La Protegida Del Alfa

**Capítulo 11: Bajo la Luz de la Luna**

Cuatro meses habían pasado desde que Valeria, Jonathan, Alex y Samanta sellaron su pacto de manada. La vida en Seattle había encontrado un nuevo ritmo, uno que equilibraba la normalidad de ser adolescentes con las vibraciones de su vida como pieles de lobo. Valeria se había adaptado a su papel como beta de la manada de Alex, una posición que traía consigo tanto responsabilidad como poder. La leyenda de su conexión con la Diosa de la Luna continuaba resonando en cada rincón, y la comunidad de pieles de lobo la miraba con respeto.

Era una noche clara, y la luna llena brillaba intensamente sobre el claro del río, el mismo lugar donde había comenzado su viaje, donde habían enfrentado a Mateus y forjado su destino. La luz de la luna reflejaba en el agua, creando un ambiente mágico. Valeria y Alex se encontraban allí, disfrutando de un momento a solas, alejados de las preocupaciones del mundo.

“Es hermoso aquí”, dijo Valeria, mirando el reflejo de la luna en el agua. “A veces me pregunto cómo hemos llegado a este punto”.

Alex se acercó a ella, envolviendo su brazo alrededor de su cintura. “Hemos pasado por mucho juntos. Cada desafío nos ha hecho más fuertes, y cada victoria ha fortalecido nuestros lazos”.

Valeria sintió su corazón latir más rápido. “A veces me siento abrumada por todo. Como si hubiera tanto en juego, tanto que debo cumplir”.

“No tienes que llevar esa carga sola”, le aseguró Alex, acercándose un poco más. “Siempre estaré a tu lado. Eres mi mate, y eso significa que compartimos todo, incluso las cargas”.

Valeria sonrió, sintiendo una calidez en su interior. “Gracias, Alex. A veces olvido que no tengo que hacerlo todo por mi cuenta”.

A medida que la noche avanzaba, la tensión en el aire se intensificó. Había algo en el ambiente, una energía palpable que hacía que Valeria se sintiera viva. “La luna llena siempre trae consigo un cambio”, murmuró, sintiendo que la conexión con su naturaleza de loba se hacía más fuerte.

“¿Te gustaría que nos quedáramos un rato más?” preguntó Alex, su mirada fija en ella. “Podemos hablar de lo que viene, o simplemente disfrutar del silencio”.

“Creo que sería perfecto”, respondió Valeria, sintiendo que el momento se tornaba más íntimo. La atmósfera se llenó de un magnetismo que ambos sentían profundamente.

Sin embargo, la conversación pronto se desvaneció en miradas y sonrisas. Valeria sintió un impulso que la empujaba a acercarse más a Alex. “A veces siento que hay algo más entre nosotros, algo que va más allá de ser simplemente mates”, dijo, su voz suave.

“Lo siento también”, respondió Alex, su mirada intensa. “La conexión es más fuerte de lo que pensé que podría ser. Es como si la luna nos estuviera uniendo de una manera que no podemos entender del todo”.

En ese instante, el deseo y la pasión se apoderaron de ellos. Sin pensarlo, Valeria se inclinó hacia Alex, sus labios se encontraron en un beso suave y cargado de emoción. El mundo a su alrededor se desvaneció, y todo lo que existía era la conexión entre ellos.

“Valeria”, murmuró Alex entre besos, “no sé qué pasará después de esto, pero quiero estar contigo en cada paso”.

“Yo también”, respondió ella, sintiendo que su corazón latía con fuerza. “Quiero explorar esto, sin miedo a las consecuencias”.

La luna llena brillaba sobre ellos, y mientras sus cuerpos se movían, la noche se convirtió en un torbellino de sensaciones. El claro del río se llenó de susurros y aullidos, como si la naturaleza misma celebrara su unión. Fue un momento de pura conexión, donde se entregaron el uno al otro sin reservas.

Más tarde, mientras se recostaban sobre la hierba, mirando las estrellas, Valeria se dio cuenta de la magnitud de lo que habían hecho. “¿Y si esto cambia todo entre nosotros?” preguntó, sintiéndose vulnerable.

“¿Por qué debería hacerlo?” preguntó Alex, su mirada sincera. “Lo que tenemos es especial. No hay nada que pueda romper eso. Si acaso, esto nos unirá aún más”.

Valeria sonrió, sintiéndose aliviada. “Tienes razón. Solo necesitaba escucharlo”. La noche se llenó de risas y susurros, mientras la luna y las estrellas eran testigos de su conexión.

Sin embargo, al día siguiente, la vida cotidiana se reanudó. En la escuela, Valeria notó que las miradas eran diferentes. Algunos compañeros parecían más curiosos, y otros, más recelosos. Las habladurías sobre su relación con Alex y su conexión con la Diosa de la Luna comenzaron a girar como un torbellino.

“¿Has visto cómo se miran ahora?” murmuró una chica en la clase de historia. “Se dice que Valeria es la nueva alfa. ¿Es cierto que se unió a Alex anoche?”

Valeria sintió la incomodidad recorrer su cuerpo mientras escuchaba los murmullos a su alrededor. “Esto se está saliendo de control”, pensó, sintiéndose abrumada.

“Es solo ruido”, le dijo Jonathan más tarde, cuando se encontraron en el pasillo. “No dejes que eso te afecte. Lo que tienes con Alex es verdadero, y eso es lo que importa”.

“Sí, pero también tengo que pensar en la manada. La gente espera mucho de mí”, respondió Valeria, sintiendo la presión.

“Lo que la gente espera no define quién eres”, dijo Jonathan, con firmeza. “Eres Valeria, y eso es lo más importante. Sigue tu corazón”.

Mientras tanto, en la manada de Searon, las habladurías también resonaban. “¿Realmente crees que Valeria es lo que dicen? La reencarnación de la Diosa de la Luna, y ahora la mate de Alex”, comentó un miembro de la manada.

“Es posible. La fuerza que mostró en la batalla fue impresionante. Tal vez sea lo que necesitamos para unir a todas las manadas”, respondió otro.

Las conversaciones se intensificaron, y Valeria sintió que la presión estaba aumentando. Sin embargo, sabía que no podía dejar que eso la detuviera. “Debo ser fuerte”, pensó, recordando las palabras de su hermano.

Con el paso de los días, Valeria y Alex continuaron fortaleciendo su relación. Cada encuentro se volvió más significativo, y la conexión entre ellos se profundizó. Sin embargo, la incertidumbre siempre acechaba en el fondo de su mente.

Una noche, mientras observaban la luna desde el claro del río, Valeria se volvió hacia Alex. “¿Crees que podemos manejar todo esto? Las expectativas, las leyendas… todo”.

“Lo haremos juntos”, le aseguró él. “No hay nada que no podamos enfrentar si estamos unidos. La luna puede ser nuestro guía, pero somos nosotros quienes decidimos nuestro camino”.

Valeria sintió una oleada de determinación. “Tienes razón. No permitiré que las expectativas de otros nos definan. Somos más que eso”.

Con la luna llena como testigo, Valeria comprendió que estaban en un camino que solo ellos podían recorrer. No importaba lo que dijeran los demás; lo que importaba era lo que construían juntos. Y así, bajo el esplendor de la luna, se sintió lista para enfrentar cualquier desafío que viniera, con su manada a su lado y su corazón lleno de amor.