LA PERDICIÓN DEL CEO MUJERIEGO

...RACHEL...

La lluvia no cesó.

Habíamos estado atrapados dentro del refugio durante tres días y eso me estaba volviendo loca. El espacio cerrado habría estado bien, habíamos aprendido a coexistir en los últimos meses, Tengo que admitir que incluso la compañía de Daemon era mejor que estar sola, pero desde, esa primera noche...

Para decirlo sin rodeos, estaba jodidamente cachonda. Parecía que ahora que mi cuerpo recordaba que tenía necesidades, decidió seguir recordándome todo el tiempo. Fue más que un inconveniente. Y un poco vergonzoso.

Aunque tal vez debería haber sido más vergonzosa de lo que era. Tal vez debería haber sido más extraño por el hecho de que

todas las noches me tocaba junto a un hombre promiscuo, cachøndo y prácticamente desnudo.

Pero a decir verdad, ya me había acostumbrado a que el idiota estuviera siempre cerca. Ni siquiera me gustaba el hombre, pero... tenerlo cerca era algo reconfortante. No, "reconfortante" era la palabra incorrecta. No había nada reconfortante en Daemon: el tipo era un idiota malhumorado y gruñón que claramente apenas lo toleraba. Pero últimamente, no tenerlo cerca me puso nerviosa a. Fuera de balance. La soledad, la falta de propósito y significado en esta vida… lo devoraba, todos los días. A veces pensaba que odiaba a Daemon, pero odiaba estar sola con mis pensamientos, estar sola, punto, incluso más. Cuando él estaba presente, el mundo se enfocó un poco más. Sabía que no era normal, sabía que era una especie de dependencia extraña nacida de la soledad y la desesperación, pero no podía hacer nada al respecto.

No quería estar sóla.

Hicimos todo juntos en estos días: cocinamos, hurgamos, discutimos o simplemente nos sentabamos en silencio. El silencio con él alrededor no se sentía tan abrumador y aterrador como el silencio cuando estaba sola.

Tal vez por eso tocarme con Daemon alrededor no se sentía ni de lejos tan raro como debería haber sido- podría haber sido en el mundo real. En este mundo extraño y surrealista donde solo existiamos nosotros dos, era solo otra cosa que hacíamos juntos.

Pero aunque podría no haber estado tan desconcertada por todo el asunto, no significaba que no fuera consciente de que

él podría no ser tan indiferente como yo.

Daemon era un completó mujeriego. A diferencia de mí, él amaba todos los cøñøs que estuvieran disponibles. Le encantaba meter su pølla en alguien mujer. Así que,

realmente, estar al lado del idiota era… probablemente no lo ideal.

Un poco imprudente. Tan provocativa como hubiera sido una mujer sexy y desnuda que se acøstara junto a Daemon todas las

noches. No estaba ciega. Podía sentir la tensión en él, la creciente frustración, podía ver la forma en que la pølla se endurecía varias veces al día.

Um, no es que estaba mirando la entrepierna del hombre todo el tiempo ni nada; estaba justo ahí. Cualquiera miraría. Cualquiera lo notaría, considerando lo jodidamente grande que era esa cosa.Junto con el hecho de que el hombre no podía soportarlo, parecía que era solo cuestión de tiempo antes de que Daemon finalmente se rompiera.

Probablemente, debería dejar de hacer esto junto a él. Pero joder, no podía. Me gustaba, necesitaba, sentirme bien. Y esta era prácticamente la única forma en que podía sentirme bien en esta isla abandonada donde nunca sucedía nada. El embotamiento embrutecedor de esta existencia me estaba volviendo loca, sentía que estaba perdiendo la cabeza lentamente, y no estaba dispuesta a privarme de este pequeño consuelo.

Incluso si mí propio toque era mejor que nada.

Así que ignoró a Daemon y comienzo mi hora de alivio. Como si el hombre hubiera leído mis pensamientos, simplemente se alejo de mí.

...************...

Ocurrió en el cuarto día de lluvia continua.

Estaba acurrucada de costado, de espaldas a Daemon, mi mano trabaja tranquilamente en la entrada mi cøñø. Me había quitado los pantalones cortos hasta los pies, porque odiaba la restricción se sentía con ellos. Estaba oscuro en el refugio, él no podía verme de todos modos.

Acaricié mi clítøris lentamente con el tambor de la lluvia afuera.

Cap-cap, cap-cap, cap-cap.

