Brenda estuvo casada con un actor de películas famoso, conocido como Liebert Drumond, durante cinco años. Sin embargo, el matrimonio llegó a su fin debido a la infidelidad por parte del hombre. La llama que se apagó hace dos años, después del divorcio, podría reavivarse cuando Brenda se encuentra nuevamente con Liebert. El encuentro tiene lugar en la apacible finca de la familia de ella, un lugar lleno de recuerdos y afecto. Entre los árboles antiguos y los jardines bien cuidados, la atmósfera está impregnada de nostalgia y posibilidad. Ambos se miran, y en esa mirada, vuelven a encender una chispa de sentimientos que parecían perdidos para siempre.
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18
Los días han sido una maratón implacable. El peso del trabajo se ha convertido en una carga opresiva, una montaña que parece crecer en cada momento. Isabella, la directora, es una presencia constante, una sombra que se cierne sobre mi hombro, una voz insistente que clama por más, siempre más.
Cada escena, cada ensayo, es una carrera contra el tiempo. Las demandas son incesantes, las expectativas, altísimas. Me siento como si estuviera en un remolino, girando sin control, luchando por mantener el equilibrio en medio de esta tormenta.
Pero a medida que el trabajo se intensifica, mi conexión con Brenda comienza a desgastarse. Veo la preocupación en sus ojos, siento la distancia que se instala entre nosotros. Es una cuchilla afilada, penetrando mi corazón con cada mirada perdida, con cada palabra no dicha.
La amo más de lo que las palabras pueden expresar, pero la presión es abrumadora. Ya no sé cómo equilibrar estos mundos que parecen chocar. Isabella exige más de mí, promesas de éxito que parecen estar más allá de mi alcance. Y al mismo tiempo, está Brenda, el fundamento de mi vida, la ancla que me mantiene cuerdo en medio de este huracán.
Cada noche, al acostarme en la cama vacía, siento el peso de la elección. La batalla entre el deber profesional y el amor personal es una guerra silenciosa que me consume. Cada mensaje no respondido, cada llamada pospuesta, es una daga clavada en mi alma.
Brenda merece más que esto. Merece un compañero presente, alguien que no la deje en la penumbra de la incertidumbre. Pero por más que lo intento, me siento atrapado, como si estuviera en una encrucijada sin una salida clara.
En el fondo, sé que necesito encontrar una forma de equilibrar estos mundos. Necesito luchar por mi carrera, pero no a expensas de mi amor por Brenda y nuestro hijo. Necesito encontrar una manera de conciliar estas fuerzas opuestas antes de que se despedacen irremediablemente.
Me prometo a mí mismo, en el silencio de la noche, que encontraré una solución. Que enfrentaré a Isabella y sus demandas, pero también protegeré lo que tengo de más precioso: mi familia. El camino por delante es empinado, pero es un viaje que debo emprender, no solo por mí, sino por todos nosotros.
La decisión de renunciar a mi carrera pesaba sobre mí como una ancla. Cada paso hacia la oficina de Isabella era una mezcla de determinación y aprensión. Sabía que estaba a punto de cambiar el rumbo de mi vida, y tal vez incluso el curso de nuestra familia.
Al entrar en la sala, la mirada penetrante de Isabella encontró la mía. Era como si ya supiera lo que estaba a punto de decir. La tensión en el aire era palpable, pero no podía retroceder.
— Isabella, necesitamos hablar. — Mi voz, aunque firme, llevaba una mezcla de nerviosismo y resolución.
Ella asintió, su expresión revelando una curiosidad que apenas ocultaba un toque de sorpresa.
— ¿Qué pasa, Liebert? Parece que tienes algo en tu mente.
Respiré profundamente, reuniendo toda la valentía que tenía dentro de mí.
— Isabella, yo... Ya no puedo seguir así. El trabajo ha sido una prioridad abrumadora y está afectando mi vida personal de maneras que ya no puedo ignorar. Necesito tomar una decisión.
