La Pianista

Capítulo 8

Mientras Iban en el coche, Jacob pensó en llevar a Alejandra al departamento que compartirían. Ya que no quería dejarla sola.

—Alejandra iremos a mi departamento, para que puedas descansar y no tengas que regresar sola a tu casa. Estas de acuerdo?—preguntó Jacob.

—Me sentiría más cómoda estando en mi casa, tengo cosas que arreglar.—respondió Alejandra

Jacob un poco confundido le ordenó a su chofer de que los llevara a la casa de Alejandra. Antes de llegar a su destino Alejandra le pidió unos días más antes del matrimonio. A lo cual el se negó, deberían estar casados antes del cumpleaños del padre de Jacob que era donde él aceptaría formalizar su compromiso con Marissa. Y quería estar casado para ese día para que lo dejaran en paz.

Alejandra quería huir ella volteó a la ventana y de su boca sale la frase que dejó helado a Jacob.

—Y si decido no casarme con usted, cuanto me costará? Aparte del dinero que voy a devolverle?.—preguntó Alejandra

Jacob perdió la paciencia, y sin rodeos fue muy claro. Se volvió agresivo y prepotente, claro algo que él no toleraba era la falta de compromiso o de no respetar un pacto.

—Pon atención tengo mucha paciencia, se que eres una buena mujer. Pero no caigas en el abuso porque quieras o no tengo el poder suficiente para hacerte cumplir tu palabra. Tenemos un contrato si no lo cumples entonces, te demandaré y te hundiré en la cárcel. Cumple con tu palabra o haré de tu vida un infierno.—respondió Jacob

Alejandra se quedó sin palabras, como era posible que ese caballero se transformó en alguien intransigente. Definitivamente ya no quiso objetar nada, le urgía bajar del automóvil y quedarse a solas.

Llegaron a su casa, el chofer le ayudó a bajar. Ella simplemente se sentía aterrada, definitivamente las personas solo nos muestran amabilidad cuando quieren conseguir algo. Entro a su casa y se tiro a llorar en el sillón, estaba sola con un matrimonio en puerta. Si querida Alejandra la vida es así. después de todo, el infierno está lleno de buenas intenciones.

Al otro lado de la ciudad, Jacob estaba fuera de si porque le molestaba tanto la decisión que ella quería tomar, no podía creer que hubiera una mujer tan frugal en este mundo. Cómo podía seducirla y no para tener una relación amorosa. Si no para que se quedara con él como su compañera. Él no quería amor por el momento, o tal vez si. Ni el lo sabía y eso le molestaba aún más. Dejó que sus demonios salieran frente a ella, si no iba a tener su gratitud, por lo menos tendría su miedo. También el miedo encadena a las personas.

Así que decidió mandarla vigilar para que no escapara, los hombres asignados para la tarea le informaban de todo. Ella simplemente había estado en casa, viviendo su duelo e ignoraba a Jacob no contestando mensajes, ni llamadas.

Diego fue a buscarla por orden Jacob, y también para llevarla por su vestido. Toco a su puerta.

—Hola Diego en qué puedo ayudarte?—preguntó Alejandra

El se quedó impactado, traía la misma ropa de ese dia estaba despeinada y sus ojos hinchados de llorar. Todo estaba quebrado en la sala, había basura por donde sea. Él sabía que no la estaba pasando bien. Diego fue directo.

—Qué pasa contigo? Cómo esperas que yo explique esto a Jacob?. Créeme no es alguien que simplemente se le pueda mentir.—dijo Diego

—Es problema mío, yo le ofrecí terminar el contrato y que se case con quien él quiera. El porque acepte el contrato, ya no importa. Ya todo cambió, prefiero morirme que estar atada a él.—dijo Alejandra

—Eres demasiado valiente, no te matará. Primero te hará vivir en el infierno. Por tu bien vamos a comprar el vestido y mañana cumple tu contrato.—dijo Diego

Alejandra entre lágrimas pensó, veremos quien le pide a quien el divorcio.

—No hace falta que me compren un vestido tengo listo el que usare.—dijo Alejandra

—Aunque no sea real el matrimonio, debes lucir bien. Te recomiendo que empaques tus maletas mañana mismo vivirás con tu esposo.—dijo Diego

—de acuerdo, ahora lárgate de mi casa.—dijo Alejandra

Diego no esperaba esa contestación, al parecer definitivamente ella ya no era la chica linda y dócil que él CEO creía. Alejandra le cerró la puerta en la cara a Diego.

Ella lloro toda la noche, sabía que al día siguiente debía vivir en una mentira y con un hombre arrogante y prepotente. Ella deseaba no despertar más.

Alejandra se había quedado dormida se levantó, se metió a duchar y se alistaba para su matrimonio. Lloraba de desesperación no podía contarle a Perla lo que estaba pasando. Lloraba sin poderse contener y en eso tocaron el timbre. Su tiempo había terminado, ya no podía huir.

Diego y un guardaespaldas la esperaba en la puerta, al abrir la puerta Diego no podía creerlo. Debía ser una broma.

—Estas segura que ese vestido llevarás? Jacob no lo tolerará.—preguntó Diego

—Si este llevaré.— respondió Alejandra

Diego estaba preocupado por el vestido. Quería persuadirla de pasar a comprar otro, ella simplemente se rehusó. Diego estaba fuera de si Alejandra era terca y voluntariosa nada cercano a lo que Jacob pensaba.

Minutos más tarde llegaron al registro y caminaron hasta donde se encontraba Jacob. Jacob al mirarla se quedó impactado.

—Esto debe ser una broma, en serio te vestiste de negro?.—preguntó Jacob molestó

—Si te recuerdo que estoy de luto por mi amada abuela, ella sonrió sarcásticamente.—respondió Alejandra

Comenzó el trámite, el juez les dio los detalles sobre el compromiso dentro del matrimonio. Llegaba el momento clave, después de esto ya no había regreso era el momento de firmar, sin más espera firmó Jacob.

Alejandra temblaba quería salir corriendo, el le dijo en voz baja.

—firma ya.—dijo Jacob

Alejandra cerró los ojos y firmó su sentencia. El juez los nombró ahora eran el Sr. y la Sra. Souberville.