"En el silencio de una boda forzada, un corazón late con miedo y desesperanza. La novia, con un vestido blanco que contrasta con su alma oscura, se siente atrapada en una vida que no eligió. Su mirada seria esconde un secreto, un dolor que la consume por dentro. ¿Podrá encontrar la fuerza para liberarse de las cadenas que la atan, o permanecerá atrapada para siempre en este matrimonio sin amor?"
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capitulo 21 UN NUEVO COMIENZO
Después de varios días, ya acoplada a la vida matrimonial, Sofía estaba en su cuarto cuando recibió una llamada de un número desconocido.
Sofía contestó el teléfono, sin reconocer el número. "¿Hola?"
"Sofía, soy Alejandro", dijo la voz al otro lado de la línea.
Sofía se sorprendió. "Alejandro, ¿cómo me encontraste?"
"Tenía que hablar contigo", dijo Alejandro. "Sofía, lo siento mucho. No debería haberte dejado ir. Me di cuenta de que te amo después de que te fuiste".
"¿Qué quieres decir?", preguntó Sofía, tratando de mantener la calma.
"Quiero decir que te amo, Sofía", dijo Alejandro. "Y no puedo dejar de pensar en ti. ¿Eres feliz con Leonardo?"
Sofía dudó antes de responder. "Sí, estoy... estoy tratando de serlo".
"¿Tratando?", repitió Alejandro. "Sofía, no te rindas conmigo. Luchemos por nuestro amor".
"No es tan fácil", dijo Sofía. "Me casé con él, Alejandro. Tengo responsabilidades".
"Responsabilidades", repitió Alejandro. "¿Y qué hay de tus sentimientos? ¿No cuentan para nada?"
Sofía suspiró. "Alejandro, por favor... esto es muy difícil para mí".
"Lo sé", dijo Alejandro. "Pero no puedo dejar de luchar por ti, Sofía. Te amo".
"Alejandro, no puedes aparecer ahora y esperar que todo vuelva a la normalidad", dijo Sofía, tratando de mantener la firmeza en su voz.
"Lo sé", dijo Alejandro. "Pero no puedo evitar cómo me siento. Te amo, Sofía. Y quiero estar contigo".
Sofía se sintió abrumada por las emociones. "Alejandro, por favor... déjame pensar".
"Está bien", dijo Alejandro. "Pero no te olvides de mí, Sofía. No te olvides de lo que sentimos".
Sofía colgó el teléfono, sintiendo que su mundo había sido volteado de cabeza. ¿Qué debía hacer ahora? ¿Debía seguir adelante con su matrimonio con Leonardo o darle una oportunidad a su amor por Alejandro?
Se levantó del sofá y comenzó a caminar por la habitación, tratando de aclarar sus pensamientos. Pero no podía sacar la voz de Alejandro de su cabeza. "Te amo, Sofía... no te olvides de mí".
Sofía estaba sentada en su habitación, tratando de procesar la conversación que había tenido con Alejandro. Se sentía abrumada por sus palabras, y su mente estaba llena de pensamientos y emociones encontradas.
De repente, escuchó la puerta abrirse y se sorprendió al ver a Leonardo entrar en la habitación. No estaba preparada para hablar con él, y la sorpresa la golpeó con fuerza.
"Sofía, ¿qué pasa?", preguntó Leonardo, notando la expresión de su rostro.
Pero Sofía no pudo responder. Se sintió mareada y todo comenzó a dar vueltas a su alrededor. Intentó hablar, pero no pudo articular palabra.
De repente, se desplomó en el suelo, desmayada.
Leonardo se alarmó. "¡Sofía! ¡Despierta!", gritó, corriendo hacia ella.
Se arrodilló a su lado y la tomó en sus brazos, tratando de revivirla. "¿Qué pasó? ¿Qué te sucedió?", preguntó, preocupado.
Pero Sofía no respondió. Estaba inconsciente, y Leonardo se sintió desesperado. ¿Qué había sucedido? ¿Por qué se había desmayado de repente?
Leonardo la acunó en sus brazos, tratando de calmarla y esperando a que se despertara.
Leonardo se mantuvo a su lado, preocupado, hasta que finalmente Sofía comenzó a recuperar la conciencia. La ayudó a sentarse y le dio un vaso de agua.
"Sofía, ¿cómo te sientes?", preguntó, preocupado.
Sofía se tomó un momento para responder. "Me siento... mareada", dijo, todavía un poco confundida.
Leonardo asintió. "Voy a llamar al doctor", dijo. "Quiero que te revise".
Sofía asintió débilmente, y Leonardo se apresuró a llamar a su médico personal. El doctor llegó pronto y revisó a Sofía.
"¿Qué pasa, doctor?", preguntó Leonardo, ansioso.
El doctor sonrió. "No es nada grave", dijo. "Solo es estrés. Ha estado bajo mucha presión últimamente".
Sofía se sintió aliviada. "¿Eso es todo?", preguntó.
El doctor asintió. "Sí, eso es todo. Pero necesita guardar reposo por un par de días. No puede seguir estresándose así".
Leonardo asintió. "Está bien, doctor. Me aseguraré de que descanse".
El doctor se fue, y Leonardo se sentó a su lado. "Sofía, debes descansar", dijo. "No puedo perderme nada importante en el trabajo, pero puedo trabajar desde casa para cuidarte".
Sofía sonrió débilmente. "Gracias, Leonardo", dijo.
