Valeria toma la decisión de ser una joven mantenida por un hombre mayor,sin imaginar que esto le costara más de lo que ella se imagina. Luego de conocer a Álvaro Ramirez todos sus sueños se cumplen, pero todo se acaba por una mentira creando en ella una ambición sin fin que la llevará a un destino incierto.
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Confusión.
No me lo puedo creer, este vestido es hermoso por donde se lo mire y me queda como guante, Moors sí que es muy bueno en su trabajo.
- Valeria a donde vas tan elegante.
- Todavía a ningún lado, mi amigo quiere que lo acompañe a un lugar y me mando este bellísimo vestido. ¿Te gusta?
- Me encanta, no me imagino cuanto debe de salir.
Eso despierta mi curiosidad y comienzo a buscar la etiqueta, supuestamente la tiene que tener por si no me quedaba, pero nada.
- Cuantos crees que vale esto.
- Al menos 6 meses de alquiler.
- ¿Lo podré vender una vez que lo acabé de usar?
- Porque quieres hacer eso, es un regalo muy bonito.
- No me importa, es solo ropa y de todas formas no lo voy a volver a usar.
- Eres extraña, de seguro si le bajas un poco, no demasiado. Se nota que es de excelente calidad lo venderás de inmediato.
- Genial ya tengo para otros 6 meses más de alquiler. Con eso sería un año sin preocupaciones.
La mirada de Nancy me hace pensar que ella no sabe lo que es luchar por llegar a fin de mes, de seguro sus papás le ayudan económicamente hasta que se gradúe. No puedo decir que le tengo envidia, ya que los míos también se esforzaron mucho por ayudarme en su momento.
- Mañana no volveré hasta la noche.
- Muy bien, te dejo comida.
- No hace falta, compra para ti misma yo me encargo afuera.
Quiero mandarle un mensaje agradeciendo el regalo, pero no vale la pena. Álvaro ya marcó una línea y no voy a ser yo quien la crucé primero.
Mientras Valeria se quedaba viendo una película con Nancy, Álvaro no dejaba de revisar su celular esperando un mensaje que no llegaría.
- Que le pasa ahora, donde está su gratitud.
- Decías algo hermano.
- No, estaba pensando en voz alta. ¿Cómo estás Jenny?
- Estoy bien ya sabes lo mismo de siempre, de verdad quería ir a esa fiesta, pero mamá nos va a llevar a visitar al abuelo.
- Siempre tendrás más oportunidades.
- Escuche que terminaste teniendo una pelea con Génica.
- ¿Quién es Génica?
- Génica Doren, la hija del viejo señor Doren.
- No tenía idea de que ese era su nombre, espera un momento como te enteraste.
- Estuvo haciendo un berrinche en el club diciendo lo bastardo mal agradecido que eras y que la habías echado de tu empresa.
- Esa desgraciada.
- Hermano no vas a ir a casa, Loli te extraña mucho.
- Yo también lo hago, ustedes dos son mis hermanitas, pero no voy a volver si papá sigue en esa postura y espero que ustedes tampoco le sigan el juego.
- Ya pasaron 10 años.
- Van a pasar 10 más si él no retrocede.
- Los dos son igual de tercos.
- Jenny está es mi vida y no quiero atarla a alguien a quien no amo ni conozco. Estoy bien así, mi negocio está bien así que no me importa nada más, ellos ya tienen nietos así que no necesitan nada de mí.
- Respeto tu postura Álvaro.
10 Años atrás todo explotó cuando de repente vi una mujer sentada en la sala de la casa familiar compartiendo alegre con mi madre y padre. Todo se salió de control cuando la anunciaron como mi futura esposa.
Jamás en mi vida la había visto, no sabía quién era ella o de adonde venía y hay estaba sentada en mi sala feliz por casarse con un completo desconocido. Yo podría haber sido un hombre horrible, que la golpeara o denigrara de las peores formas y a pesar de todo eso ella estaba feliz por ser la esposa de un desconocido. Sentí náuseas y jamás volví.
A estas alturas ya no pienso casarme, no le veo sentido alguno a tener esa clase de compromiso con otra persona, viví en carne propia los desastrosos matrimonios de mis hermanos mayores y no quiero ver a mis hermanas mujeres ser monedas de intercambio, pero ellas todavía no deciden venir conmigo.
- Jenny si está reunión familiar termina con un matrimonio que no quieres siempre puedes ir a mi casa al igual que Loli. Ustedes no tiene por qué aceptar algo que no quieren.
- Eres un buen hermano mayor Álvaro, el mejor de todo el mundo.
- Sabes que cuentas conmigo.
Luego de la cena la dejo en su auto y la veo irse de regreso a esa casa, cada día que pasa me pregunto cuando será por fin en que las vea a las dos llegar con sus maletas listas para soltar a esos viejos anticuados, pero ellas son tan dulces que no lo van a hacer.
Al llegar a mi casa la veo tan vacía y desolada. Podría llamar a Valeria para que me haga compañía, pero ya es muy tarde. Maldición que me está pasando de repente, nunca extrañe o necesite a nadie a mi lado y ahora me veo rodeado de soledad.
Al día siguiente a la hora exacta veo el auto de Moors estacionado afuera de mi trabajo, sí que es el empleado del mes o del año completo.
- Hola tú.
- Buenas tardes, señorita Valeria.
- Vámonos ahora.
Lo miro de arriba a abajo y no puedo evitar preguntar, si lo sé soy muy curiosa. - Siempre usas traje.
- Es mi uniforme, tengo que usarlo.
- Ni siquiera el señor Ramírez usa traje todo el tiempo.
- Él es el jefe, puede hacer lo que quiera.
- Lo sé, aun así esto también se considera trabajo.
- Por supuesto que sí.
- Ya veo así que si justo ahora estás trabajando para mí puedo pedirte hacer lo que yo quiera.
- No la entiendo.
- Pronto lo entenderás Moors.
Llegamos a la boutique y me dirijo de inmediato a la sección de hombres eligiendo un atuendo casual.
- Póntelo.
- Señorita.
- Vamos póntelo, me siento extraña caminando con un hombre de traje al menos así pararemos por igual.
- Yo no puedo hacerlo.
- Quieres que lo llame para que veas que está bien.
- Está bien ahora me cambio.
Cuando lo veo entrar al probador comienzo a buscar lo mío y al final me decido por algo muy llamativo y esponjoso. De seguro a Álvaro no le va a gustar para nada.
- Disculpe señorita vio a donde se fue el joven que estaba conmigo.
- Salió afuera a atender una llamada.
- Ya veo, puede ir cobrando en lo que yo lo busco por favor.
- Por supuesto.
Salgo afuera y no lo veo por ningún lado, si es que acaso me abandonó estoy acabada. Como se supone que pague por todo lo que llevo, camino un poco más llegando al estacionamiento y entonces lo veo.
Me quedo inmóvil pensando en que momento fue que me quedé ciega o si es verdad que la ropa hace a la persona.