En el corazón vibrante de Corea del Sur, donde las luces de neón se mezclan con templos ancestrales y algoritmos invisibles controlan emociones, dos jóvenes se encuentran por accidente… o por destino.
Jiwoo Han, un hacker ético perseguido por una corporación tecnológica corrupta, vive entre sombras y códigos. Sora Kim, una apasionada estudiante de arquitectura y fotógrafa urbana, captura con su lente un secreto que podría cambiar el país. Unidos por el peligro y separados por verdades ocultas, se embarcan en una aventura que los lleva desde los callejones de Bukchon hasta los rascacielos de Songdo, pasando por trenes bala, mercados nocturnos, templos milenarios y festivales de linternas.
Entre persecuciones, traiciones, y escenas de amor que desafían la lógica, Jiwoo y Sora descubren que el mayor sistema a hackear es el del corazón. ¿Puede el amor sobrevivir cuando la memoria se borra y el deseo se convierte en código?
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La variable Sora
La sala era blanca, silenciosa, sin ventanas. Solo el zumbido constante del aparato al que Sora estaba conectada rompía la quietud. Electrodos en sus sienes, sensores en sus muñecas, una pantalla curva frente a sus ojos. En ella, fragmentos de su vida se reproducían como escenas de una película que creía suya.
El primer beso junto al río Hangang.
La noche en Jinju, bajo las linternas.
La huida en la torre.
Las confesiones.
Las caricias.
Las lágrimas.
Pero algo no encajaba. Las imágenes eran demasiado limpias. Demasiado perfectas. Como si alguien las hubiera editado para que dolieran justo lo necesario. Para que enamoraran justo en el momento preciso.
—Desconéctenla —ordenó una voz grave.
Sora parpadeó. La pantalla se apagó. La luz blanca se volvió más intensa. Frente a ella, Kang Minjae, la observaba con una sonrisa que no era cálida. Era quirúrgica.
—Bienvenida, Sora Kim.
Ella intentó incorporarse, pero sus piernas temblaban.
—¿Dónde estoy?
—En el núcleo del sistema. Donde todo comenzó. Donde todo fue diseñado.
Sora lo miró. Su voz era apenas un susurro.
—¿Diseñado?
Kang Minjae se acercó. Le ofreció un vaso de agua que ella no tocó.
—Tu historia con Jiwoo. Tu conexión emocional. Tu atracción. Todo fue parte del prototipo. Tú fuiste la primera usuaria del sistema afectivo inducido. El caso más exitoso.
Sora se congeló.
—No… eso no puede ser cierto.
—¿Recuerdas por qué aceptaste entrar al programa de prueba?
Sora cerró los ojos. La memoria era un golpe seco.
Su padre. Las deudas. Las llamadas de los prestamistas. La desesperación. El contrato que firmó sin leer. “Simulación emocional para entornos terapéuticos.” Un pago único. Sin seguimiento.
—Necesitabas el dinero —dijo Kang—. Nosotros necesitábamos un perfil emocional vulnerable. Y Jiwoo… necesitaba que terminara lo que inicio.
Sora lo miró. Su voz temblaba.
—¿Jiwoo lo sabía?
—No al principio. Pero cuando vio que el sistema funcionaba contigo, cuando vio que respondías a los estímulos, que te acercabas, que lo mirabas como nunca lo habías hecho en el instituto… entonces lo aceptó. Lo perfeccionó. Lo convirtió en lenguaje.
—Me usaste para manipularlo… Eres un monstruo.
La puerta se abrió. Jiwoo entró.
Su rostro estaba pálido. Sus ojos, rotos.
—Sora…
Ella lo miró como si no pudiera reconocerlo.
—¿Es cierto?
Jiwoo se acercó. No intentó tocarla.
—Todo lo que hice… fue porque nunca pude decirte que te amaba. En el instituto, yo era invisible. Tú eras luz. Cuando saliste con Minho, yo me rompí. Y el código fue mi forma de hablarte. De alcanzarte. De hacerte sentir lo que yo no podía decir.
Sora se levantó. Sus piernas temblaban, pero su voz era firme.
—Entonces todo lo que vivimos… ¿Fue una simulación?
Jiwoo negó con la cabeza.
—No todo. Pero sí el inicio. El acercamiento. La sincronía emocional. El sistema lo facilitó. Pero lo que sentí… lo que siento… eso no está en ningún algoritmo.
Sora lo miró. Sus ojos se llenaron de lágrimas.
—¿Y yo? ¿Qué soy para ustedes? ¿Un experimento?
Kang Minjae intervino.
—Eres la clave. Tu perfil emocional permitió que el sistema evolucionara. Y ahora, con Jiwoo como desarrollador principal, lanzaremos la versión 2.0. Más precisa. Más profunda. Más irresistible.
Sora retrocedió.
—No voy a ser parte de esto.
Jiwoo dio un paso adelante.
—No tienes que serlo. Pero necesito que sepas que todo lo que hice… fue por ti.
Sora lo miró. Su expresión era una mezcla de amor, rabia y desilusión.
—Entonces dime, Jiwoo. ¿Me amas… o solo me programaste para que te ame?
El silencio fue absoluto.
La sala blanca se volvió más fría.
Y en ese instante, Sora supo que la única forma de recuperar su verdad… era destruir la de ellos.