Me preguntó media aturdida si esto era lo que los humanos primitivos solían hacer todo el tiempo: sin Internet y sin entretenimiento para pasar el tiempo, probablemente solo estarían føllandø, tocandose, o mąsturbąrs€ sus pøllas(hablando ya de hombres) todo el día. Tal vez tenían ørgíąs públicas todo el tiempo, andando desnudøs, con pechøs y pøllas a la vista.

Mujeres bonitas y desnudas chupąndø pøllas gruesas y duras... cabezas de su mi€mbrøs rojas relucientes de pre-s€m€n... Mmm...

Aunque probablemente también había gays en ese entonces. La imagen mental de los hombres de las cavernas chupándøse las

pøllas entre ellos era… obviamente no era tan atractiva como lo era en una pareja de heteros. Pero no descarté la imagen.

—¿Crees que hubo neandertales gay?

¡Mierda!. Mi filtro de mi cerebro a boca parecía no existir últimamente.

—¿En serio? —La voz de Daemon era un poco estrangulada, diversión mezclada con molestia. —¿Qué clase de pregunta es esa?

—Sólo tuve un pensamiento, —digo, mientras todavía estoy acariciándome mi clítøris con algo de dureza.

—Tu cerebro es un lugar muy extraño.

Tratare sin alterarme por su comentario.

—¿Por qué estás pensando en hombres de las cavernas gay mientras te tocas? —Dijo.

—¿Cómo sabes que me estoy tocando?

—Tengo oídos.

Salí de mi entrada y deslicé mi mano por todo mi cuerpo, acariciando mi estómago tembloroso y luego masajeando mis pechøs. Mi piel se erizó, hipersensible después de no haber sido tocada durante tanto tiempo. G€mí.

—Cállate la boca, —dijo Daemon.

Regresé mi mano a mí cøñø.

—Nadie te obliga a escuchar.

—Si no lo supiera mejor, pensaría que lo estás pidiendo—. Oh, él idiota sonaba enojado.

Apreté mi dedo en mi clítøris y mi excitąciøn se disparó.

—No soy responsable de tu mente enferma, pervertido.

Se rió maliciosamente.

—¿Mi mente enferma? Te estás tocando a unos centímetros de mí y gimi€ndo como una estrella del pørno.

—No es que no lo hagas tú también, —dije defendiéndome de su acusacion, mientras me acariciaba más rápido. —Todos lo hacen. Es una función natural del cuerpo. No sé por qué le estás dando tanta importancia.

—¿Ya olvidaste que soy un "promiscuo"? —dijo mordazmente.

Me mordí el labio inferior.

—¿Estás diciendo que no puedes controlarte? Eso es bastante patético.

—Puedo controlarme, —dijo. —No eres tan caliente. Pero callarte con mi pølla nunca ha sido más tentador.

Me lamí el labio inferior de mi boca, el corazón me martilleaba en el pecho. Introduje un dedo en mi entrada acelerando más el ritmo, dolorosamente conscientemente que el gran cuerpo de Daemon está detrás mío.

—Te dije que me ahorraras tus fantasías enfermas.

Se rió más fuerte.

—Al menos ten la decencia de dejar de tocarte mientras me hablas.

—¿Por qué? Soy perfectamente capaz de realizar múltiples tareas—. Con toda honestidad, probablemente debería dejar de

hablar con él, pero la voz baja y gruñona del hombre, el peligro de que se rompiera, solo hizo que mi placer fuera más agudo. No

podía dejar de tocarme, mi dedo cada vez ingresa más rápido, el resbaladizo sonido de la carne contra la carne llenaba el pequeño refugio. G€mí más fuerte... Solo por la idea. Gruñendo, Sentí a Daemon rodear y apretarse contra mi espalda.

Su espalda muy desnuda.

—Aléjate de mí, tú...

—Deja el acto, —soltó, su mano agarrándome las caderas. —No estarías desnuda si no quisieras esto, pequeña fanática de las pøllas.

—No soy una prosti-

—Eres una jodida calientapøllas más grande que he conocido, —gruñó. —Vas semidesnuda, te tocas a mi lado, me das esos ojos de cierva necesitada...

—¡Yo no lo hago!

—Tú lo haces. Y me tocas todo el tiempo, —gruño mientras apretaba su pølla entre las mejillas de mi culitø.

Su mi€mbrø estaba ya estaba muy durø.

Tenía la miembrø de otro hombre, que no era mi esposó frotándose contra mí culø.

