Sabina, una conocida mafiosa, se ve obligada a criar a los hijo de su hermana luego de que está muere en un trágico accidente. Busca hallar respuestas para sabre toda esa situación y saber quien se atrevió a matar a su gemela.
NovelToon tiene autorización de abbylu para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.
capítulo 7
Luego de todo lo ocurrido, Sabina ya no quiso separarse de los niños y, al ver a Patrick volver, dijo:
—Iremos a comer, ¿vienes?
—Justo venía a eso.
Los cuatro salieron de la oficina y se dirigieron al ascensor.
—En mi auto tengo la ropa de los niños. Antes de irnos, puedes cambiarlos.
—¿Fuiste por un cambio de ropa?
—Fui a hacer algunas cosas y, de paso, traje su ropa.
Patrick notó que Antonio seguía algo sensible por lo sucedido y añadió:
—Antonio, no debes llorar más. Tu tío te enseñará a defenderte.
Sabina guardó silencio y, al ver cómo los niños lo miraban con entusiasmo, dijo:
—Bien, pero solo algunas tácticas de defensa por ahora. No quiero que esto vuelva a pasar.
Patrick asintió y Antonio, mirando a su hermano, dijo:
—Gracias.
—No tienes que agradecerme. Eres mi hermano y siempre te voy a defender.
Patrick y Sabina sonrieron al escuchar cómo Sebastián era tan protector con su hermanito. Luego salieron del ascensor, y Patrick les pidió que lo esperaran mientras iba a buscar la ropa. Sabina asintió y, al notar que todos la observaban, les dirigió una mirada intimidante. Al ver cómo todos volvían a sus actividades, se centró nuevamente en los niños.
Después de que Patrick trajo los cambios de ropa y los niños se vistieran, todos se dirigieron al restaurante. Durante el camino, Antonio ya estaba de mejor ánimo, al igual que Sebastián, pues ambos torturaban a Patrick con preguntas, algo que le resultaba divertido a Sabina. Él era como ella en su juventud, y ahora parecía que el lobo solitario había encontrado su manada a su lado.
Luego de un rato, llegaron al restaurante, ingresaron y tomaron asiento junto a la ventana.
Todos pidieron su comida. Estaban almorzando tranquilamente hasta que Sabina notó que alguien la observaba desde el otro lado del salón. Levantó la vista y, disimuladamente, miró a su alrededor. Patrick, al darse cuenta, dijo:
—Es Russo.
—Ya veo.
—Aquí viene.
Sabina no dijo nada más. Daniel se acercó a ellos y dijo:
—Señora Capolá.
Sabina levantó la vista y, limpiándose los labios con una servilleta, respondió:
—Sí, ¿en qué puedo ayudarlo, caballero?
Daniel la miró directamente y dijo:
—Es un gusto volverla a ver.
Sabina lo miró confundida.
—Lo siento, ¿lo conozco?
Daniel se quedó sin palabras hasta que Patrick intervino:
—El caballero es el señor Daniel Russo, presidente de la cadena hotelera con la que queremos trabajar.
—Ah, ya veo. Disculpe, señor. Hace poco hemos llegado y aún no me aprendo todas las caras. Es un gusto conocerlo.
Sabina extendió la mano. Daniel, dudando un instante, la tomó.
—Sí, claro... Solo venía a saludar y decirle que me gustaría concretar una cita...
—Disculpe que lo interrumpa, pero en este momento estoy pasando tiempo de calidad con mi familia. Los negocios pueden esperar.
Daniel miró a los niños y luego a Patrick. Asintió.
—Sí, lo siento.
Patrick sacó una tarjeta y se la extendió.
—Yo me encargo de su agenda por ahora. Llámeme y concretaremos una reunión.
Daniel la tomó y agradeció:
—Bien, muchas gracias. Disfruten de su almuerzo.
Sabina asintió. Al ver que no había nada más que decir, volvió a su asiento. Mientras tanto, Fabio, quien estaba con Daniel, dijo:
—¿Qué sucede?
—Esa mujer... creo que no me reconoce.
—¿A qué te refieres?
—No sabe ni cómo me llamo. Además, su mirada fue... fría.
—¿Y qué esperabas, idiota? ¿Que te saltara encima? Está con sus hijos y ese tipo... que obviamente no es el padre, pero parece muy cercano.