El silencio que siguió pareció extenderse por una eternidad. Los ojos de Isabella estudiaban los míos, como si buscara comprender la gravedad de mis palabras.
Finalmente, asintió, y pude ver una mezcla de comprensión y respeto en su mirada.
— Liebert, entiendo. El mundo del cine es un desafío constante, y no siempre es fácil equilibrar la vida profesional y personal. Si esa es tu decisión, la respeto.
Sentí que un peso se quitaba de mis hombros, una sensación de libertad que no experimentaba desde hacía mucho tiempo. Sabía que no sería un camino fácil, pero la certeza de que estaba haciendo lo correcto para mí, para Brenda y para Vinícius, era más que suficiente.
— No te preocupes. Creo que mañana volveré a casa, así que toma un buen vino conmigo y no lo rechaces.
La atmósfera en la sala de Isabella estaba cargada, y su gesto de ofrecer el vino parecía más una especie de ritual que una simple cortesía. Acepté la copa, tratando de mantener la compostura, pero la tensión aún flotaba en el aire.
El líquido tenía un sabor astringente, un toque amargo que me hizo tragar saliva. Continué hablando, tratando de enfocarme en las palabras que salían de mi boca, pero algo estaba mal. Todo comenzó a distorsionarse a mi alrededor, como si el mundo estuviera girando en cámara lenta.
Miré a Isabella, su figura parecía fusionarse con el entorno, los contornos borrosos. Intenté levantarme, pero mis piernas vacilaron y el suelo pareció moverse bajo mis pies. Era como si estuviera atrapado en una pesadilla, incapaz de escapar.
Isabella me miraba con una sonrisa enigmática, sus ojos brillando con una luz que parecía más maliciosa que amigable. Me di cuenta demasiado tarde de que algo estaba terriblemente mal.
— Isabella, ¿qué... qué has hecho? — Mi voz sonaba débil y temblorosa, casi irreconocible para mis propios oídos.
Se acercó a mí, sus pasos resonando en un pasillo interminable. Su risa resonaba, distorsionada y siniestra.
— Solo un pequeño truco, Liebert. Solo un pequeño truco para asegurarme de que tomes la decisión correcta.
Intenté luchar contra la oscuridad que amenazaba con envolverme, pero era una batalla perdida. Mi cuerpo parecía una marioneta sin cuerdas, obedeciendo a un comando invisible.
Cuando la oscuridad finalmente me consumió, todo lo que quedó fueron las últimas palabras de Isabella ecoando en mi mente. Estaba atrapado en una pesadilla, y no tenía idea de cómo o si lograría despertar.
La voz de Isabella resonaba en mi mente, penetrando como un grito en el silencio que me rodeaba. Sus palabras eran como cadenas, atándome a un destino que no elegí.
"Usted es mío, Liebert, y una vez dentro de mi área, nunca fuera".
Esas palabras resonaron como un eco macabro, una sentencia que parecía sellar mi destino. Estaba atrapado en un juego que no comprendía completamente, una marioneta en manos de una directora que parecía tener más poder del que jamás imaginé.
Intenté luchar contra la oscuridad que me envolvía, buscando cualquier indicio de control sobre mi propio cuerpo y mente. Pero era como si estuviera enredado en telarañas invisibles, incapaz de mover un músculo.
Mientras la conciencia se desvanecía, pude sentir la presencia de Isabella intensificarse a mi alrededor. Sus ojos brillaban con una luz siniestra, su voz transformándose en un susurro gélido que resonaba en mi mente.
No sabía cómo, pero sabía que necesitaba encontrar una manera de liberarme de esta trampa. Mi determinación se convirtió en la única luz en medio de la oscuridad que me envolvía.
Me prometí a mí mismo que no sería dominado por esta fuerza sombría, que encontraría una manera de recuperar mi libertad y regresar con Brenda y Vinícius. Era una promesa que estaba dispuesto a cumplir, pese a cualquier costo.