No todo puede ser color de rosa, ¿O si?
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Café.
Decir que Alexander estaba más que feliz era poco, luego de viajar por horas, finalmente llegaron a Italia. Y, tan pronto como bajaron del avión, él y Camila se despidieron de Lucas y su sexy alumna, quien era una de las tantas amantes del hombre.
Ambos fueron al hotel más caro y se quedaron en la suite, tan pronto como cruzaron las puertas, sabían que nadie podía juzgarlos. Y no perdieron el tiempo, pues ya estaban besándose mientras caminaban por el lugar, pronto la ropa estorbo y se deshicieron de ella.
No pasó mucho tiempo cuando Alexander ya estaba dentro de ella, Dios, él definitivamente extrañaba eso. Esa sensación de ella envolviéndolo por completo, recibiéndolo tan bien, mientras ambos se mueven sin parar una y otra vez.
Llegaron juntos al clímax, pero él no se detuvo, con una fuerza bruta le dió vuelta y la puso en cuatro y continuó con su trabajo. Ya no le importaba nada, pues ahora ella era su mujer.
Camila vivía el sueño, por fin lo tenía, tenía al hombre que tanto había buscado. No sé sentía mal por destruir una familia, no, al contrario, eso hacia todo aún más emocionante para ella.
Y mientras ellos se deleitaban explorando sus cuerpos cubiertos de sudor, en Manhattan, Cédric llevaba a las dos féminas a cenar.
O al menos eso es lo que ellas creían, pues no las llevó a un restaurante, no. Las llevó a aquél baile que su pequeña sobrina tanto había esperado. Tanto ella como su madre estaban sorprendidas, no podían creer que él realmente las haya llevado allí.
—¿Estás sorprendida, princesa? –le preguntó a su sobrina, quien lo miraba con sorpresa e ilusión. Él sonrió orgulloso de si mismo, porque bien sabía cuánto ella quería asistir a dicho baile–. Habías esperado este día con tanta ilusión, que sería un pecado dejar que te lo pierdas... –se arrodilló ante la niña–. Sé que no soy tu padre, pero, ¿Te gustaría ir al baile con tu tío preferido?
Por alguna razón, esas palabras tocaron un punto sensible en la niña, pues sus lágrimas comenzaron a caer y rápidamente se ocultó en el pecho de su tío. Pero estaba feliz, podría asistir a su baile incluso sin su padre.
—Si quiero... –ella secó sus lágrimas–. Pero, ¿Y mami?
—No te preocupes por mí, mí cielo. Yo estaré con Laura y María, sé que también están aquí porque también trajeron a sus hijas. Tú ve y diviértete con el tío, ¿De acuerdo?
Sus palabras la calmaron y pronto tomó la mano de su tío y lo arrastró dentro del lugar, ella estaba emocionada y, aunque él no era su papá, nadie notaba la diferencia. Todos creían que era Alexander, pero sólo ellas conocían la verdad.
Y tal y como dijo, ella los siguió dentro de tan hermoso baile y pronto se encontró con sus dos amigas, ellas estaban felices de verla pero también había tristeza en su mirar. Las tres mujeres decidieron ir a un café cercano, y comenzar a charlar un poco.
—¿Cómo has estado, Vic? –preguntó María, mientras bebía un sorbo de su café–. Ya sabes, por lo de esa vez...
Victoria sabía bien de que hablaba ella, porque aunque no le había dicho a sus amigas que su esposo le era infiel, lo descubrieron ese día que Alexander fue a la casa de Lucas a la noche de juegos. Pues ella había ido al mismo lugar a llevarle unas cosas a María, y decidió saludar a su esposo. Pero cuando llegó a la puerta, escuchó como su esposo sufría por no poder estar con su amante.
—Estoy bien, por decir lo menos. Pues ahora mismo, Alexander debe estar revolcándose con su sucia amante.
—Lo sé –musitó María, completamente decepcionada de Alexander, pues creía que él era diferente–. Seguro que Lucas también está allí con alguna alumna, bueno, no, seguramente no, tengo la certeza de que está allí, porque la maldita niña me envió fotos de ellos desnudos.
—Oh, lo sé, la amante de Alexander hace exactamente lo mismo, desde la primera vez que se acostaron.
—Ah, vaya... ¿A ustedes les hacen lo mismo? Porque desde hace años que las amantes de David hacen lo mismo conmigo.
Las tres mujeres, ahora engañadas, compartían sus pesares entre ellas. Lo correcto sería pensar que se divorciaran, pero Laura hace dos años que sabe que su esposo es infiel, y ahí sigue. Y también hace bastante tiempo que María conoce la doble vida de esposo.
—¿Qué vas a hacer ahora, Vic? ¿Piensas divorciarte o seguirás fingiendo demencia para con ese bastardo?
—Bueno, al principio pensaba continuar de este modo, pues Alexander es un abogado muy bueno y estoy segura de que me quitaría todo si quiero dejarlo. Incluyendo nuestra hija.
—Él no te haría algo así –María quiso calmarla, pero Victoria sabía de lo que hablaba. En unas pocas semanas Alexander había cambiado tanto, que estaba segura que ya no era el hombre que se preocupaba por ella, ahora era un completo desconocido–.
—Cedric y yo hemos estado guardando todo tipo de evidencia contra él, lo cuál fue muy fácil porque esa niña definitivamente nos lo facilita. La verdad es que no quería divorciarme, pensé que no importaba si era frío conmigo, por todos nuestros años juntos. Pero ahora me cansé, no me importa que me falle a mí, pero no puedo permitir que le falle a Lily. Hoy era el baile que ella tanto esperaba, ¿Y dónde está su padre? En Italia con su amante. Y no es solo eso, en este poco tiempo la ha estado tratando muy mal, puedo soportar mí corazón roto, pero no el de mí hija.
—Ese maldito...
—Así que, luego de haberlo pensado en silencio por mucho tiempo, creo que es hora de pedirle el divorcio.
Ambas mujeres asintieron, mientras tomaban las manos de su amiga en señal de apoyo, les gustaba que ella fuera más valiente que ellas, porque ella si se divorciaría.
—Bueno, nos tienes. Y tienes a Cédric, no estás sola en esto.
siempre se sale adelante 🫣🫢🤫👋🇵🇦
no te conviene siendo el mejor abogado con todo lo que tu zorra le mando a Victoria tiene las de ganar y tu que eras embarrado