Secretos, envidia, poder, dinero y traiciones, son el ingrediente perfecto para un desenlace trágico.
La traición aveces viene de la propia sangre, y la lealtad se paga con ella también.
El día que descubrió la verdad, el mundo de Érika se tambaleó.
La traición de una persona querida, la muerte de su padre y la revelación de que ella era la heredera de aquel secreto familiar tan bien guardado, la empujaron a una nueva realidad, todo es nuevo y peligroso para ella, podrá lograr seguir su vida?
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Capitulo 9 - Se destapa la olla .
Javier se quedó en silencio, quería apretar el gatillo pero, aún entre tanto odio, quería un poco a Roberto.
De pronto, un ruido en la puerta principal los interrumpió a ambos.
¿Quién mierda es? —gritó Roberto, acercándose a la puerta con cautela.
Javier oculto el arma cuidadosamente detrás de él, pero preparado para disparar si se trataba de los rusos.
La puerta se abrió de golpe, y apareció el comisario Valdez, empapado por la lluvia, su rostro reflejaba una mezcla de preocupación y urgencia.
—Roberto, tenemos que hablar, ahora —dijo el comisario, entrando sin ser invitado.
—¿Qué carajos haces acá, Valdez? —preguntó Roberto, mirándolo con desaprobación.
—Vamos a tu despacho, hay que hablar de esto en privado. —dijo el comisario, muy preocupado.
Se dirigieron hacia el despacho, el comisario estaba furioso, al entrar cerro de un portazo y comenzó a discutir con Roberto. Javier quedó en la puerta, intentando escuchar la discusión, que se oía por los gritos de ambos.
La discusión se intensificó rápidamente, ambos estaban alterados y la tensión en el aire se podía palpar.
Valdez: —¡Roberto, la puta que te parió! ¿Qué carajos hiciste?
Roberto: — Para, Valdez, baja un cambio ¿Qué te pasa?.
Valdez: —¿Bajar un cambio? ¡Vos sos un hijo de puta! ¡La concha de tu madre! ¡Vos me pediste que haga todo con cautela, y ahora me traes a la mafia rusa a la ciudad! ¡Nos metes a todos en un quilombo!
Roberto: —No me vengas con tus sermones, ya sabíamos que esto podía ponerse jodido.
Valdez: —Si pero vos la re cagaste, en grande eh, le fuiste y metiste el dedo en el culo a los rusos. Te dije que esto era para manejarlo con pinzas, y ahora estamos todos hasta las manos.
Roberto: —Pero déjate de joder Valdez, la concha de tu hermana, esto solo se complicó un poco, hay que estar tranquilos y le vamos a encontrar la vuelta.
Valdez: —¿Me pedís que este tranquilo? ¡La ciudad es un quilombo gracias a vos! ¿Qué pensas hacer ahora, eh? Hay más gente por encima de mi, van a investigar todo y nos vamos todos a la mierda ¿Entendés?
Roberto: —Yo voy a arreglar esto, vos hace tu trabajo y no rompas las pelotas. Seguí haciendo lo tuyo, cubrirme un poco, yo me encargo del resto ¿Estamos?
El comisario se levantó y se preparó para salir del despacho, muy enojado con Roberto, por su poca preocupación.
—¿Cubrirte? —dijo Valdez, con el tono pesado y alterado que lo caracterizaba—. Ya no puedo tapar la cagada que te mandaste, Roberto. Los rusos no son ningunos boludos, y ahora me tienen en la mira también.
—Trata de no romperme las pelotas, Valdez, por favor te lo pido. Dame tiempo y esto se soluciona todo. —dijo Roberto, manteniendo la calma y solo pensando en su mente, si su hija Erika estará bien.
—Tiempo es lo que menos tenemos —dijo Valdez, más alterado aún —. Si esto no se arregla rápido, nos vamos todos a la mierda ¿Que parte no entendés?. No te vas a hundir solo, nos vas a hundir a todos. Tengo familia y no voy a permitir eso, Roberto.
De pronto, el comisario salió del despacho, muy molesto, pero algo en su cara había cambiado. Se detuvo en la puerta lo miro a Javier y sonrió.
—Vos también, eh. Pobre de vos, pibe. —dijo Valdez, con muy malas intenciones.
—¿Yo que? ¿Qué carajos pasa? —respondió Javier, con la mirada perdida, ya el día no podría traerle cosas peores, y solo estaba preocupado por su madre.
—Tu viejo la cagó, pero la cagó terrible. Nos metió en un quilombo, con la mafia rusa, y esto va a traer también a la ley, vamos a caer todos por mañas del gran Vincenzo. —dijo Valdez, con bronca y un poco de ironía.
—¿Y qué podemos hacer ahora? Los rusos tienen a mi mamá, quiero salvarla. —dijo Javier, apretando los dientes.
—Hay una manera, pero no te va a gustar. —respondió Valdez, con malicia, dándose cuenta de que Javier estaba por caer en su trampa.
—¿Qué carajos estás insinuando, Valdez? —preguntó Roberto, molesto con el comisario.
—Roberto, vos sos el problema acá. Si te sacamos del medio, talvez podamos negociar con los rusos y salvarnos, y de paso, salvar a tu mujer. —respondió Valdez, confiado en que Javier había mordido el cebo.
—Vos estás empedo, si pensás que me voy a dejar matar así nomás. —respondió Roberto, y levantándose de su sillón, con un arma en la mano, la que tenía en el cajón de su despacho.