Se supone que, de manera tradicional, un matrimonio está hecho para toda la vida, en los buenos como malos momentos. Aun cuando aquello acarree convivir con los secretos del otro.
Jamás ella pensó que, al momento de casarse, terminaría por descubrir la relación con otro hombre que su esposo mantenía.
Él jamás creyó amar tanto a un hombre como a una mujer al mismo tiempo, aun cuando fuera mal visto aquella preferencia, en la sociedad. Aun cuando los lastimara a ambos, los obligaría a estar con él.
No obstante, para el amante, un hombre que amaba con locura a quien los demás no le permitían tan siquiera mostrarse en público... aquello se volvió un infierno.
Dafne, Samael y Dan, tres jóvenes que creen tener una vida feliz hasta el día donde sale a la luz el secreto que los hará compartir un destino lleno de dolor y odio.
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9
Con las pastillas ella logró dormir cómodamente, empezó a salir más seguido de su habitación y al no estar el clima tan frío empezó a disfrutar del jardín. no volvió a cruzarse con Samael y ya casi no hacía llamadas con su madre, siempre se excusaba que estaba ocupada con sus estudios pero la verdad era que no tenía ánimos de mentir descaradamente a sus padres.
Cierto día mientras tomaba el té en el jardín vio llegar el auto de Samael, cuando se levantó para volver a encerrarse quedó estática al ver aquel chico esbelto que estaba a su lado, era pequeño, solo uno o dos centímetros más alto que ella y sus rasgos faciales eran finos, sus ojos azules como el mar miraban con cariño a Samael mientras le regalaba una cálida sonrisa con sus labios rojos, su cabello tinturado de rosado lo hacía ver más hermoso de lo que era y ella no pudo evitar compararse con él.
Ella quedó absorta ante aquel hermoso hombre y cuando quiso reaccionar ya los tenía frente a ella.
-Dafne, él es mi amante. Desde hoy vivirá en esta casa.
-¿Qué?
Ella estaba perdida, se sentía tan humillada que no sabia si reír o llorar.
-Él es mi pareja y como ya lo sabes no veo por qué tenga que dejarlo viviendo en aquella casa.
Ella solo se alejó sin decir ninguna palabra pero pudo notar una expresión triste debajo de aquella sonrisa encantadora. Después de ese día ella volvió a encerrarse en la habitación y dependiendo de su somníferos, pasaba día y noche bajo los efectos de aquel medicamento. Después que Clair notara esto, le informó a Samael lo que estaba pasando, esa noche cuando Dafne salía de su ducha vio la figura de un hombre al lado de su cama, ella gritó y prendió las luz y al ver a Samael empezó a gritarle mientras se cubría.
-¿Qué haces aquí? ¡Lárgate!
-¿Porque te drogas?
Ella abrió los ojos de par en par y no supo qué responder.
-De ahora en adelante me llevaré esto y tendrás prohibido entrar a esta habitación durante el día.
Dafne bajó su cabeza llena de impotencia, sabía que de nada iba a servir tratar de pelear, y quizá si lo hacía iba a volver a ser golpeada, sus lágrimas salieron de sus ojos y ella lo trató de ocultar, él se acercó a ella y la hizo mirarlo agarrando su mentón.
-¿Qué buscas con esa actitud? ¿Lastimarme?
Ella lo miró confundida y luego mostró una expresión divertida.
-¿Cómo te podría lastimar yo a ti? ¿Se te olvida que eres tú quien ejerce todo su poder sobre mi?
Samael quedó en silencio mientras la veía.
-Olvídalo… ni siquiera puedo controlar eso de mi, solo sal. quiero dormir.
Él salió de la habitación y ella se envolvió en las sábanas mientras lloraba, pero rápidamente se quedó dormida bajo el efecto de la pastilla que había tomado antes de bañarse. Al no poder encerrarse en su habitación ella se sintió nerviosa, quería dejar salir su frustración y ansiedad de alguna forma pero no sabía de qué manera hacerlo, Clair le sugirió retomar sus clases pero ella se negó, de todas formas iban a ser inútiles para ella. después de estar vagando por la casa como un fantasma, encontró un lugar que la hacía sentir en paz, era un espacio del invernadero donde había una especia de jaula rodeada de enredaderas, era cálido y tranquilo, a Clair le tomó un tiempo encontrar su escondite pero al verla durmiendo en el suelo con una expresión tranquila, sonrió y se alejó dejándola descansar.
Dafne no supo cuánto tiempo pasó, pero no había vuelto a ver a aquellos dos hombres, la mansión era tan grande que si ellos se lo proponían, podrían vivir el resto de sus vidas sin verse las caras. Después de que su madre le reclamara repetidamente de no poder verla, ella aceptó sus demandas e hicieron llamadas, afortunadamente su rostro había vuelto a la normalidad, ella le mostró emocionada el invernadero a sus padres e incluso le mostró las nuevas plantas que ella misma había plantado, sus padres vieron el entusiasmo con que se los mostraba y se sintieron aliviados de verla bien.
Dafne poco a poco fue retomando ciertas actividades de su rutina pasada, aunque no tenía más opciones que vivir ahí, prefirió no ser un fantasma en el lugar por el bien de sus padres, quería que ellos siempre la vieran bien. Los empleados fueron felices cuando vieron la cara sonriente de Dafne entregándoles dulces, galletas y pasteles preparados por ella, rápidamente el rumor de que la señora de la casa había vuelto a brillar llegaron a los oídos de Samael que sonrió al escucharlo de la boca de su chofer.
-¿Entonces… Esos dulces los preparó ella?
-Si señor.
El chofer notó la aguda mirada de Samael sobre los dulces y supo inmediatamente que él también deseaba comerlos.
-¿Le gustaría un poco?
Preguntó el hombre mientras extendía su brazo, Samael lo observó por unos segundos y luego se alejó. Dafne estaba preparando un pastel de chocolate con Clair y otra de las empleadas cuando aquel joven entró tímidamente en la cocina poniendo nerviosas a Clair y a la otra empleada.
-Disculpa. ¿Puedo beber un poco de agua?
Dafne se sorprendió al escucharlo hablar español, su voz era hermosa como su apariencia, Dafne lo miró fijamente y él al notar su presencia se puso nervioso.
-Disculpa, no quise molestar.
El joven salió de inmediato de la cocina como si estuviera huyendo, Clair miró a Dafne con nerviosismo.
-Disculpe, señora.
-¿Por qué te disculpas?
-Nosotras no podemos rechazar al joven, aunque sabemos la situación, no podemos intervenir.
-Lo se. Dijo que tenía sed, puedes ir y atenderlo.
Dafne sonrió y siguió decorando el pastel fingiendo que no le importaba, pero la verdad es que ver al joven le afectó mucho, nunca se consideró una mujer fea pero tampoco se sentía hermosa y al ver al hombre con quien su esposo la había engañado y notar que era tan esbelto la hacía sentir mal, todo en él era mejor que ella. Cuando se hizo de noche ella corrió a su habitación como de costumbre para evitar a Samael, Clair la acompañó y antes de despedirse, Dafne la tomó por el brazo.
-Espera… ¿Podemos hablar?
-Claro.
Clair entró a la habitación y se quedó de pie esperando que Dafne hablara. Ella la tomó por el brazo y la hizo sentar en el mueble.
-Clair… ¿Puedes decirme cómo es la vida de ese joven aquí?