Niebla y Rayo, regresan a casa después de michos años tras una mentira de su hermana menor. pero pronto descubrirán que su destino si estaba escrito y que la mentira de su hermana tan solo fue el principio de todo.
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CAPÍTULO 7
El brujo que estaba luchando con la familia de Niebla y la madre de Bastián intentó llegar a Niebla antes de que Bastián la marcara, pero no le dieron la oportunidad de acercarse.
Rayo, Patricio, Lluvia y la mamá de Bastián se interpusieron allí el tiempo suficiente para que Niebla pudiera tomar un poco de la fuerza de Bastián, justo lo necesario para usar la magia que el mismo brujo había colocado en su interior.
Niebla no sabía lo que hacía, pero su instinto la guiaba. Extendió su brazo, se concentró en las plantas de alrededor y separó a todos del brujo que intentaba llevársela, colocando a su alrededor una fuerte y densa enredadera con espinas para que nadie pudiera acercarse a su familia. De esa manera los protegió a todos, aunque eso le costó la fuerza que había recibido de Bastián.
—Te llevaré a un lugar seguro para descansar —Bastián abraza a Niebla y esta asiente, refugiándose en los fuertes brazos del que ahora es su alfa.
—¿Cómo saldremos de aquí? Mi hermana nos cubrió con estos arbustos —indaga Rayo, al ver lo que su hermana hizo para protegerlos a todos.
—Creo que ella sabía lo que hacía —Bastián señala una luz que brilla arriba de todos, la misma que guio a Niebla al gran árbol.
—Creo que nos guiará —la madre de Bastián es la primera en seguir la luz, atravesando las lagunas de aguas sagradas.
Todos siguieron esa luz hasta una cueva. La luz les iluminó el camino a través de la cueva oscura hasta que, al final, llegaron a un sendero.
—Conozco este lugar, estamos cerca de nuestra casa —Bastián comenzó a caminar más rápido con Niebla en sus brazos y, de un momento a otro, desaparece.
—¿A dónde demonios se llevó a mi hermana? —Rayo, sorprendido.
—Tranquilos, síganme —la madre de Bastián los guio y, de un momento a otro, pasaron por un escudo mágico que mantenía oculto el sexto clan.
—Así nos hemos mantenido ocultos todos estos años. La magia nos protege; en este lugar sanamos y comenzamos de cero —explica la madre de Bastián.
—Por cierto, mi nombre es Brianna —la madre de Bastián da su nombre y la familia de Niebla se sorprende al ver el pequeño pueblo que se esconde dentro del bosque.
—Esto es increíble —dice Cielo, con sus ojos maravillados ante aquel lugar.
—Vamos a la casa central —Brianna los guía hasta donde Bastián llevó a Niebla.
Bastián llega a la casa central y lleva a Niebla directamente a su habitación. Se sienta a la orilla de la cama y la mira a los ojos.
—Voy a pedir que te traigan algo de comer; usar la magia es agotador, en especial si no tienes práctica —le informa Bastián a Niebla.
—Estoy bien, no es necesario —Niebla sujeta la mano de Bastián para que no se vaya.
—No puedes mentirme a mí. La marca que dejé en tu hermoso cuello no solo significa que somos el uno para el otro o que me aceptas, sino que puedo sentirte, puedo sentir cómo te sientes. Eres mi hermosa luna y yo soy tu Alfa. No puedes mentirme, hermosa —Bastián le da un beso en los labios a Niebla y luego se aleja para salir de la habitación y ordenar que le suban algo de comer mientras va a hablar con su madre.
Al bajar, se encuentra nuevamente con todos en la sala, esperándolo. Todos están ansiosos por lo que vivieron esa noche y esperaban la transformación de Niebla, pero eso no pasó.
—Madre, hay que investigar en los libros sagrados para saber qué hacer —Bastián se sienta junto a su madre.
—Lo haré, hijo. Lluvia y su esposo me acompañarán. Entre los tres podemos encontrar una pista de lo que se debe hacer —dice la madre de Bastián, quien ya sabía que su hijo le pediría consultar los libros más antiguos sobre las leyendas de todas las criaturas de los bosques.
—Antes de hacer lo que quieren, nosotros necesitamos saber ¿cómo es que el sexto clan no se extinguió por completo? —indaga Lluvia y Brianna asiente.
—La noche en que los demás clanes decidieron que el sexto clan debía dejar de existir, mi esposo, el líder del sexto clan, me dijo lo que pasaría. Él, como líder, habría hecho lo mismo: sacrificar un clan enfermo para salvar cinco. Pero no todos en el sexto clan estaban enfermos; las mujeres embarazadas no presentaban ningún síntoma, al igual que los bebés recién nacidos.
Así que, mientras los demás se reunían para tomar una decisión, saqué a todas las mujeres embarazadas y a los bebés recién nacidos de nuestro hogar y nos adentramos en el bosque. En nuestro equipaje nos llevamos todos los secretos medicinales del clan y los libros sagrados, además de un mapa del bosque donde se encontraban señalados los lugares que aún tenían magia.
Al principio fue difícil. Éramos tan solo mujeres embarazadas y bebés recién nacidos, pero con los libros y mucha paciencia, aprendimos a vivir de la magia y nos ocultamos tras el escudo que pasamos hace un momento.
El clan comenzó a crecer con los niños. Cuando cada uno comenzó a encontrar a su mate, el clan creció muchísimo. En todos estos años, todos encontraron a su pareja, claro, a excepción de mi hijo Bastián, quien, a pesar de los años y la distancia, fue escogido por la luna para ser el alfa de su hija —relata la madre de Bastián.
—Mamá, no tienes que dar detalles de mi vida —Bastián, de mal humor.
—Por supuesto. Son los padres de tu luna, deben saber todo de ti. No pueden dejar a su hija con cualquiera —Brianna recalca lo obvio.
—Como sea, lo que urge es saber cómo ayudarla y protegerla. Necesitamos la información de esos libros —Bastián, resignado a que su madre no cerrará la boca.
—Iremos por los libros. Encárgate de la seguridad. Volveremos en cuanto amanezca —Brianna se va con los padres de Niebla.
Bastián instala a Cielo y a Rayo en dos habitaciones para que estén cómodos y también envía a una ayudante con la comida para Niebla.
Bastián sabía que su madre tardaría en llegar, así que decidió subir a ver cómo estaba Niebla. Era de madrugada y con todo lo que había pasado, él podía sentir la ansiedad proveniente de Niebla.
Al entrar en la habitación, Niebla se encuentra de pie, observando todo el lugar desde la ventana de la habitación. Bastián entró sin hacer ruido y abrazó a Niebla por la espalda.
—Deberías estar descansando —Bastián le da un beso en el cuello a Niebla.
—No puedo dormir, me molesta no saber lo que está pasando —responde Niebla, sin moverse ni un milímetro.
—Yo podría ayudarte con eso —Bastián giró a Niebla hasta que quedó frente a él y comenzó a besarla.
Niebla correspondió a su beso y, entre caricias, él la llevó a la cama, donde no dejó de besarla y acariciar su cuerpo.
—Ya no hay marcha atrás, mi luna, no te dejaré ir nunca —Bastián la sigue besando y Niebla no se resiste; con la luna llena aún presente, siente que no puede estar lejos de Bastián.