"Mi vida cambió en un abrir y cerrar de ojos. Tenía todo lo que siempre había deseado: padres amorosos, una hermana que era mi mejor amiga y un novio que se suponía que me amaba desinteresadamente. Pero un día, al descubrir secretos ocultos que giraban en torno a mí, sentí que el suelo se desvanecía bajo mis pies. ¿Cómo podría haber estado tan ciega?, ¿cómo puede confiar tanto en esas personas?; estos secretos estaban a punto de sacudir los cimientos de mi familia y destruir mi relación."
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Capitulo XI Entregados a la pasión
Punto de vista de Kristen
Llegamos a mi apartamento y Gabriel me pidió que le invitará a un café, pensé en negarme, pero sentí feo de que la noche se terminará así. Subimos a mi apartamento y le preparo el café tal y como a él le gusta.
Éramos buenos amigos, así que conocíamos nuestros gustos. Quién se iba a imaginar que el tarado del aeropuerto se volvería alguien tan importante en mi vida.
“Me gusta como me preparas el café”, me dijo mostrando su encantadora sonrisa.
“Solo es agua y café, no exageres”, le respondí poniéndome de pie para llevar la taza y el vaso a la cocina.
Gabriel me siguió y mientras yo limpiaba lo que ensucie él me ayudaba a secar y ponerlos donde va. Él al igual que yo éramos maniáticos de la limpieza. Al terminar de fregar los platos, di media vuelta sobre mis talones sin imaginar que él estaba detrás de mí. Por la impresión di un paso hacia atrás quedando atrapada entre el lavaplatos y el impresionante cuerpo de Gabriel. Él se acercó a mí y empezó a acariciar mi rostro suavemente con sus manos, yo cerré mis ojos dejándome llevar por la sensación de sentir su piel rozando la mía, se sentía maravilloso y el deseo empezó a despertar en mí. Abrí los ojos al sentir que se adueñó de mi boca, mientras nos besamos nuestras miradas se conectaron por un instante para luego sucumbir ante él. Con cuidado me alzó con sus fuertes manos haciendo que mis piernas rodearán su cintura. Empezó a tocar mi cuerpo con sus manos mientras yo me aferraba a él con mis piernas. Me subió a la mesa de la cocina y empezó a besar mi cuello mientras bajaba el cierre de mi vestido. No me daba tiempo a pensar, ya que cada vez que iba a entrar en razón él buscaba la forma de llevarme a perderla.
“No quiero que nuestra primera vez sea aquí en la cocina”, le susurré suavemente al oído.
Él se apartó de mí por un instante, me miró con sus oscuros ojos llenos de lujuria y me llevo a la habitación. Dejándome caer suavemente sobre mis sábanas blancas subió encima de mí y continuo con lo que estaba haciendo. No podía negar que me estaba gustando sus juegos con mis partes íntimas, como me acariciaba y me hacía sentir.
Termino por quitarme toda la ropa, se detuvo a observar mi cuerpo desnudo, volviendo a acercarse a mí para luego susurrarme algo al oído “¿Estás segura de esto?”, entre jadeos le dije que si y el continuo con lo suyo. Cuando estaba por entrar en mí se detuvo, seguramente se dio cuenta de que está era mi primera vez. Sus ojos se oscurecieron aún más y finalmente hicimos el amor. Fue tan lindo y tan especial, me sentía en las nubes. Aunque me dolía un poco no se podía comparar al placer que sentí junto a él.
“¿Por qué no me dijiste antes que era tu primera vez?”, me preguntó mientras acariciaba mi espalda.
“¿Te molesto eso?”, le pregunté mirándolo a los ojos.
“Claro que no, pero nunca me imaginé que con lo liberal que eres nunca lo hubieras hecho antes”, me respondió besando mi frente.
“Te dije que estaba en una supuesta relación, y yo si le era fiel, así que como buena estúpida me guardaba para... Bueno ya sabes”, respondí con sinceridad.
“Entonces cuando vea a mi sobrino le voy a agradecer por ser un idiota”, respondió Gabriel haciéndome cosquillas para luego abrazarme fuertemente a él.
“¿Ahora que va a pasar?”, pregunté temiendo al futuro.
“Nada, ahora eres mi mujer y quiero que todo el mundo lo sepa. No quiero que luego venga un pelele y quiera alejarte de mí”, me dijo Gabriel haciéndome sonreír.
“Hablo en serio ”, le dije mirándolo a los ojos.
“Yo también hablo en serio, quiero presentarte a mi familia y formalizar nuestra relación”, las palabras de Gabriel llenaron mi corazón, estaba sintiendo una gran felicidad, sentía mi mundo girar sobre una nube, nunca antes me había sentido así.
Punto de vista de Gabriel
Después de tomarme el café acompañé a Kristen a la cocina para ayudarla a limpiar un poco, estar cerca de ella y sentir su olor, me lleno de fuerzas para atreverme a besarla nuevamente, pero para mi sorpresa está vez no se resistió y tampoco me aparto, ella respondió a mis besos, a mis caricias, la subí en la mesa de la cocina y empecé a acariciar su esbelta figura, pensé que en cualquier momento me iba a detener, así que no le daba tiempo de hacerlo, cada vez que iba a decir o hacer algo buscaba la forma de llenarla de placer. Hasta que en un momento me pidió que no quería hacerlo en la cocina. La eleve con mis manos agarrando sus glúteos y la lleve a su habitación, era perfecta, ya que sus sábanas eran blancas como reflejando la pureza del sentimiento que tenía hacia ella. La despoje de toda su ropa y admire su cuerpo, ella no era voluptuosa ni nada de eso, pero me volvía loco tal cual se veía. Sin pensarlo más subí encima de ella, parecía no tener experiencia en lo que estaba haciendo, pues era algo torpe con sus manos, pensé que se estaba arrepintiendo, así que le pregunté si estaba segura de esto, a lo que respondió que sí. Estaba justo en su entrada y me di cuenta de que era su primera vez, mis ojos se posaron en los de ella, quien estaba sonrojada viéndose tan hermosa, no podía creer que sería su primer hombre. Con esa información controlé mis instintos y la hice mía de la manera más sutil y placentera para ambos, no quería que ella recordara este día como algo tormentoso. La hice mía por primera vez y fue la sensación más maravillosa de mi vida. Había estado con muchas mujeres, pero ninguna me hizo sentir lo que está niña me había hecho sentir.
Después de una pequeña conversación donde le dejé en claro que era mía y que todo el mundo lo sabría, nos quedamos dormidos abrazados hasta el siguiente día.