Primer libro de la saga Lobo.
⚠️ CONTENIDO (+18)⚠️
Ella es una hermosa peliroja vendedora de flores, que trabaja duramente para la mujer que la recogió después de la trágica muerte de su familia, la cual fue cruelmente asesinada.
Él es el futuro líder de la mafia italiana y para poder posicionarse en ese puesto primero su padre le exige matar a un traidor, y luego le exige también una Dama que gobierne a su lado. Un día cualquiera conoce a una vendedora de flores que lo deja cautivado desde el primer instante, se obsesiona con ella y la rapta para que sea su Dama, su Reina, su esposa...
Lo que ambos no saben es que tanto su pasado como su futuro están relativamente unidos.
¿Nacerá el amor o el odio?
¿Podrán perdonar o condenarse?
¿Podrán olvidar y superar?
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Cena de compromiso
Angélica Moretti.🌺
Llegamos a un lugar muy precioso, grande y lujoso. Bajamos del auto y poso mi mano en su brazo para ingresar al interior del restaurante. Un par de meseras nos reciben y hacen una corta reverencia tanto a él como a mí. <
—Bienvenidos, señor y señorita Lobo —dice una de las mujeres. Saludamos y ellas nos guían a una mesa para dos.
Esto está completamente solo. El lugar es bello, tiene candelabros en el techo en forma de araña, todo está bien iluminado; es muy especial, bonito. Ni en mis mejores sueños pensé estar en un lugar como este, donde solo se ve dinero, lujos y extravagancias.
—¿Solo estaremos tú y yo? —pregunto en un susurro; se siente raro tratarlo de tú.
—Sí, lo mandé a acondicionar solo para nosotros, para nuestra cena. ¿Te da miedo que estemos solos? —me ayuda a sentarme en el cómodo asiento y él se sienta a mi lado.
—Solo un poco —confieso.
—No debes temer, yo no te morderé —dice solo para los dos, y siento como si lo dijera con doble sentido.
Nos entregan la carta y él pide una botella de vino mientras decidimos qué comeremos. Yo quedo estupefacta con los precios de cada plato. ¡Madre santísima! Con lo que cuesta un plato de comida aquí, yo podría comer durante dos meses. ¡Todo es demasiado costoso! Creo que hasta el hambre se me quitó con solo ver los precios.
—No mires los precios —me regaña el mafioso—. Pide lo que quieras.
—Es que… no sé qué pedir —y es verdad, no estoy acostumbrada a comer platillos gourmet ni nada parecido; hay unos nombres que ni conozco, más bien ni sabía que existían—. Sabe que no estoy acostumbrada a todo esto. En casa de la señora Berenice lo más fino que comí fue pasta con pollo y, por fuera, solo pizza. No contaba con dinero para nada más —soy sincera.
—¿Volvemos a las formalidades? —pregunta mientras nos sirven una copa de vino, el cual tampoco nunca he tomado.
—¡Lo siento! —me disculpo.
—Poco a poco te acostumbrarás, porque de ahora en adelante tendrás todo conmigo. Prometo que no te faltará nada.
Se encarga de explicarme el nombre y lo que es cada plato que está en la carta, para al final terminar escogiendo por mí, porque yo no soy capaz de escoger nada. Algunos platos me parecen deliciosos, otros, extraños.
El vino se siente raro, pero delicioso. Me tomo la primera copa mientras nos traen la comida.
—¿Cuándo es tu cumpleaños? —me pregunta.
—La verdadera fecha no la recuerdo, pero desde que estoy con la señora Berenice lo celebro el mismo día que ella me encontró: 18 de noviembre.
—Faltan siete meses para eso. ¿Nunca has ido donde un profesional para ver si te ayudan a recordar tu pasado?
—No. ¿Con qué dinero? —tomo un sorbo de su vino.
Los platos llegan y el hambre vuelve con los olores tan exquisitos que desprende cada uno. Todo huele delicioso y me siento como una niña chiquita cuando tomo los cubiertos. No soy tan experta con ellos, pero me defiendo.
—Buon appetito —me dice Maximiliano.
—Igual.
—¿Te gusta? —pregunta después de unos minutos, y yo asiento satisfecha por todo.
Después de la comida llega el postre, y creo que es la parte más deliciosa de la cena. Varios sabores explotan en mi boca y siento que me transporto a otro mundo. Suelto jadeos de satisfacción y me siento incómoda cuando Maximiliano se remueve en su asiento y me mira con ojos brillantes.
—¡Perdón!, pero es que está muy rico. ¡Nunca en mi vida había probado algo tan delicioso! ¿Puedo pedir uno para llevar… o dos?
—Los que quieras, mia regina.
—¿Quieres probar un poco? —le pregunto y él asiente. Tomo un poco del postre y se lo meto a la boca para que pruebe, y luego él hace lo mismo con el suyo.
—El tuyo también está delicioso —aseguro, y él sonríe—. Ya está haciendo efecto mi trabajo, tu segunda sonrisa de la noche —señalo.
—Eres una buena profesora, y yo también seré un buen profesor para enseñarte todo lo que no sepas —musita, y vuelvo a sentir como si hablara con doble sentido—. Mi piaci molto, Angélica.
Me sonrojo ante su expresión.
Nos tomamos otra copa de vino mientras él no se cansa de decirme cosas lindas que me sonrojan y me aceleran el corazón. Siento algo muy extraño en mi pecho. ¿Me gusta el mafioso?
Cuando menos lo espero, está hincado frente a mí con una preciosa caja de terciopelo que muestra un hermoso anillo con una piedra roja.
—Ti vuoi sposare con me? (¿Te casarías conmigo?) —me pregunta, y un cúmulo de sensaciones se remueven en mi pecho. Tengo miedo, y sé que debo hacerlo porque se lo prometí. Lo haré por Fátima, por saber la verdad acerca de lo que pasó con mi familia.
Alterno la mirada entre él y el anillo, que es precioso, y él, por muy mafioso que sea, también es muy guapo, y creo que en el fondo me atrae.
—Sí —respondo despacio y con algo atorado en la garganta. Quiero llorar, más de nervios que por felicidad. Nunca pensé que me comprometería en matrimonio con un hombre así.
Vuelve a sonreír y besa mi mano con dulzura.
—Este anillo es el mapa de nuestro infinito. No tiene inicio ni final. Con él te pido que te embarques conmigo en la aventura más importante de nuestras vidas. Sé que aún no me amas, pero haré hasta lo imposible para que muy pronto lo hagas. Mientras tanto, espero que mi amor alcance para los dos —desliza el anillo en mi dedo y yo siento que tiemblo. Besa mi mano otra vez y nuestras miradas se encuentran.
Nos ponemos de pie y una melodía suave envuelve el momento, mientras él me acerca a su cuerpo y comenzamos a bailar lento y suave. Me recuerda a los bailes de los cuentos de los hermanos Grimm.
—Prometo que no te arrepentirás de aceptar ser mi esposa, mi dama, mi reina —susurra en mi oído, y toda mi piel se eriza cuando siento su aliento en mi cuello—. Voglio baciarti.
Reparo su boca y dejo que lo haga. Dejo que me bese a su manera. Comienza lento y luego se va tornando más caliente y demandante. Introduce su lengua en mi boca y toca la mía para que yo también la meta en la suya...
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