"Mi vida cambió en un abrir y cerrar de ojos. Tenía todo lo que siempre había deseado: padres amorosos, una hermana que era mi mejor amiga y un novio que se suponía que me amaba desinteresadamente. Pero un día, al descubrir secretos ocultos que giraban en torno a mí, sentí que el suelo se desvanecía bajo mis pies. ¿Cómo podría haber estado tan ciega?, ¿cómo puede confiar tanto en esas personas?; estos secretos estaban a punto de sacudir los cimientos de mi familia y destruir mi relación."
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Capitulo XVI
Punto de vista de Kristen
El día de la boda de Irene y Leonardo había llegado, no quería asistir, pero Gabriel insistió en que se vería mal que la hermana de la novia no fue a la ceremonia. Tampoco quería que Gabriel pensara que no iba porque aún me dolía la traición de Leo.
“Te ves hermosa”, dijo Gabriel sacándome de mis pensamientos.
“Gracias, tú también te ves muy guapo”, respondí cruzando mis brazos por su cuello.
“Aún tenemos tiempo”, susurro a mi oído.
“¿Para qué?”, lo mire extrañada. Al ver sus ojos brillar entendí a lo que se refería, este hombre era incansable y me estaba volviendo adicta al sxxx, pero el placer que me daba valía la pena.
Despacio quitó mi vestido y me subió a la peinadora jugo un poco con mis partes sensibles y luego me hizo el amor llevándome a la cima del mundo. Nos quedamos abrazados por un par de minutos en lo que nuestras respiraciones se controlaban.
“Se te está haciendo costumbre esto”, comenté aún con la respiración acelerada.
“Eres mi adicción, no puedo dejar de querer hacerte mía”, me respondió y en su voz y en otra parte aún se sentía su deseo hacia mí.
Volvió a tomarme, pero esta vez fue un poco más rudo, fue algo nuevo para mí, pero me encantó lo que hizo.
Se nos estaba haciendo tarde, así que nos apresuramos a vestirnos nuevamente, no estaba acostumbrada a hacerme peinados exagerados así que fue fácil arreglar mi cabello, retoque mi maquillaje y en poco tiempo volví a estar lista al igual que Gabriel, está vez no me puse roja, imagino que me estoy acostumbrando a hacer esto.
Salimos de la casa, aunque aún no me iba a vivir con él, dormía más en su cama que en la mía. El chófer condujo esta vez el auto, mientras que Gabriel y yo íbamos en el asiento de atrás. Él me llevaba agarrada de la mano haciendo suaves círculos sobre ella, de alguna manera esa acción me relajaba y olvidaba a donde íbamos.
“Me encanta como se te ve ese vestido”, susurro Gabriel sonriéndome.
Yo lo mire y bese tiernamente sus labios. Él era tan guapo, tan varonil, me sentía protegida a su lado. Así que suavemente acaricie su rostro.
"Gracias, también te ves bien”, respondí algo distante.
“¿Te sientes bien?”, me pregunto mirándome a los ojos.
“Sí, es solo que veré a mi mamá y no quiero que me haga otro desprecio”, respondí sinceramente.
“Yo estaré a tu lado para protegerte de todos los que quieran lastimarte, además es oficial que eres mi mujer y nadie se atrevería a hacerte nada”, las palabras de Gabriel me hicieron sentir más tranquila.
Llegamos a la iglesia y los invitados que aún no entraban se nos quedaron mirando con asombro, Gabriel saludo a algunos conocidos sin perder la oportunidad de presentarme como su prometida. Por mi parte, también saludé a algunos excompañeros del instituto, aunque ellos nunca me trataron con respeto solo por ser una becada. Gabriel y yo entramos a la iglesia tomados de la mano y caminamos hasta nuestros asientos. Sentía sobre mi espalda las miradas de los presentes, para todos los amigos de mis padres yo siempre fui la oveja negra de la familia, a pesar de mis logros.
En el altar se encontraba Leonardo vistiendo un traje de diseñador negro, su mirada parecía perdida y por un instante sentí pena por él, se estaba casando por obligación, ya que Irene estaba embarazada, pero él solo se buscó se destinó y cada quien recoge lo que siembra. Gabriel se acercó a mí y me dedico unas palabras.
“Si sigues viendo así a Leo me pondré celoso”, sus palabras me trajeron de vuelta a la realidad.
"Solo estaba pensando en lo difícil que debe ser casarse sin amor”, respondí sinceramente, volteando a ver a Gabriel y dedicándole una sonrisa genuina.
“Ese no será nuestro caso, cuando nos casamos seré el hombre más feliz del mundo”, las palabras de Gabriel me llenaban el alma, en sus ojos podía ver su amor hacia mí.
“Y yo la mujer más feliz, te amo Gabriel Linares”, acaricie su rostro y le di un suave beso en los labios.
Punto de vista de Leo
Yo solo había dañado mi destino, por no saber esperar aleje al amor de mi vida y me amarre a una relación sin amor, ahora aquí estoy parado frente a un altar esperando a una mujer que no amo y viendo llegar al amor de mi vida tomada de la mano con mi tío. Verlos de esa forma tan íntima me hizo sentir el más miserable de los hombres, ver cómo ella le sonreía y lo miraba con amor, hacía que mis celos crecieran a cada minuto.
Por unos instantes ella se quedó mirándome, pero ya no lo hacía como antes, ahora lo hacía con lástima, como reconociendo que yo estaba sufriendo. Mi tío llamó su atención y después de que se dijeran algunas palabras ella lo beso suavemente, mi ira aumento en ese momento. Quería ir hasta donde ellos estaban y llevármela lejos. Olvidar toda esta pesadilla y finalmente hacerla mía. Borrar de su cuerpo las huellas que haya dejado mi tío, el solo pensar que él la hizo suya y que robo lo que era para mí me llenaba más se irá, estaba por caminar hacia ellos cuando la canción nupcial empezó a sonar y en la entrada de la iglesia apareció Irene vestida de novia.
“Ni se te ocurra hacer una estupidez”, me advirtió mi padre agarrándome del hombro.
“No quiero hacer esto, por favor papá ayúdame”, le rogué a mi padre que me librará de ese compromiso mientras veía a Irene caminar hacia mí, pero su respuesta fue tajantemente un no.
“Eso debiste pensarlo antes. No pondrás nuestro apellido por el suelo ni nos harás ser el hazme reír de la sociedad”, las palabras de mi padre fueron frías y cargadas de mucha ira, si me atrevía a desobedecer pagaría muy caro las consecuencias.