En el bullicio del siglo XXI, Ana, una joven de 25 años, se siente como un extraño en su propia época. Con una fascinación por las épocas antiguas, especialmente los períodos históricos de esplendor y elegancia, Ana se sumerge en sus fantasías de ser una mujer de otra era.
Lo que ella no se espera, es que su deseo se hará realidad después de un accidente.
Tendrá que enfrentar desafíos y papeles en los cuales todavía no estaba preparada, lo lograra.
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Capitulo 11
El gran día había llegado al ducado, y el palacio estaba lleno de actividad y emoción mientras se preparaban para la boda que se celebraría más tarde esa tarde. Ana y sus padres habían llegado el día anterior para el gran evento, y estaban alojados en lujosas habitaciones dentro del palacio. Ana estaba radiante de emoción, y no podía dejar de sonreír mientras pensaba en el momento tan esperado que estaba por llegar.
Desde que era una niña, Ana había soñado con su boda, imaginando cómo sería el día en que finalmente se uniría en matrimonio con el hombre al que amaba. Ahora, ese día había llegado, y estaba a punto de casarse con Eduardo, el amor de su vida.
Uno de los aspectos más emocionantes de la boda para Ana era el vestido que llevaría. Había decidido usar un vestido hecho por su madre, un hermoso vestido de encaje blanco que había sido diseñado con amor y cuidado.
A medida que se preparaba para la ceremonia, Ana se sentía abrumada por una mezcla de emociones. Por un lado, estaba emocionada de finalmente casarse con el hombre al que amaba y comenzar una nueva vida juntos. Por otro lado, no pudo evitar sentir un ligero toque de tristeza al pensar en su madre, quien no estaba allí para verla casarse.
Ana cerró los ojos por un momento, recordando a su madre con cariño y gratitud. Sabía que, aunque no estuviera físicamente presente, su madre de la vida anterior, estaría en su corazón en ese día tan especial. Se consoló sabiendo que su madre estaría mirándola desde arriba, bendiciendo su unión y deseándoles felicidad en su vida juntos.
Cuando finalmente llegó el momento de ponerse el vestido, Ana sintió un nudo en la garganta mientras su madre la ayudaba a colocárselo. Sus ojos se llenaron de lágrimas mientras recordaba los momentos felices que habían compartido juntas, y deseó con todo su corazón que su madre estuviera allí para verla en su gran día.
"Te ves absolutamente hermosa, mi querida Ana", dijo su madre con voz suave, limpiando las lágrimas de sus mejillas. "Estoy tan orgullosa de la mujer en la que te has convertido, y sé que serás increíblemente feliz con Eduardo."
Ana asintió con gratitud, sintiendo el amor y el apoyo de su madre envolviéndola como un cálido abrazo. Sabía que su madre siempre estaría con ella en espíritu, guiándola y protegiéndola en cada paso del camino.
Con el vestido puesto y su madre a su lado en espíritu, Ana se sintió lista para enfrentar el día que tenía por delante. Salió de su habitación con elegancia y gracia, ya la esperaba su padre el cual la entregaría, lista para unirse a Eduardo en el altar y comenzar una nueva vida juntos como marido y mujer.
A medida que se acercaba la hora de la ceremonia, el palacio se llenó de invitados que llegaban para presenciar el matrimonio de Ana y Eduardo. La atmósfera estaba llena de anticipación y emoción, y Ana podía sentir el latido de su corazón acelerándose con cada minuto que pasaba.
Finalmente, llegó el momento de la ceremonia, y Ana caminó por el pasillo del palacio con elegancia y gracia, llevando el vestido hecho por su madre con orgullo y determinación. Sus ojos se encontraron con los de Eduardo cuando llegó al altar, y supo en ese momento que estaban destinados a estar juntos para siempre.
La ceremonia fue hermosa y conmovedora, llena de amor y promesas de unión eterna. Ana y Eduardo intercambiaron votos de amor y fidelidad, prometiéndose el uno al otro en presencia de sus seres queridos y amigos más cercanos.
Y cuando finalmente fueron declarados marido y mujer, Ana sintió como si el mundo entero estuviera brillando a su alrededor. Se giró hacia Eduardo con una sonrisa radiante en el rostro, sabiendo que juntos podrían enfrentar cualquier desafío que el futuro les deparara.
Después de la ceremonia, los recién casados fueron recibidos con aplausos y felicitaciones.