Presencia Maligna

Shanan logró abrir la puerta del sótano, pero cuando iba a bajar oyó un ruido como de unas campanitas, la luz se fue y la puerta se cerró de golpe, tomando por sorpresa a Shanan que cayó hacia atrás.

"Chin, se cayó la llave, ¿dónde estará?, con esta oscuridad no puedo ver, absolutamente nada, pensó ella.

El ruido de las campanitas seguía, ella avanzó a tientas, tratando de llegar hasta su cuarto. A duras penas llegó hasta su cuarto y al entrar vio que la ventana estaba abierta, corrió a cerrarla.

Cosa que se le hizo muy raro porque ella nunca acostumbraba a tener las ventanas abiertas.

En la pared había unas campanitas de esas que se usan para poner en las puertas para cuando llega gente sepan que hay movimiento.

"Qué raro nunca había visto estas campanas, ¿de dónde habrán salido?, pensó Shanan.

"¿Dónde habrá quedado la linterna?, ahora, ¿qué voy a hacer si no se restablece la luz?, tengo que ir a ver a Paquito.

"Y ni cómo salirme, todo está cerrado. Debe de haber alguna manera de salir de esta casa y llevarme al niño".

Los ruidos en el sótano se intensificaron, y eso le recordó a Shanan que estuvo a punto de bajar ahí.

"De no haber sido por el incidente ahorita estuviera abajo en el sótano y peor encerrada ahí".

"Dios mío, ¿qué misterio encierra esta casa? ¿Por qué no puedo ver nada?".

La oscuridad era total, a tientas empezó a buscar la linterna.

La encontró en el suelo.

"Se ha de haber caído con la ráfaga de aire que entró", pensó ella.

Y, armándose de valor fue al cuarto de Paquito.

Algo le estaba haciendo mal a Shanan porque vio a Paquito sentado en la cama y ella pensó que estaba viendo visiones.

Paquito, ¿cómo te pudiste sentar?, ¿estás bien, puedes hablarme?

Pero Paquito permanecía sentado en la cama sin moverse sin hablar como que no tenía signo de vida.

Al momento de tocar a Paquito vio que era un muñeco idéntico a él.

Fue entonces cuando Shanan dio un grito enorme y despertó jadeando.

"¿Acaso estuve soñando?, pero se veía tan real, ¿qué habrá pasado?".

La llave del sótano estaba ahí en el buró.

"Esto sí que es muy raro estoy segura que la llave se me perdió. Y ahora aparece aquí".

"Tengo que ver la manera de largarme de esta casa ya no soporto más".

Shanan tomó la llave del sótano y se la echó en su bolsa de la bata blanca. Fue a ver a Paquito.

Él estaba dormido plácidamente en su cama.

Paquito, ¿seguro que no puedes abrir los ojos?, ¿por qué siento que me estás engañando?, vamos, contéstame.

Shanan había perdido la noción del tiempo, no sabía si era de mañana o era de noche. En toda esa confusión había perdido el celular y no lo veía por ningún lado. Como la casa siempre estaba medio a oscuras no se podía saber. Así que corrió al cuarto y abrió la ventana. Era la única ventana que podía abrir en esa casa.

La posición del sol le indicaba que era más o menos la 1 de la tarde.

"Pero, ¿qué hacía yo dormida a la 1 de la tarde? ¿Dónde estará mi maldito celular?

Decidida fue, nuevamente hacia la puerta del sótano.

"Esta vez nada me va a detener, tengo que checar lo que hay ahí".

Shanan metió la llave a la chapa de la puerta; pero con el portazo la puerta se quedó atrancada y no la pudo abrir.

Por fin, ¿estuve soñando o no? Esto sí que es muy raro. De pronto, sintió que alguien respiraba a su lado.

Se volvió, inmediatamente.

¿Usted?, ¿que no se había ido de vacaciones?, preguntó Shanan un poco asustada.

Pero el hombre pasó de largo sin contestarle siquiera.

Espere, no se vaya tengo que hablar con usted.

Siguió al mayordomo, pero este se le perdió de vista.

"Insisto, esto es muy raro, ¿por dónde entró este señor?, y además, ¿qué hace aquí?"

Caminó por la casa sin hallar al mayordomo.

"Bueno al menos sé que no estoy sola".

Varios días después, no había señales del mayordomo.

.

.

Oye, entonces, ¿vamos a esa casona para ver qué está pasando con nuestra amiga?, le dijo Irina a Mateo. Ya hace dos meses que Shanan se fue y no hemos sabido nada de ella, continuó diciendo Irina.

No tenemos idea de dónde pueda estar esa casa, además puede ser muy peligroso.

Tal vez, pero se trata de nuestra amiga. No podemos dejarla sola sin saber lo que está pasando con ella, Irina quería creer que todo estaba bien, pero la mente le hacía jugarretas y pensaba lo peor.

Yo sé, pero le hemos estado llamando y no contesta.

Y no podemos irnos porque tenemos muchos pacientes, y no podemos dejar a los niños sin atención.

Mateo, yo sé que tenemos muchos pacientes, pero hay más enfermeras y enfermeros no somos los únicos.

Vamos a hablar con el director y que nos dé la dirección de esa casona para ver si podemos tomarnos un tiempo para ir, pero no te prometo nada.

Más tarde ambos se presentaron en el consultorio del director Moro.

Pasen, chicos, ¿en qué puedo ayudarlos?

Pues pasa que no hemos sabido nada de nuestra amiga, y nosotros queremos que nos dé la dirección de la casa donde mandó a Shanan porque queremos ir a buscarla.

¿Por qué piensan que le pudo haber pasado algo?, tal vez no pueda usar el celular por eso no les ha llamado.

Ya son dos meses desde que se fue, ¿en todo ese tiempo no ha podido usar el celular?, por Dios.

Tranquilo, Mateo. Yo sé que les preocupa mucho su amiga. Enseguida les paso la dirección.

El director abrió el cajón de su escritorio y empezó a buscar. No encontraba el papel con la dirección.

Lo siento, chicos, pero he perdido el papel donde apunté la dirección. Lo siento mucho, de veras.

No se preocupen mucho, las malas noticias vuelan.

Pero, ¿qué dice?, usted no puede estar hablando en serio. ¿Acaso no le preocupa el destino de Shanan?, ¿lo que le haya podido pasar?, dijo Irina, ella se estaba poniendo muy nerviosa.

Claro que sí me importa, yo les aseguro que ella está bien, dejen de preocuparse. De todos modos buscaré hasta encontrar la dirección.

Al ver que Mateo e Irina no se movían, preguntó:

¿Algo más en lo que pueda ayudarlos?

No, gracias, dijo Mateo saliendo del consultorio e Irina caminó detrás de él cerrando la puerta.

¿Qué hacemos?, preguntó Irina a Mateo.

Necesitamos la dirección, no podemos aventurarnos así nada más, le contestó Mateo.