Fabio hablaba sin filtro, notando que Patrick era moreno y los niños rubios.
—Y ahora que los veo bien... se parecen a ti.
—Deja de decir estupideces...
Daniel miró con más atención a los niños. Fabio preguntó:
—¿En serio no la recuerdas? Sería bueno saber qué tan íntima fue su relación y cuánto duró...
—No lo creo. Me lo habría dicho.
Fabio guardó silencio y observó en dirección a los niños. Después de un rato, vieron cómo la familia terminaba de almorzar y se levantaban para irse.
Daniel no sabía cuán posible era que esos niños fueran sus hijos, pero en su reunión aclararía sus dudas.
Al día siguiente, en el instituto, los padres de los niños que habían sido golpeados por Sebastián llegaron furiosos exigiendo explicaciones. La directora los llevó a su oficina, donde ya se encontraba Sabina sentada, esperándolos con calma. Patrick le había contado quiénes eran, y con esa información a su favor, estaba tranquila.
Cuando todos se sentaron, la directora habló:
—Lamento lo que sucedió ayer, pero fue algo que no pudimos evitar. Los niños tuvieron un roce y...
—Si me permite —interrumpió una madre— esto jamás había ocurrido. ¡Esos niños son unos salvajes! ¡Deberían expulsarlos!
Sabina sonrió, tomó un sorbo de café y dejó la taza a un lado antes de decir:
—Qué irónico que la madre del niño bully exija que expulsen a otro por defenderse. Antes de venir a recibir sus absurdos reclamos, investigué. Sus hijos no es la primera vez que tienen problemas como estos. Aunque, por lo que vi, sí es la primera vez que reciben su merecido.
—¿Así que usted es la madre de esos salvajes?
—Señora, le recomiendo que no vuelva a hablar así de mis hijos, o puede que pierda la poca paciencia que me queda.
La mirada de Sabina era gélida, y la madre tembló ante tal intimidación. La directora intentó mediar:
—Señoras, por favor, estamos aquí para dialogar...
—Disculpe, directora —intervino Sabina—. No vine a hablar de lo sucedido. Vine a que los hijos de ustedes le pidan disculpas a mi hijo.
Uno de los padres, furioso, replicó:
—Es el colmo. Encima que su hijo golpea a los nuestros, ¿exige disculpas? ¿Acaso no sabe quiénes somos?
—Mi hijo defendió a su hermano, ya que sus hijos lo golpearon primero. Segundo, sé perfectamente quiénes son ustedes. Pero lo que me parece es que ustedes no saben quién soy yo. Mucho gusto, caballero: mi nombre es Ámbar Capolá.
Los hombres palidecieron al oír su apellido. Al observarla mejor, comprendieron de inmediato quién era. Un escalofrío recorrió sus espaldas.
—Se... señora Capolá. Disculpe...
La esposa del hombre lo miró con desprecio y le apretó el brazo.
—¿Y ahora por qué te disculpas, idiota? ¡Ella tiene que...
—¡Cállate! Señora, lamento lo que hizo mi hijo.
—Créame que aún no lo lamentan lo suficiente. Espero que sus hijos se disculpen esta tarde con los míos o... bueno, si saben quién soy, también sabrán que no soy una mujer que olvida una falta de respeto como esta.
Sabina se levantó y miró a la directora.
—En cuanto a usted, espero que en el futuro haga mejor su trabajo cuidando a los niños que dejamos a su cargo. De todos modos, no dejaré más a mis hijos en este instituto.
Sin decir nada más, se marchó. Al salir, una madre que había estado callada dijo:
—¿Por qué no dijiste nada? ¡Mi hijo no se disculpará con nadie!
—Cállate. Esa mujer es una de las más poderosas del bajo mundo. Está involucrada con la mafia italiana y mucho más... No tenemos opción, o estaremos muertos.
Las demás mujeres, al ver a sus esposos temerosos, comprendieron la gravedad de la situación. La directora, al igual que ellos, ahora temía por su vida.
Daniel le hace falta agallas
por fin van a poder ser felices
No sé siñe a la típica historia romántica, es un drama que marcó vidas e hizo justicia .
💯 recomendada 👌🏼😉