La esposa del emperador murió y el alma de una mujer que pertenecía a otro mundo entra a su cuerpo y tendrá que tomar las riendas de su nueva vida.
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Capítulo 9
Capítulo 9
Mientras la mujer lloraba y suplicaba, otra mujer, con las ropas que llevaban las doncellas del palacio, entró al salón por la parte de atrás. No era una mujer joven, todo lo contrario, ya era una mujer de muy avanzanda edad.
La anciana se acercó hasta el emperador y se arrodilló a sus pies.
-¡Mi señor, por favor tenga piedad de ella!
La acción y las palabras de la anciana sorprendieron al emperador.
-¿Nana? ¿Qué es lo que estás haciendo? ¡Levántate del suelo de una buena vez!
-Mi niño. Por favor, perdónale la vida a mi nieta. Ella no quería faltarle el respeto a la emperatriz, ni llegar a mentirte sobre lo que paso. Es que ella es nueva y nunca había visto a la emperatriz.
Por la mirada del emperador, le dio a esa señora, se podía notar el cariño que le tenía, puso una mano en el hombro de la mujer y le dijo.
-Nana, basta. Entiendo que no la conocía, pero me ha mentido en la cara y eso no lo perdono. Será castigada con un mes de prisión y ya no podrá trabajar más aquí.
Al escuchar sus palabras, la anciana se vio mucho más aliviada. La nieta de la anciana se veía enojada porque sería castigada. Yo, por otro lado, también estaba enojada, solo que por otro motivo. Y no me callaría lo que pensaba sobre este trato tan injusto para conmigo.
-¡Debe ser una broma lo que acabo de escuchar! ¡Tú no puedes estar hablando en serio!
-¿Emperatriz?
Dijo el emperador mirándome fijamente como si no entendiera el motivo de mi exabrupto.
-¿No estarás diciendo que esta mujer solo tendrá ese simple castigo, verdad?
Al ver que no me iba a contestar, porque quedó en estado de shock, sorprendido por lo que le decía, volví a hablar.
-¡Ella será castigada más severamente! ¡Tal vez unos cuantos latigazos, para que aprenda a tratar a los demás! ¡Y para que piense bien antes de inculpar a alguien de intento de asesinato!
-Su majestad ya dio el castigo y usted no puede desobedecer sus órdenes. Usted no es nadie.
Dijo la anciana muy enojada. Podía ver el odio que sentía hacia mí, en su mirada. Lo que no me quedaba claro era si me odiaba por esto o por algo más.
-Ja ja ja. Se te olvida que yo soy la emperatriz. Si yo quiero, tu querida nieta se muere ahora mismo, y todo por culpa de tu insolencia. No me pongas a prueba, no te gustará el resultado.
La cara del emperador, era de cada vez más sorpresa. Se notaba que no daba crédito a lo que estaba pasando aquí. Tal vez, porque la vieja Iris se hubiera quedado callada, sin decir una sola palabra. Pero como yo no era ella, ahora tendrá que enfrentarse a la realidad que le tocaba conmigo.
Justo cuando la anciana iba a volver a hablar, el emperador tomó la palabra, callándola.
-Nana, la emperatriz, ha hablado. Ella fue la afectada y la ofendida por las acciones y palabras de tu nieta. Ella decidirá el castigo apropiado, que calme su sed de justicia.
La anciana al escuchar esas palabras quedó muy pálida. Se notaba en su cara lo mal que le cayó la noticia. A mí, por el contrario, las palabras del emperador me sentaron de maravilla.
-Ya escucharon, denle diez azotes y mándela a prisión por dos meses y cuando salga ya no podrá volver a entrar al palacio, por ningún motivo.
Le dije a los guardias que estaban allí con nosotros.
Me parece que el emperador no se esperaba estas palabras, porque su expresión era de cada vez más sorpresa.
-Noo!
Gritaban la doncella y su abuela cuando escucharon el castigo que recibiría la mujer.