En un mundo donde las tradiciones patriarcales dictan el poder, Arya Eryndor, la hija menor de una familia noble, lucha por demostrar que es digna de liderar su clan. Tildada de inútil y subestimada por sus tres hermanos mayores—Aric, Magnus y Kael—, Arya enfrenta conspiraciones internas y externas mientras intenta consolidar su posición como líder legítima.
Su vida da un giro inesperado cuando hereda una vasta fortuna y propiedades tras la muerte de un benefactor secreto, lo que le da los recursos para enfrentarse a sus enemigos y reconstruir la posición de su familia. Sin embargo, la traición dentro de los Eryndor no tarda en surgir, con Aric liderando los esfuerzos para desacreditarla y Magnus y Kael urdiendo planes que pondrán en peligro no solo su reputación, sino también su vida.
En medio de estas tensiones, Arya invita a Darian Arkavian, un enemigo histórico de los Eryndor, a un festival con la esperanza de negociar la paz y desarmar las hostilidades. Pero la llegada de Darian
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El precio de la lealtad
El caos desatado por la muerte del espía cambió la atmósfera del festival de celebración a una tensa confrontación. Los murmullos de los invitados llenaban el salón mientras Arya se mantenía de pie frente a su familia, el consejo, y Darian Arkavian. La mirada acusadora de Aric era clara, pero Arya sabía que no podía permitir que tomara el control.
Arya toma la palabra
—¡Silencio! —exclamó Arya con voz firme, haciendo que los murmullos se detuvieran. Su presencia era imponente, incluso para aquellos que dudaban de ella—. Nadie abandonará esta sala hasta que sepamos qué ocurrió aquí.
Aric dio un paso al frente, sosteniendo el cuchillo ensangrentado que había extraído del cuerpo del espía.
—¿Qué más necesitamos saber? Este hombre no es más que una pieza en el juego de nuestros enemigos. ¿No es evidente que la presencia de Darian Arkavian ha puesto en peligro nuestras vidas?
Darian, con una calma peligrosa, respondió antes de que Arya pudiera hacerlo.
—Un hombre muerto no prueba nada, Lord Aric. Y si yo fuera responsable, ¿por qué enviaría a un espía tan torpe?
El consejo, dividido entre lealtades, observaba en silencio. Arya aprovechó el momento para retomar el control.
—Aric, tu acusación carece de pruebas sólidas. ¿Cómo puedes afirmar que este incidente está vinculado a Lord Darian sin más que una teoría conveniente? —preguntó, acercándose a su hermano con una mirada helada.
—Porque lo sé —insistió Aric, pero su voz flaqueó ligeramente.
Arya se giró hacia los miembros del consejo.
—¿Así es como juzgamos ahora? ¿Basándonos en suposiciones? Este festival se organizó para fortalecer nuestras alianzas, no para destrozarlas con conspiraciones infundadas.
La audiencia comenzó a murmurar de nuevo, y Arya supo que había plantado suficientes dudas.
Mientras Arya enfrentaba a Aric en el salón principal, Magnus y Kael se reunían en una habitación apartada, furiosos por el fracaso del ataque.
—¿Cómo demonios descubrieron el plan? —gruñó Magnus, golpeando la pared con el puño.
Kael, siempre más calculador, reflexionaba.
—Alguien nos traicionó. O alguien está jugando un juego más grande que el nuestro.
—¿Arya? —preguntó Magnus, aunque sabía que Arya no sería tan directa en su venganza.
—No. Esto fue obra de Aric —respondió Kael, cruzando los brazos—. Quiere deshacerse de Darian, pero también de nosotros. Está colocando todas las piezas a su favor.
Magnus maldijo por lo bajo, pero Kael sonrió.
—Aún tenemos una oportunidad. Si podemos revelar la conexión de Aric con este ataque, su credibilidad ante el consejo se desmoronará.
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Cuando los invitados comenzaron a dispersarse, Arya se encontró a solas con Darian en una de las terrazas. La noche estaba fría, y la tensión entre ellos era muy grande.
—Esto no fue lo que esperaba cuando acepté tu invitación —dijo Darian, apoyándose en la barandilla mientras observaba los jardines iluminados por antorchas.
—No fue lo que planeé, pero agradezco que hayas mantenido la calma —respondió Arya, manteniendo su distancia.
Darian giró para mirarla, su expresión neutral.
—Tienes más enemigos de los que creí. Dentro de tu propia casa, nada menos.
Arya lo miró fijamente.
—Mis enemigos no definen quién soy.
—No, pero pueden destruirte si no tienes cuidado —advirtió Darian, acercándose un paso más—. Y si esperas que confíe en ti, tendrás que demostrar que puedes manejar esto.
Arya, a pesar de la incomodidad que sentía al estar tan cerca de él, se mantuvo firme.
—Dame tiempo, y verás de lo que soy capaz.
Darian no dijo nada más, pero la mirada en sus ojos indicaba que no estaba dispuesto a subestimarla.
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En los días posteriores al festival, Arya trabajó con Sienna y Elias para descubrir la verdad detrás del ataque. Fue Sienna quien encontró la pista clave: un sello roto con el emblema personal de Aric, escondido en uno de los pasadizos.
—Esto es suficiente para probar que Aric estuvo involucrado —dijo Sienna, entregándole el sello a Arya.
—No lo expondremos aún —decidió Arya, guardando el objeto—. Quiero que Aric piense que está ganando. Cuando llegue el momento, lo desenmascararé frente al consejo.
Elias, aunque apoyaba a Arya, expresó su preocupación.
—¿Y si espera demasiado? Él no dudará en atacarte de nuevo.
Arya lo miró con determinación.
—Lo desenmascararé cuando él mismo se ponga la soga al cuello.
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Mientras Arya preparaba su jugada final, Aric continuaba trabajando para desacreditarla. Con la confianza de que su participación en el ataque no había sido descubierta, intensificó sus esfuerzos para convencer al consejo de que Arya debía ser reemplazada.
—Ella no es más que una figura decorativa —dijo en una reunión privada con Lord Thane y otros líderes—. Si permitimos que continúe, nuestra familia caerá.
Lord Thane, aún indeciso, respondió:
—Arya es astuta. No podemos subestimarla.
—No lo hago —aseguró Aric—. Pero cada momento que dudamos, nuestros enemigos se fortalecen.
Aric no sabía que, mientras hablaba, Arya ya estaba dos pasos por delante, preparando el golpe que lo derribaría.