Son tantas las lágrimas que he derramado en mi vida, que mi corazón se volvió de piedra. No me juzguen, soy Marina y ésta es mi historia.
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El Doloroso Pasado
Creo que es hora de dormir Marina es muy tarde ya deben ser más de la una de la madrugada.
--Hay no don Raymundo, por favor sígame contando la historia de sus padres. Le decía con mis ojos anegados de lágrimas.
--Pobre de su mamita, y su papá...
--No, debemos descansar mañana nos toca cosecha de aceitunas.
--Te recuerdo que mañana te corresponde a tí, contarme de tu vida.
La noche dió vida a un nuevo día. Supongo que cuando don Thomas hablaba del Edén. Era éste mágico lugar. Aquí estábamos escondidos del mundo. Y yo por mi parte curando mis heridas.
El día comenzó temprano para mí, luego desperté a don Raymundo, ya eran las siete.
Ya había aprendido a ver la hora. Era un nuevo logro en mi vida. Después del desayuno partimos a la arboleda a recoger las aceitunas.
--Esas cositas son malas, asquerosas.
--Las probastes?
--Jajaja me gustaría haber visto tu rostro jajaja.
--Las aceitunas son lo mejor de la vida Marina, lo que pasa es que no las has probado después de su proceso. También preparo aceite, pero soy un goloso y las prefiero comer con sal.
Estuvimos toda la mañana en la cosecha y después las pusimos en lejía. De ahí había que dejarlas macerar un mes.
--Ya verás cuando las pruebes. Serás capaz de todo por comer unas cuantas. Hasta de robar.
Amaba esos momentos, eran solo felicidad para mí, me sentía segura y cada palabra que el pronunciaba para mí era ley. Quería ser perfecta ante sus ojos.
Miraba a mis perros gorditos y felices, corriendo tras las mariposas.
Ya podía escribir algunas frases, me costaba pero practicaba una y otra vez hasta que me resultaba.
Después de cenar, sabía que él me haría preguntas.
--Marina, tú me contaste que vivías a la orilla de un río? Era un lugar bonito?
Pensé si podía separar los malos momentos con el entorno? La
--Si, era bonito de ahí pescaba y eso comíamos. Junto con lo que recolectaba del monte. Ella nunca me alimentó. Cuando llegaba en la mañana a lavar y preparar el desayuno nunca había nada. Generalmente dormía en las mañanas y trabajaba en las tardes y noches.
--Ella era una prostituta y su nombre era Ivonne, nunca me dijo su apellido. Nunca supe si tenía familia, ella no me dirigía la palabra, y si lo hacía era para ordenarme que hiciera algo o para pegarme.
--Mi cabeza y mi cuerpo está llena de cicatrices de correazos y de los palos que me arrojaba. Del oído derecho no escucho bien. Un día estaba durmiendo, no la escuché que me llamaba y me golpeó con un palo en mi cabeza, sangré más de una semana por ese oído. Tenía como siete y ocho años.
--Solo escucharla me hacía tiritar, y cuando era más pequeña me orinaba... perdón!!
Bajé mi cabeza no me dí cuenta y hablaba y hablaba, mis recuerdos se abrieron y no podía parar. A la vez que lloraba despacio.
--Perdón, yo no debí decir eso.
--Habla Marina, cuéntame no quiero que te calles, dime lo que quieras.
--Le tenía miedo, tengo recuerdos de muy pequeña que ella me tiraba al río, pero yo lograba salir, o de cuando había lluvia me tiraba afuera a la intemperie. Con el tiempo me dí cuenta de que muchas veces trató de acabar con mi vida.
--Una vez me dijo que hizo muchas cosas para que yo no naciera, y por eso me puso garrapata.
--Pero ahora tienes un nombre y muy bonito.
--La quemadura de tu brazo, fue un accidente o también lo hizo ella?
--Llevaba varios días que quería preguntarle por mi padre, esperaba un momento en que ella estuviera más ebria de lo normal, ya antes lo había hecho y me golpeó hasta que se cansó ahora yo tenía como diez años creo, nunca he sabido bien la fecha. Me dí valor y se lo pregunté que quién era él?
--No alcance a resguardarme cuando aún con su borrachera agarro un palo ardiendo de la cocina y me lo enterró en el brazo.
No me daba cuenta pero el llanto brotaba de mis ojos recordando el dolor físico y del alma. En un momento tuve que detenerme el dolor era tan grande que más que llanto eran alaridos los que salían de mi garganta.
Él se levantó de dónde estaba sentado y me abrazó. Me tomó en sus brazos cómo una niña y me acunó en su sillón.
--Llora mi niña preciosa, saca ese dolor quemante de tu alma. Llora Marina, llora por tu pasado, ya nadie nunca más abusará de tí.