Malmcon es un hombre lleno de prejuicios al que le sale caro querer jugar con Lourdes, una joven inexperta en el amor
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Una disculpa
Malmcon
La pelirroja está distanciada de mí después de lo que ocurrió con Brenda. Para ella no soy más que un canalla, debo hacer que cambie de opinión si quiero que deje de verme como el enemigo y pueda llevar a cabo mi cometido, debo suavizar nuestra situación.
Hoy pienso tener un pequeño detalle con ella, para proponerle una tregua, al parecer ella no confía en nadie. Después de que me canse de ella, va a confiar menos. Conseguir lo que quiero de ella, es salirme de mis estándares de gustos por las mujeres afro-americanas. Desde muy temprana edad, la tía Queen nos decía que debíamos casarnos con mujeres pertenecientes a nuestro mismo círculo porque las manzanas no se pueden mezclar con las peras. Es por eso que mi gusto es exclusivo, hasta ahora, y no es que ella me guste, pero esa bofetada la tiene que pagar o dejo de llamarme Malmcon Lebreu.
Compro una caja de donas que sé, son sus favoritas, he visto que nunca desayuna con el resto, aunque el chef trata de alentarla para que lo haga. Ese estúpido que ni crea que va a conseguir a lo que yo ya le puse el ojo.
Entro al restaurante e inmediatamente mis ojos la buscan, allí está con su uniforme bien organizado como siempre, el cabello lo lleva recogido de manera perfecta, ninguna hebra fuera de lugar. Me acerco a donde se encuentra limpiando la cristalería, le hablo y ella del susto deja caer la copa que llevaba en la mano.
Le digo que voy a descontarle lo arruinado, pero a decir verdad eso no es nada para mí.
- A mi oficina Lourdes - le ordeno
Ella me sigue en silencio, cuando entramos a la oficina, no muy bien cierro la puerta atrapo sus besos, al principio trata de zafarse pero después se deja llevar un poco, cuando se está entregando al beso, lo termino para dejarla confundida.
- Cada que quiebres un plato, un vaso o cualquier otro daño, me lo pagarás así - amenazo
- No... no se qué pretendes Malmcon, pero deja ya de molestarme - me dice mientras se compone el uniforme - yo no soy como las mujeres con las que andas.
- Tienes razón, no lo eres, nunca salí con blanquitas - me acerco peligrosamente de nuevo - aunque tengo curiosidad, dicen que las blanquitas hacen el mejor oral.
Quiero soltar una carcajada por ver su rostro rojo, es extraño que una mujer de su edad se ponga así por bromas de ese tipo. Debe ser una moralista de mierda. En fin, a lo que vinimos.
- Lourdes quiero que fumemos la pipa de la paz, sé que he sido un patán y quiero que estemos bien - extiendo la caja con las donas y ella me mira con asombro disimulado, sus ojos son muy expresivos - desde hoy quiero que seamos amigos y te debo una disculpa. Sé que no me comporté nada bien contigo, pero quiero que sepas que no soy para nada ese tipo de la parrilla.
- Está bien - me dice - yo tampoco he sido amable, aunque no sé si de verdad podamos a tener una amistad, no lo tomes personal, es solo que me cuesta creer en los demás. Con las chicas es porque estamos juntas desde niñas y ellas siempre me defendieron - me dice con simpleza - pero acepto tu disculpa, gracias por las donas, son mis favoritas.
una historia admirable que te lleva de la mano, es la segunda ves que la leo he igualmente me atrapó.
Y yo tengo el mismo problema de dislexia y ante mi familia y sientas personas juzgan sin saber el significado y lo difícil que es saberlo y cinfrintarlo cada escrito con el pendiente de equivocarme.
un diluvio de bendiciones y nuevamente felicidades 👏 👏 👏 👏