Yohei huye de su país y del aplastante peso de su familia, sin saber que allí encontraría a alguien a quien amar, pero aquello de lo que escapa lo terminará encontrando.
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Capítulo 15
Reece
Después de ese domingo de horror, me mantuve sin tocar a Yohei, ya que no quería hacerlo con la amenaza de ETS y arriesgarlo aún más y esa misma situación me dio la excusa de por una vez, mantener mis manos para mí mismo.
De cualquier modo, necesitaba digerir la situación de Julieta y después de unos días, llegué a la conclusión de que estaba más molesto que herido. Al final de cuenta, yo también la engañé, así que por sobre todo, la molestia que permaneció, fue por la manera en que me trataron ella y su esposo, cuando fue ella la que primero llegó con mentiras.
Creo que todas esas veces, en que quería conocer más de ella o salir a otros lugares, además de ese maldito hotel, unido a su actitud condescendiente, terminaron mis sentimientos por ella, antes de que me hubiera dado cuenta.
Demoró unos día, pero finalmente me llamaron para que fuera a buscar los resultados del los exámenes y afortunadamente salieron negativos, así que durante la mañana me alejo de mis amigos y le escribo a Yohei para informarle, llegando a la conclusión de que seguramente debe haber estado preocupado por eso.
Cuando regreso a mi puesto en la biblioteca, después de ir al baño, encuentro a James mirando los resultados de los exámenes que había dejado descuidadamente entre uno de mis cuadernos.
-¿Qué estás haciendo?- pregunto, cerrando de golpe el cuaderno y ocultando los resultados.
-¿Qué es eso? ¿Estás enfermo?- pregunta, mirándome muy serio.
-No es de tu incumbencia- respondo, molesto porque estaba revisando mis cosas sin permiso. -¿Y los demás?- pregunto, percatándome de que es el único allí, pero las cosas del resto están dispersas por la mesa.
-Fueron a comprar una bebida.
Ambos nos quedamos callados después de eso, hasta que el resto llega y se distiende el ambiente. Me olvido del incidente y la anticipación me llena, ya que sé que ahora que no hay ningún obstáculo de enfermedades o de alguna novia, nada me impide llegar hasta el final con Yohei, si es que él lo quiere.
Y creo que lo querrá, ya que nunca se ha negado a mis avances.
El día se siente largo, mientras asisto a mis clases y trato de estudiar en mis ratos libres, tanto que parece eterno.
Finalmente llegan las seis y salgo de la última de mis clases. Después de eso, vuelvo al dormitorio esperando que Yohei esté allí y me reciba con una sonrisa como hace cada día, pero cuando entro, él no está allí y tampoco está en el baño.
Es extraño. Generalmente llega temprano este día. Pienso, conociendo su horario tan bien como el mío.
Mientras espero que llegue, tomo un baño, luego me acuesto en mi cama y escucho algo de música, tratando de distraerme y pensar en otra cosa que no sea en que quizás esta noche haré a Yohei de todo.
Para cuando son las diez, estoy preocupado, sobre todo con lo que pasó anteriormente en la fiesta a la que asistió.
¿Lo habrá arrastrado Evelyn a algún lado? Me pregunto, sabiendo que es su única amiga más cercana.
Llamo al teléfono de Yohei, decidido a saber si está bien, pero suena apagado, lo que me hace preocupar aún más. Dejo un mensaje en el buzón de voz, pidiéndole que me llame, pero pasa otra media hora y aún no obtengo respuesta y el teléfono continúa apagado.
Lo siguiente que hago, es conseguir a través de otras personas el número de Evelyn, pero cuando la llamo, ella no sabe nada de él desde más temprano.
¿Dónde estás Yohei?
La preocupación es mucha para ese momento y el reloj marca ya las once y cuarto para ese momento, así que decido que no puedo quedarme tranquilo y me dispongo a salir y pedir ayuda a los guardias de la universidad, para que me ayuden a buscarlo al menos por el campus, pero antes de salir, algo en el escritorio de Yohei me llama la atención. Uno de sus cuadernos está abierto y tiene algo escrito en una esquina, algo que el prolijo Yohei nunca haría. Tomo el cuaderno y leo las palabras escritas por la letra de Yohei.
Tuve que regresar a Japón por una urgencia. Gracias por todo hasta ahora.
Sostengo por un momento la respiración, negándome a creer que se fue así sin más, pero no puedo dejar de admitir que es su letra. Inmediatamente reviso sus cosas, notando que su pasaporte no está en el cajón en el que lo deja y falta alguna que otra prenda de ropa.
Debe haberse ido muy deprisa. ¿Qué habrá sucedido? No tengo una respuesta, pero el que esté en un avión rumbo a Japón, explicaría el que su teléfono esté apagado, así que le envío un mensaje para que lo lea en cuanto lo encienda y me acuesto, ya que no tengo otra opción que esperar. Por supuesto, dormí como la mierda.