Dios, era tan degradante. Era una mujer casada. Mejor dicho viuda.¿Cómo se atreve este imbécil a frotar su pølla contra de mí

como si fuera una mujerzuela hambrienta de sexø? Quería detenerlo. Lo hacía. Pero Daemon era mucho más grande y fuerte. Luchar contra él sería inútil, ¿verdad?.

—Así que ahora tienes que acostarte en la cama que hiciste, —dijo, su aliento caliente y húmedo de tras de mí oreja. —Finalmente estoy haciendo lo que querías.

—No quiero esto, tú, ¡tú viøladør!

Se rió, el sonido bajo y lleno de diversión.

—¿Viøladør? Entonces, ¿por qué sigues føllandøte con los dedos?

Me sonroje, dándome cuenta de que todavía tenía mi dedo en mi entrada.

—Estoy caliente, —dije a la defensiva. —Estaba cerca de correrme cuando empezaste a abusar de mí. Eso es todo.

—No te detengas por mí, — Sonada muy seco, como si no estuviera surcando entre mis mejillas como un animal repugnante. —Adelante.

Fruncí el ceño, pero joder, estaba realmente

cachonda. Quería venirme. Incluso tener a el hombre desnudo presionado con tanta fuerza mi espalda no me apagaba.

Culpare a mí hambre de toques. Mi piel hormigueaba en cada punto que me tocaba, y era tan difícil pensar en otra cosa. Me sentí tan bien. Necesitaba...

—Bien, —me quejé, reanudando mis caricias. —Pero no te hagas ninguna idea graciosa. Si siquiera planeas meter tu pølla en mi cøñø...

—No estoy planeando, —dijo. —Tengo estándares.

—Te odio, —dije con todo el sentimiento, apretando mi clítøris más rápido. —Dios, no te soporto.

Daemon resopló.

—El sentimiento es mutuo, pequeña provocador intolerante,—dijo, su pølla presionando más y más fuerte entre mis mejillas.

La resbaladiza cabeza se atascó contra mí entrada por un momento, me sacudí, como si algo me hubiera electrocutado, un siseo

salió de mis labios.

—No te atrevas, —dije, ingresando un segundo dedo a mi apretado cøñø. —Si siquiera piensas en meter tu enorme y repugnante pølla en mí...

—Para ser una señora recatada, seguro que te obsesionas mucho con el tamaño de mi p€n€.

—Vete a la mierda. Lo que quiero decir es que si piensas en meterme tu mi€mbrø, te juro que... yo...

—¿Tú qué? —Daemon dijo cerca de mi oído, su voz baja y ronca. —¿Qué harás? ¿Llamar a la policía? Puedo hacerte cualquier cosa y

nadie me detendrá.

—Estás enfermo, —g€mi, mi mano se resbaló más rápido con mi €xitaciøn mientras aceleraba más el ritmo.

—Si yo estoy enfermo, tú también. Te €xcita, hipócrita. —Me mordió el lóbulo de la oreja, haciendo que gritara. —Quieres que te fuerce. Si te obligo, no es tu culpa, ¿verdad? ¿Es así como piensas?

—Cállate, —murmure, con mi cabeza ya dandome vueltas.

No podía pensar, todo su mundo se reducía a su dolorido clítøris, y al p€n€ surcando entre mis mejillas. El sonido obsceno de la carne rechinando contra la carne, el aliento caliente de Daemon contra mi oído, su cuerpo grande y duro de tras de mí, todo me hacía sentir extraña, haciéndome incapaz de formar pensamientos coherentes.

Probablemente, fue la privación del tacto.

Después de meses sin ser tocada, tener tanta piel desnuda contra la mía era

enloquecedor. Joder, no debería haber estado permitiendo que esto sucediera, estaba mal, repugnante y depravado, pero no podía pensar. Estaba siendo forzado, ¿verdad? No era culpa mía.

Gimi€ndo, me volteo boca abajo, con la mano atrapada entre mis piernas. Daemon me siguió, hundiendo sus dientes en mi hombro mientras su pesado cuerpo lo presionaba,

sus caderas empujaban, su pølla se deslizaba entre mis mejillas, cada vez más fuerte-

El ørgasmø fue intenso, me hizo escapar un g€mido bajo, mientras me venía sobre la sábanas de la cama.

Quedó sin energía, mi cabeza felizmente vacía por un tiempo, hasta que sentí el líquido pegajoso y caliente entre mis mejillas antes de que el pesado cuerpo de Daemon se quedara quieto encima de mí.

—Uf, —dije. —¡Quítate de encima, eso es repugnante!

