que estaba embarazada, el padre de Tarek ya estaba comprometido con otra mujer. Después de separarse, mi hija no le dijo nada sobre el embarazo. Pero cuando Tarek enfermó, ella lo buscó para explicarle la verdad. Al principio, él ayudó económicamente, pero después de que nació su otro hijo, se desentendió de Tarek. Mi hija se casó con otro hombre y me dejó a mí sola con la responsabilidad de cuidar a Tarek.
—¿Y dónde vive su Hija ahora? —pregunté.
—En otro país, con su esposo y sus otros hijos. Mi hija, Ella olvidó a tarek, dejó de llamarme
Noah apretó los labios y asintió con determinación. Después de esa conversación, fue directo a buscar información sobre cómo adoptarlo oficialmente. El proceso sería complicado, pero Noah no era alguien que se rindiera fácilmente.
El proceso de adopción de Noah y Tarek
La adopción de Tarek requería que Noah demostrara estabilidad financiera y un vínculo emocional sólido con el niño. Como Tarek era ciudadano catarí, también fue necesario el permiso de las autoridades locales y el consentimiento de su abuela. Noah presentó todos los documentos necesarios y declaró que estaba dispuesto a asumir toda la responsabilidad de Tarek como su padre adoptivo.
Cuando llegó el día de firmar los papeles, Noah llevó a Tarek al juzgado. Antes de entrar, se arrodilló frente al niño y le dijo:
—Hoy se oficializa lo que ya siento en mi corazón. Serás mi hijo, y yo seré tu padre.
Tarek lo abrazó con fuerza, mientras su abuela miraba la escena con lágrimas en los ojos.
Dentro de la sala, un juez revisó el caso y les preguntó a ambos si estaban seguros de dar este paso. La abuela de Tarek asintió.
—Sé que Noah será el mejor padre que mi nieto podría tener.
Cuando el juez firmó los documentos, Tarek saltó de la silla y abrazó a Noah con una sonrisa radiante.
—¡Papá!
Noah lo levantó en el aire, riendo.
—¡Hijo!
Aunque Tarek Debía volver al hospital por su enfermedad Era un momento que ninguno de los presentes olvidaría jamás.
Noah, Tarek y la fortaleza de un amor sin lazos de sangre:
Desde el primer día, vi cómo Noah se preocupaba por Tarek de una manera que iba más allá de lo profesional. No tenían ningún vínculo de sangre pero algo especial nació entre ellos. Tarek, que siempre había soñado con tener un padre, encontró en Noah ese cariño y cuidado que nunca tuvo. Por su parte, Noah siempre había deseado ser padre, y Tarek se convirtió en esa chispa que encendió su corazón.
Noah no veía a Tarek solo como un paciente. Lo veía como un hijo, alguien que merecía una oportunidad para vivir plenamente. Pasaba horas junto a él, contándole historias, animándolo en los momentos difíciles y alentándolo a no rendirse nunca.
—Tarek, eres el niño más fuerte que he conocido —le decía Noah constantemente.
A pesar de la gravedad de su enfermedad, Noah nunca perdió la fe. Estaba seguro de que Tarek podría vencer a la fibrosis quística. Pero hasta entonces, Tarek tenía que permanecer en el hospital. Ese lugar se había convertido en su hogar, con Noah y todo el equipo médico como su familia.
Un día, mientras estaba en una tienda, decidí comprarle un regalo especial a Noah. Era una placa que decía: Gracias por ser el mejor padre del mundo. Cuando se la entregué, sus ojos brillaron de emoción.
—Helena, esto significa mucho para mí. Gracias por apoyarme en todo esto con Tarek.
—Siempre estaré aquí para ti, Noah. Les tengo mucho cariño a ti y a Tarek —le respondí con sinceridad.
Nuestra complicidad se había fortalecido con el tiempo, y Tarek también me consideraba parte de su pequeña familia. Me había pedido un cuaderno especial con muchos marcadores y lápices de colores. En ese cuaderno, Tarek escribía notas para Noah y hacía dibujos. Uno de esos dibujos, en el que aparecían él y Noah abrazados bajo un sol radiante, fue tan especial que Noah lo mandó a enmarcar y lo colocó en su escritorio.
Ellos me demostraron algo muy valioso: no necesitas lazos de sangre para tener una familia. Vi cómo actuaban como si lo fueran, con un amor y una unión inquebrantables.
Una tarde, mientras los veía juntos, aproveché para tomarles una foto. Quería guardar ese recuerdo, un testimonio de la fortaleza y la belleza de su relación.
—¡Oye, Helena! ¿Nos tomaste una foto?
—preguntó Tarek,
—Sí, quiero que recuerden este momento para siempre.
—Gracias, Helena. Eres la mejor —dijo Tarek, y Noah me lanzó una sonrisa de gratitud.
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...Escena con Emir y Faisal...
Mientras tanto, en el palacio del jeque, Emir trabajaba, Las responsabilidades como consejero y mano derecha del jeque no le daban descanso, pero Faisal, fue a visitarlo
—Hace como dos horas, una mujer árabe no deja de mirarte —dijo Faisal,
Emir levantó la vista, con una expresión entre curiosidad y cansancio.
—¿Quién es?
—Es una amiga de la familia real del jeque. Creo que pertenece a una familia importante, pero no estoy seguro de los detalles.
Emir se quedó pensativo por un momento.
—Ella es la amiga de la hermana del jeque.
Faisal sonrió y añadió con picardía:
—Es bonita.
—Sí, es linda —admitió Emir,
—Pero la más hermosa siempre será Helena.
Faisal arqueó una ceja y se cruzó de brazos.
—¿Y qué vas a hacer con esa situación? No puedes seguir así, Emir.
Emir le lanzó una mirada Y finalmente, respondió:
—Pronto lo sabrás, Faisal.