Sinopsis: "Mi Maestro No Solo Es Mi Maestro" es una apasionada historia de amor entre Mateo, un joven estudiante de 22 años, y su atractivo y misterioso maestro de naturopatía, el Dr. Sebastián Castillo, de 42 años. Mateo se matricula en el curso de naturopatía del Dr. Castillo, esperando simplemente obtener los créditos necesarios para graduarse. Sin embargo, pronto se encuentra cautivado por la sofisticación y el carisma de su maestro. A medida que pasan más tiempo juntos, una poderosa atracción surge entre ellos, desafiando las normas sociales y profesionales. Mientras luchan por mantener su relación en secreto, Mateo y Sebastián se enfrentan a numerosos obstáculos, desde la desaprobación de familiares y amigos hasta las consecuencias de revelar su romance prohibido. A pesar de ello, su conexión parece más fuerte que cualquier barrera.
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Un Vinculo que Crece
Capítulo 9: Un Vínculo que Crece
Mateo le dio una palmada suave en el hombro a Ander. "Me alegro mucho de escuchar eso, Ander. Sabes que puedes contar conmigo si necesitas hablar o simplemente tener a alguien que te escuche".
Ander asintió, con una pequeña sonrisa en sus labios. "Gracias, Mateo. En serio, significa mucho para mí tener a alguien con quien pueda ser yo mismo sin miedo".
Mateo le devolvió la sonrisa, sintiendo cómo una calidez se instalaba en su pecho. "Para eso estamos los amigos, Ander. Nunca olvides que no estás solo en este camino".
Ander se relajó visiblemente, y Mateo pudo notar cómo un atisbo de alivio se reflejaba en su mirada. "Gracias, Mateo. De verdad, no sabes cuánto me ayuda saber que puedo contar contigo".
Mateo le dio un suave apretón en el brazo, buscando transmitirle todo su apoyo y comprensión. "Cuando quieras, Ander. Aquí estaré".
Ambos jóvenes intercambiaron unas últimas palabras antes de despedirse, y Mateo se encaminó hacia su clase de Naturopatía, sintiendo que su corazón se había llenado de una alegría sincera.
Durante la lección, Mateo se esforzó por mantenerse concentrado, pero inevitablemente su mirada se desviaba hacia el profesor Castillo. A pesar de los esfuerzos de ambos por mantener una distancia profesional, Mateo no podía evitar sentir esa conexión que parecía unirlos.
Cuando la clase terminó, Mateo se acercó a Sebastián, con el corazón latiendo aceleradamente.
"Profesor Castillo, ¿tiene un momento?" preguntó Mateo, tratando de mantener la calma.
Sebastián lo miró con una expresión cuidadosa. "Por supuesto, señor Fernández. ¿Qué puedo hacer por usted?"
Mateo tomó una profunda respiración antes de continuar. "Yo... Quería agradecerle por todas las recomendaciones de libros que me ha dado. Han sido de gran ayuda en mi aprendizaje".
Sebastián asintió, con una pequeña sonrisa en sus labios. "Me alegra escuchar eso, señor Fernández. Es un placer poder contribuir al crecimiento de mis estudiantes".
Mateo se acercó un poco más, sintiendo cómo la tensión aumentaba entre ellos. "Profesor Castillo, yo... También quería disculparme si alguna vez he hecho que se sintiera incómodo. Sé que nuestra relación debe mantenerse en un ámbito estrictamente profesional".
Sebastián lo miró con una expresión indescifrable. "Señor Fernández, le agradezco su consideración. Y le aseguro que no se ha generado ninguna incomodidad de mi parte. Estoy aquí para guiarlo en su camino de aprendizaje".
Mateo asintió, sintiéndose un poco más aliviado. "Gracias, profesor. Significa mucho para mí saber que puedo contar con su apoyo".
Sebastián lo observó detenidamente, y Mateo pudo sentir cómo su mirada parecía atravesarlo. "Siempre podrá contar con mi apoyo, señor Fernández. Dentro de los límites apropiados, por supuesto".
Mateo esbozó una pequeña sonrisa, sintiendo cómo esa conexión entre ellos se fortalecía, a pesar de los esfuerzos por mantenerla a raya.
Mientras se dirigía a su siguiente clase, Mateo no podía dejar de pensar en la conversación que acababa de tener con el profesor Castillo. Sabía que debía mantener las cosas en un nivel profesional, pero esa atracción que sentía hacia él parecía volverse más fuerte con cada encuentro.
Durante la siguiente semana, Mateo se encontró con Ander en varias ocasiones en el campus. Cada vez, intercambiaban unas palabras de aliento y apoyo, y Mateo podía ver cómo la confianza de Ander iba creciendo poco a poco.
Una tarde, cuando Mateo regresaba a su dormitorio, se encontró con Ander esperándolo en la puerta.
"Hola, Mateo. ¿Tienes un momento?" preguntó Ander, con una expresión nerviosa pero decidida.
Mateo le sonrió con calidez. "Claro, Ander. ¿Qué sucede?"
Ander tomó una profunda respiración antes de continuar. "Bueno, yo... Quería agradecerte de nuevo por tu apoyo, y también... Quería contarte algo".
Mateo asintió, sintiendo cómo su corazón se aceleraba. "Estoy aquí para escucharte, Ander. Puedes confiar en mí".
Ander lo miró con una mezcla de nerviosismo y alivio. "Yo... Soy gay, Mateo. Y me siento más cómodo contigo que con cualquier otra persona en el campus".
Mateo sintió cómo una ola de empatía lo invadía. "Ander, gracias por compartir esto conmigo. Sé lo difícil que puede ser dar ese paso, pero te felicito por tu valentía".
Ander esbozó una sonrisa tímida. "Tú has sido tan amable y comprensivo conmigo, Mateo. Realmente necesitaba tener a alguien en quien confiar".
Mateo colocó una mano en el hombro de Ander. "Sabes que puedes contar conmigo siempre, Ander. Estoy aquí para apoyarte en lo que necesites".
Ander lo miró con gratitud. "Gracias, Mateo. Significa mucho para mí saber que no estoy solo en este camino".
Los dos jóvenes continuaron hablando, compartiendo sus experiencias y aprendiendo el uno del otro. Mateo se sentía honrado de poder brindarle a Ander el apoyo y la comprensión que él mismo había necesitado en su momento.
Mientras tanto, en la mente de Mateo, la imagen del profesor Castillo seguía presente, como un recordatorio constante de la lucha interna que aún enfrentaba. Sabía que debía mantener las cosas en un nivel profesional, pero cada vez le resultaba más difícil ignorar esa conexión que parecía unirlos.
Una tarde, después de una de las clases de Naturopatía, Sebastián se acercó a Mateo con una expresión seria.
"Señor Fernández, ¿podría quedarse un momento? Quisiera hablar con usted", dijo Sebastián, con un tono cuidadoso.
Mateo sintió cómo su corazón se aceleraba. "Por supuesto, profesor Castillo. ¿Qué puedo hacer por usted?"
Sebastián lo miró con una expresión indescifrable. "Mateo, creo que es importante que hablemos sobre la naturaleza de nuestra relación. Como usted sabe, debemos mantener las cosas en un ámbito estrictamente profesional".
Mateo asintió, sintiendo cómo un nudo se formaba en su garganta. "Entiendo, profesor. Sé que he procurado mantener las distancias, pero..."