En un futuro distopico, la humanidad vive bajo el yugo de un gobierno totalitario que controla cada aspecto de la vida. La protagonista, Elena, es una joven habil en el combate y la tecnología. Tras la captura de su hermano menor por las fuerzas del régimen, decide unirse a un grupo de rebeldes conocido como "los sombra"
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El traidor entre nosotros
La noche estaba envuelta en un silencio inquietante cuando Elena y Maya se prepararon para llevar a cabo su plan. El aire cargaba una mezcla de tensión y expectativa, y la base de “Los Sombra” parecía estar al borde de la acción. Las luces parpadeaban mientras el grupo se organizaba, cada uno consciente de la importancia de lo que estaba a punto de suceder.
Elena revisó su equipo una vez más. Tenía un pequeño dispositivo de interferencia que había diseñado durante su tiempo en la base, y estaba lista para usarlo. “Recuerda, la distracción debe ser lo suficientemente ruidosa para atraer su atención, pero también tenemos que ser rápidas. No podemos permitir que nos encuentren,” le dijo a Maya, que asintió con determinación.
“Si todo sale bien, podremos rescatar a algunos de nuestros compañeros y, con suerte, encontrar a tu hermano,” respondió Maya, su voz firme. “Pero debemos estar preparadas para cualquier cosa.”
El grupo se dividió en dos. Una parte se encargaría de crear la distracción en un sector cercano, mientras que Elena, Maya y un par de guerreros se encaminarían hacia el barrio donde se rumoreaba que el régimen había realizado redadas. Con un último intercambio de miradas, todos se despidieron y se dispusieron a ejecutar sus respectivos planes.
Al llegar al sector de la distracción, Elena sintió un nudo en el estómago. El ambiente era tenso, y cada sombra parecía moverse con vida propia. “Es hora,” dijo Maya, y activaron el dispositivo de interferencia. De repente, un estruendo resonó en el aire, como si una explosión hubiera estallado en la distancia.
El sonido atrajo la atención de las patrullas del régimen, que comenzaron a moverse hacia el lugar del alboroto. Elena sintió una oleada de nerviosismo, pero se recordó a sí misma que esto era por Leo, por todos los que habían sido atrapados en la oscuridad del régimen.
“Vamos, tenemos que movernos,” dijo, y el grupo avanzó sigilosamente hacia el área donde se creía que habían llevado a los prisioneros. Sin embargo, a medida que se acercaban, el ambiente se tornó más peligroso. El sonido de botas resonando en las calles y el murmullo de voces se volvían cada vez más cercanos.
Finalmente, llegaron a un edificio en ruinas que había sido utilizado como centro de detención. “Aquí es,” susurró Maya, señalando hacia una entrada lateral. “Debemos ser rápidos. Si encontramos a alguien, tenemos que sacarlos de aquí antes de que lleguen más soldados.”
Elena asintió, y juntos se adentraron en el edificio. El interior era oscuro y polvoriento, y el aire estaba impregnado de un olor a humedad y desesperación. Con cada paso, la tensión aumentaba. La luz de una linterna se movía en la distancia, y Elena contuvo la respiración.
“Escuché que hay una sala de celdas en el segundo piso,” dijo uno de los guerreros, su voz apenas un susurro. “Podríamos empezar allí.”
Comenzaron a subir las escaleras, cada paso resonando en el silencio. Al llegar al segundo piso, una puerta entreabierta llamó su atención. Elena se acercó con cautela y miró a través de la rendija.
Dentro, varios prisioneros estaban encadenados a la pared, con miradas de desesperación. Su corazón se hundió al verlos. “¡Tenemos que sacarlos!” exclamó, pero justo en ese momento, un sonido de pasos resonó en el pasillo.
“¡Rápido!” gritó Maya, y empujaron la puerta con fuerza. La sorpresa en los rostros de los prisioneros se transformó en esperanza al ver la llegada de sus rescatadores. Pero antes de que pudieran entrar, un disparo resonó, y una bala impactó cerca de ellos.
“¡Es una trampa!” gritó uno de los guerreros, y el pánico se desató. Elena se giró para ver a un grupo de soldados del régimen acercándose, armados y listos para disparar.
En un instante de claridad, Elena recordó lo que Maya había dicho sobre el dolor y el sacrificio. “¡Salgamos de aquí!” gritó, y con un impulso, comenzó a arrastrar a los prisioneros hacia la salida. Sin embargo, en medio del caos, se percató de que uno de los soldados estaba bloqueando su camino.
“¡No puedo dejar que se escapen!” vociferó el soldado, y en ese momento, Elena sintió que el mundo se detenía. Con un movimiento rápido, sacó su arma y disparó, sintiendo la adrenalina subir a su rostro. El soldado cayó, y el camino quedó despejado.
“¡Vamos, ahora!” gritó a los prisioneros, y todos comenzaron a correr hacia la salida. Pero cuando estaban a punto de escapar, un grito resonó en el aire. “¡Elena, cuidado!” Maya la empujó hacia un lado justo a tiempo para evitar que un disparo la alcanzara.
Elena se levantó, aturdida, y miró hacia el lugar de donde provenía la amenaza. Un traidor, un miembro de “Los Sombra” que había estado en la base, había estado trabajando con el régimen. “¡No pueden escapar! Ustedes son solo sombras en la noche,” dijo con una sonrisa siniestra.
El corazón de Elena se hundió. Se dio cuenta de que no solo estaban luchando contra el régimen, sino también contra uno de los suyos. “¡Regresa! ¡Esto no es lo que somos!” le gritó.
Pero el traidor solo se rió, su expresión llena de desprecio. “Soy más leal al régimen que a ustedes. Y esta es la última vez que se interponen en mi camino.”
El caos se intensificó mientras los soldados del régimen comenzaban a rodearlos. Elena sabía que debían tomar una decisión rápida. “¡A la salida! ¡Ahora!” gritó, y con un movimiento decidido, se lanzó hacia el pasillo, arrastrando a los prisioneros consigo.
Mientras huían, sintió el peso del traidor tras de ellos, disparando y gritando órdenes. Era una carrera contra el tiempo, y las balas silbaban a su alrededor. Pero la determinación de Elena era más fuerte que su miedo. No podía dejar que más inocentes cayeran.
Con un último esfuerzo, lograron salir al aire libre, pero el traidor los seguía de cerca. “¡No se escapen!” gritó, pero Elena y Maya se habían adelantado, guiando a los prisioneros a la seguridad.
La noche se llenó de ecos de disparos y gritos, pero, a pesar del caos, Elena sintió que la esperanza aún brillaba en la oscuridad. Habían sobrevivido, pero la traición había dejado una marca profunda en sus corazones. Sabía que la lucha apenas comenzaba.