EL MAL QUE NOS ACECHA

Elizabeth Fierro

Mi esposo se fue, y quedamos Tomás y yo terminando nuestro almuerzo, me ayudó a recoger los platos tan pronto terminamos; luego fuimos a la sala y comencé a revisar sus cuadernos, tenía solo una tarea, mi hijo se sentó en el piso y puso su cuaderno en el centro de mesa y comenzó a hacer la actividad, yo lo observaba en silencio, él siempre ha hecho sus tareas solo, así le he enseñado, yo solo lo superviso y si necesita ayuda, sabe que aquí me tiene, de repente se detuvo y habló.

- Tú no le agradas-- dijo sin más detalles.

- ¿cómo?, ¿a quién?-- pregunté.

- a mi amigo-- de nuevo mi hijo se quedó en silencio, y por más de que le insistí, no quiso decirme nada más, mi corazón latía con fuerza, me quedé en él sofá y de ahí no me moví hasta que terminó, mi hijo se puso de pie y guardó su cuaderno en la mochila y subió las escaleras.

- Tomás -- lo llamé, pero mi hijo no se detuvo--¡Hijo!-- volví a decir en un tono más alto, él finalmente se detuvo y me miró

- Quiero dormir, ¿puedo?-- su mirada era indescifrable, los bellos de mi cuerpo se erizaron totalmente, no era la mirada de mi hijo.

Mi niño continuó subiendo las escaleras, cuando se perdió de mi vista, reaccioné y comencé a subir las escaleras tras él, cuando llegué a su habitación, él ya estaba acostado y arropado, yo me acerqué sutilmente y cuando fui a darle un beso en su frente la cobija se hundió y lo que había ahí, desapareció ante mis ojos, escuché la puerta del baño de la habitación de mi hijo abriendose, voltee a esa dirección.

- ¿Mami?, ¿qué haces ahí?-- me preguntó al verme con el pedazo de cobija en mi mano.

- Es... Estaba alistando tu cama para tu siesta -- le dije tratando de controlar mis nervios.

- Pero yo no tengo sueño, además no he almorzado y tengo qué hacer mi tarea-- escuchaba con incredulidad cada una de sus palabras.

Entonces ¿quién había estado abajo almorzando con nosotros, incluso, ¿quién estuvo haciendo las tareas de Tomás?, no me sonó tan descabellado pensar que eso, no era mi hijo, su mirada era diferente, una mirada vacía y sin emociones, agarré el bolso de mi hijo y revisé sus cuadernos, no había nada escrito, la hoja de respuestas estaba totalmente vacía.

-¿cuándo fue la última vez que viste a tu padre?-- él me miró confundido.

- estábamos jugando, tu nos llamaste a almorzar y el me mandó a lavar mis manos, lo siento, me demoré, me entretuve jugando con él agua, ¿mi papá ya se fue a su trabajo -- yo asentí.

- Si hijo, ven vamos a almorzar y a hacer tu tarea -- dije rápido para que saliéramos de su habitación.

Bajamos y le serví de comer, eso fue aún más extraño, mi hijo... O aquella cosa que se estaba haciendo pasar por el, comió su comida, favorablemente siempre preparo de más por si mi esposo queda con hambre; mi hijo comió con gusto y en ningún momento hizo comentarios extraños como los que escuché hace un rato, después de terminar hizo su tarea, me la mostró muy feliz, luego llevó su bolso a la habitación y de nuevo bajó y se sentó en la sala, encendió el televisor y se puso a ver una película animada que estaban pasando en ese momento, yo me senté a su lado, mi niño se recostó en mis piernas y allí se quedó hasta que su película terminó.

- mamá, quiero algo de tomar -- me dijo, yo le di un beso en la frente y fui a la cocina por un poco de agua, luego se la llevé.

Mi hijo se tomó el agua de un solo trago, respiró agitado, luego limpió su boca y sonrió-- tenía mucha sed, gracias mami-- yo sonreí ante sus palabras, de nuevo regresé a la cocina a dejar el vaso.

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Mi esposo llegó a la misma hora de siempre, Tomás corrió hacia el y lo abrazó -- perdón papá, me puse a jugar en él baño y no me pude despedir de ti-- le dijo, mi esposo me miró confundido, yo le hice una seña para que no dijera nada.

- No te preocupes hijo, solo no lo vuelvas a hacer, sabes que tienes que despedirte siempre, no me puedo ir al trabajo sin tus abrazos, me pondré triste -- le dijo mi esposo y mi niño comenzó a reír.

Después de esa breve charla, nos sentamos a cenar, la noche llegó rápido y a mi hijo le dió sueño, así que apagamos todo y subimos a la habitación, organicé el cuarto de Tomás y lo pusimos en su cama, lo arrope muy bien y luego fuimos a mi habitación, mi esposo tomó una ducha, cuando salió del baño, mientras sacaba su cabello, preguntó.

-¿Por qué tomas me pidió disculpas por no despedirse de mí?, claramente tú yo sabemos que si lo hizo-- comentó y yo agaché la cabeza.

- Si te digo algo que sucedió, no sé si me creerás, hasta yo pienso que estoy loca y me la paso alucinando --dije jugando con mis dedos, el dejó de secarse el cabello, dejó caer la toalla sobre sus hombros y se sentó a mi lado, agarró mis manos entre las suyas.

- Siempre te voy a creer, cuéntame que sucedió -- insistió, yo lo miré a los ojos, respiré profundo y sentí que podía hablar.

- Sucede que el niño que vimos, no era Tomás, algo tomó su forma y estuvo a nuestro lado todo ese tiempo, mientras que nuestro verdadero hijo, estaba en el baño jugando con agua -- le dije sin dar detalles.

- ¿Estás segura?, ¿no será que Tomás está empezando a hacer bromas de mal gusto?-- dijo pero yo negué.

- No, vi algo en su mirada, algo completamente diferente, eso no era nuestro hijo, y lo confirmé cuando hablé con Tomás -- le conté todo lo que me había pasado, incluso cuando me dijo "tu no le agradas", me volví a erizar al recordar sus palabras y replicarlas, mi esposo me escucho atentamente, luego me abrazó.

- No te preocupes, veremos qué podemos hacer, todo va a estar bien, te lo prometo -- nos abrazamos, luego nos acostamos a dormir.