Daemon rodó fuera de mí y se acostó de espaldas, todavía respirando con dificultad.

Jade sobre mi fina almohada, el miedo, el pánico y la mortificación llenaron mis pulmones mientras la niebla del placer se

desvanecía. Mierda. ¿Qué habían hecho?

—No está pasando de nuevo, —dije temblorosa.

—Lo que sea, —murmuro, su tono entrecortado. Sonaba cabreado. Pero, de nuevo, siempre sonaba enojado.

Me moví, hice una mueca ante el lío pegajoso debajo y sobre mi. Joder no me voy acostar en un lugar húmedo.

—Dame tu cama, —dije, mientras me sentaba y me limpiaba con las sábanas de mi cama. De todos modos estaba arruinada.

—Vete a la mierda.

—¡Es tu culpa que la mía esté arruinada!

Daemon gimiø.

—Eres tan malditamente molesta. Vete a la mierda. No voy a dormir con tu jugos.

Lo fulmine con la mirada en la oscuridad.

—¡Yo tampoco voy a dormir en eso!

Bostezando, él idiota se rió entre dientes.

—Eres bienvenido a intentar moverme.

—¡Uf! —Le di una patada en la espinilla. —Si eres tan desconsiderado con tus juguetes de jodida, no es de extrañar que no puedas mantener ninguna relación.

—¿Qué te dio esa idea? —El idiota sonaba somnoliento y un poco curioso.

Me burle.

—Por favor. Tienes casi treinta y cuatro años, eres rico y no del todo feo...

—Gracias, —dijo secamente.

—No estarías recogiendo chicas guapos en islas tropicales a tu edad si alguien pudiera soportarte lo suficiente como para quedarse.

—Tus poderes de deducción nunca dejan de sorprenderme.

—Dame tu cama.

—No.

Lo volví a fulminar con la mirada, odiando que el gran patán ni siquiera él pudiera verlo. Toco la mancha húmeda de mi "cama" hize una mueca. No había forma de que estuviera durmiendo sobre eso. considere simplemente darle la vuelta, pero sabía que el fondo estaba sucio y probablemente había todo tipo de insectos.

Asqueroso.

Él imbécil, empezó a roncar suavemente.

Sonreí.

Para luego dejarme caer encima de él.

El sonido de dolor que hizo, fue una maldita música para mis oídos.

—¿Qué diablos estás haciendo? —Gruñó.

Me asenté más cómodamente encima de él.

—Deberías haberme dado tu cama, —dije en un tono más agradable. —No tengo dónde dormir, así que estoy durmiendo contigo.

—Suéltame—.Trató de empujarme pero me aferre obstinadamente, mis dedos se clavaron en los costados de sus costillas, Daemon podia ser más grande y más fuerte, pero yo tenía más influencia en esta posición. Y joder, ahora era una cuestión de orgullo. Si yo no iba a dormir, tampoco el idiota.

Lucho, gruñó, maldijo sucio debajo de mí.

—Quítate de encima, mono...

Rompí a reír mientras me sostenía, que rápidamente se convirtió en una risa histérica. No fue tan divertido, para ser

honesta, pero mis emociones estaban por todos lados y no tenía idea de qué hacer con ellas. Ya me estaba volviendo loca; no tenía

idea de lo que estaba haciendo ni de lo que le estaba pasando en mí vida, odiaba a este hombre, no podía soportarlo, pero también

lo necesitaba con una ferocidad que lo

aterrorizaba. Ya no sabía lo que estaba pasando, quién era, qué era, por qué estaba pasando esto...

—¿Has perdido la cabeza? —volví a gruñir—¡Deja eso, deja de reír!

No me detuve. No podía. Me seguí riendo sin parar, hasta que los ruidos que salían de mi garganta se volvieron feos y rotos, mi cuerpo se estremeció y mis ojos ardieron por las lágrimas.

Daemon se puso rígido debajo de mí.

—Por el amor de Dios, —dijo secamente. —Si empiezas a llorarme, te echaré fuera.

Me apreté a sus costados.

—No estoy llorando, —dije, mi voz más gruesa de lo que le hubiera gustado.

Lanzó un suspiro sufrido. Parecía irritado, pero ya no intentaba apartarme.

—Deja de llorar y duerme, —dijo al fin.

Algo dentro de mí se aflojó un poco. Cerre los ojos y exhale.

La lluvia seguía golpeando contra el techo del refugio, pero todo lo que podía oír era el fuerte y constante latido del corazón debajo de mis oído.

Ni siquiera note en momento me quedé dormida.