Después de un año de haberse conocido, Dan y Anuel vuelven a encontrarse de forma inesperada en el lugar menos esperado. ¡Las posibilidades de terminar juntos pudieran estar a flor de piel! ¿Que podría pasar entre un chico de preparatoria y un recién casado? ¿El amor entre ambos corazones volverá a resurgir? ¿Intentarán retomar aquellos sentimientos que compartieron en aquel verano que marcó la vida de ambos? ¿Podría Anuel ser capaz de olvidarse de su matrimonio para darle amor a su querido Dan? El tiempo hará que ambos corazones se enfrenten a una etapa de autodescubrimiento más profundo e intenso para poder elegir aquellas cosas que de verdad importan. ¿Qué cosas importan? Arráncame la Vida de es la continuación del libro titulado Quise Morir en Agosto.
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PORQUE SOY EL BRAVUCÓN
En el pasado, Félix solía ser mi bravucón. Aquel chico que disfrutaba de hacerme sentir mal. Causaba una angustia e inseguridad enormes en mi alma. ¿Por qué? Siempre me han dicho que parezco una nena, que parezco ser delicado y que soy diferente. ¿Que hacía Félix para atormentarme? ¡Si tú supieras! Ahora todo es pasado y no valía la pena recordar nada de eso.
—¿Aún eres ese bravucón?
Nuestros ojos estaban demasiado cerca, obligué a mi corazón a no permanecer nervioso. Sus manos estaban sobre mis brazos y ¿que era todo esto? ¿Una mezcla de pasado con un presente caliente? ¿La oportunidad de cambiar el rumbo de nuestros corazones? ¡No era mi primera vez en una situación así!
—No, pero veo que ya me recordaste.
—Recordé un poco. ¡Pero no vale la pena!
Sus cejas se enarcaron.
—¿No vale la pena?
Sonreí, le tomé desprevenido y cambie de lugar. Me giré rápidamente, use las técnicas que aprendí este verano y acorrale a Félix contra la pared. ¡El chaparrito controlaba al alto!
—Muchas cosas han cambiado. Ya no somos chicos de secundaria.
—Y tú te volviste más fuerte que antes.
—La verdad sí.
Mirar sus ojos era un impulso que no podía controlar desde el momento en que logré acorralarlo.
—¿Te gusta ese tal Adrian? —Su pregunta me desconcertó un poco. En realidad no había pensado mucho en la propuesta de esta mañana.
Aflojé un poco mi agarre.
—Creo que...
—¿Le dirás que sí?
—¿Te afecta lo que yo pueda responderle?
Se quedó callado por unos segundos. Decidí soltarlo y por alguna extraña razón, me acorde de él. De su cuerpo. De su sonrisa. De sus manos. De sus brazos abrazándome. De sus besos y... ¡Anuel no estaba aquí!
—Más de lo que tú crees.
Su respuesta me sorprendió y sin darme cuenta (porque en realidad mis pensamientos titubearon demasiado) otra vez estaba acorralado contra la pared.
—¿Por que te afectaría lo que yo decidiera? Después de todo, se que eres todo un bravucón. Ahora te has puesto bien chulo, tienes buena cara y en nuestro primer día, descubri que tus músculos derriten a muchas chicas. ¿Que tiene que ver mi decisión contigo?
El Dan que decía las cosas de forma directa había vuelto. Félix pareció meditar en mi respuesta, esta vez sus manos estaban apoyadas contra el muro y su rostro se acercó sigilosamente a mi rostro.
—¿Aún no tienes tu primer amor?
Su pregunta me hizo recordar con más intensidad el verano pasado y sobre todo, lo que había pasado hace tres días cuando aún estábamos en Huatulco.
—Lo tuve.
Sus cejas se enarcaron, quizá y es que Félix no esperaba una respuesta así.
—Pero...
—Fue bello. ¡Más de lo que pudiera explicar! Fue casual, repentino, fugaz. ¡Lo tuve! Y ahora ya no.
—¿Tuviste...?
—Novio. Ya tuve a mi primer novio.
Mi respuesta lo sorprendió aún más.
—¿Me estas jugando alguna broma?
—¿Por que debería jugarte una broma? ¿No me crees?
Se me quedó mirando, escuché los ladridos de un perro afuera de la escuela.
—Yo... Bueno, es que...
Sonreí.
—¿Nunca imaginaste que yo podría tener novio?
—La verdad sí. Pensé que seguías siendo inexperto en temas así.
—Pues deberías creerlo. ¡Tuve novio!
—¿Y aprovecharás que ahora estás soltero para aceptar la propuesta de ese tal Adrián?
—Puede ser, aunque...
—No lo aceptes.
—¿Por que no debería? Después de todo, la decisión es mía.
Asintió.
—Eso lo sé. Pero se te olvida que ya le dije a toda la escuela que yo soy tu novio.
—No se me olvida lo que dijiste, pero, en realidad somos adolescentes. Hoy te gusta alguien, mañana ya no sabes que existe y cuando crezcas ya lo habrás superado.
—Bueno sí, pero... algunas cosas no se superan a pesar del tiempo.
—Creo que ya deberíamos irnos. Tú...
—¿Puedo besarte?
—¿Te sientes bien de la cabeza?
—Sí. ¿Por?
—Hasta donde sé, a ti te gustan las chicas. ¡Muchas de la escuela se derriten por ti! Más ahora que eres el chico nuevo.
Sus labios se curvaron. Parecía muy complacido escuchándome hablar así. Estar recargado contra el muro ya me parecía algo cómodo.
—Bueno, eso es lo que tú piensas. ¡Ahora es mi turno!
—¿Tu turno?
Sonrió.
—Es mi turno de decir lo que yo pienso sobre ti —vi como relamía su labio inferior—. Creciste un poco, te pusiste demasiado lindo y tu cuerpo, en realidad diría que tienes mejor que cuerpo que algunas chicas.
—¡Ora! No digas tonterías, yo...
—Tu cintura parece perfecta. Lo acabo de descubrir hace rato que te tome de ahí.
—Si tú lo dices.
—Lo digo y te sostengo. Me parece genial que ahora todo vaya bien contigo. Qué tal vez fui muy grosero en el pasado y se que te hice mucho daño, pero muy en el fondo te puedo asegurar que ahora todo es diferente. ¡Seguirá siendo diferente! Lo prometo.
Sus palabras me parecieron muy gentiles. ¡Que chido que el tiempo nos había permitido madurar (si así pueda llamarse) de cierto modo!
—Pues bueno. Espero que las cosas fluyan bien entre nosotros. ¡Neta! No creí que volvería a verte.
—Pues me estás viendo ahora. ¿Puedo besarte?
—¡Mejor vamos por tacos! Tengo hambre.
Y así fue mi reencuentro con el pasado.