Después de caer inconsciente Valeria, una exitosa cirujana de 34 años, despierta en el cuerpo de una joven noble llamada Mu Wanru, en una distancia ficticia inspirada en la antigua China. Mu Wanru ha sido envenenada por sus hermanastras.
Ahora atrapada en un cuerpo frágil y en una corte plagada de intrigas. Valeria deberá usar su mente moderna y sus conocimientos médicos, su carácter fuerte para sobrevivir. Sin intención de convertirse en la concubina de nadie y menos de un emperador cruel.
Pero un general frío y distante con oscuros secretos, se interpondra en su camino y en su corazón.
¿Qué hará Valeria para poder sobrevivir?
¿ Quién será ese General?
Te invito a leer esta increíble historia, llena de intriga, romance y pasión.
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Ecos del destino
El carruaje avanzaba con lentitud por el camino empedrado qué conducía de vuelta a la residencia Mu. La luz dorada del atardecer se colaba entre las rendijas de las cortinas de seda, creando dibujos suaves en el suelo del vehículo. Sin embargo, no había palabras ni sonrisas entre sus ocupantes. El silencio se había instalado como un huésped incómodo de ignorar.
La señora Rong miraba por la ventana, sin ver realmente el paisaje que pasaba. Su mente hervía con pensamientos confuso, ¿ cómo había sido posible que esa mocosa bastarda, esa niña que nunca había destacado en nada, hubiese sido el centro de atención de todos hoy?. El ministro Mu no solo la había dejado actuar, sino que parecía satisfecho, orgulloso.
Mu Quingyi por su parte, apretaba los puños con fuerza sobre su regazo. El chirrido del carro no era nada comparado con el ruido propio de su resentimiento. Ella la hija legítima, educada para ser una dama perfecta, había sido opacada sin esfuerzo por esa niña de rostro sereno. Los murmullos de los nobles tras el incidente aún resonaban en su mente.
"Que templanza tan admirable"
"Dicen que estudio medicina sola, ¿cómo puede saber tanto?"
"Que mano tan precisa con las agujas"
"Sin duda una doctora celestial"
Qingyi no lo soportaba.
Pero mientras su madrastra y hermana estaban qué hervían, Wanru o mejor dicho Valeria estaba en otro plano completamente distinto.
Sentada junto a la ventanilla del carruaje, su postura recta, sus manos entrelazadas sobre las rodillas, su mirada perdida más allá del horizonte, recordaba fragmentos de los libros de historia que había leído en su vida pasada, cuando aún era una doctora en el siglo XXI.
General Xie Liangchen , el nombre le resonaba con claridad ahora, como si alguien lo hubiese susurrado directamente a su alma. Lo recordaba de un libro que hablaba sobre los grandes héroes del imperio del sur. El general xie no solo era un estratega brillante, también era conocido por su imperturbable sentido del deber, su frialdad legendaria y su trágico destino.
Fue traicionado por dos clanes nobles y acusado falsamente de conspirar contra el emperador, murió en batalla.
Wanru frunció ligeramente su ceño, si este era el mismo Xie Liangchen, entonces debía estar vivo aún, en la cúspide de su carrera militar, Tal vez comprometido con alguien de alta cuna, ¿o era este el momento que todo empezaba a torcerse en su vida?.
La figura de la mujer elegante volvió a la mente de Wanru, la madre del general Xie, su mirada era aguda, inquisitiva, como si hubiera visto en Wanru algo más allá de la sangre noble.
¿podría cambiar su destino y si este encuentro no fue una coincidencia?, pensaba Wanru.
El carruaje se detuvo al llegar a la residencia Mu, el ministro bajo primero, su rostro seguía siendo serio, pero sus pasos eran más ligeros que de costumbre.
--- Wanru, bien hecho,--- dijo girando su cuerpo hacia su hija menor.
No fue una muestra exuberante de afecto, no hubo sonrisas, ni caricias. Pero esas cuatro palabras fueron más de lo que jamás le había dicho en toda su vida anterior.
Wanru asintió con una leve reverencia, ---- gracias padre,---
La señora Rong la miró con ojos entre cerrados, cuando el ministro Mu se fue a su estudio, la miró con una sonrisa falsa. --- Que espectáculo has dado hoy Wanru, deberías tener cuidado, una joven noble no debería exponerse tanto, las lenguas pueden ser venenosas,---
Wanru la miró con calma, --- lo sé, madrastra, pero cuando alguien está a punto de morir, el decoro debe quedar en según plano,---
Su Rong sintió como se le apretaba la mandíbula, --- Quingyi, Zhenzhen vamos no tenemos tiempo para clases de moral,---
Esa noche, mientras la luna se alzaba alto sobre el tejado, Wanru regreso a su estudio, en su escritorio, extendió un viejo pergamino de medicina que había encontrado entre los libros olvidados de la biblioteca familiar. A su lado, una vela temblaba con la brisa.
Pero no leía, solo pensaba, el incidente del templo la había colocado bajo una nueva luz. La sociedad no solía mirar con buenos ojos a las mujeres demasiado sabias, demasiado hábiles. Y sin embargo, una parte de ella sabía que no podía detenerse. Había venido a este mundo por una razón, tenía el conocimiento, tenía las herramientas y si podía evitar más muertes, más injusticias lo haría.
Pero el destino, ese caprichoso enemigo parecía estar moviendo sus propias piezas también.
Xie Liangchen, volvió a cerrar sus ojos y visualizo el rostro de la señora Xie, su postura firme, sus ojos como cuchillas.
--- esto apenas comienza,---- susurro para si.
Entro lugar de la ciudad, en una mansión de arquitectura severa y rodeada de soldados en constante movimiento, la dama Xie se encontraba tomando té.
--- Ya hiciste las averiguaciones?,--- pregunto con voz tranquila.
Su doncella, que había regresado hace poco de la residencia Mu, asintió. --- si, señora, la joven se llama Mu Wanru, hija de una concubina fallecida, hasta hace unos meses era considerada poco destacada, cadí invisible. Pero desde su enfermedad, parece haber cambiado, ahora la llaman la médica celestial, ---
---- La médica celestial, poético, ¿qué edad tiene?,--- la dama Xie dejo la taza en la mesa.
--- dieciocho, pero su comportamiento es de una mujer mayor, pero no se deja intimidar fácilmente, ---- respondió la doncella
La madre del general sonrió y en sus ojos apareció un brillo calculador.
---- llama a Liangchen, tiene que estar acá para el banquete de otoño, ---- dijo la señora Xie
Mientras tanto Wanru en su estudio encendía otra vela, sin saber que su vida estaba por cruzarse con la de un hombrehabíahabia leído en libros. Y que ahora quizás podía cambiar.
Porque a veces los dioses no escriben con tinta pero si con encuentros.
La historia estaba a punto de comenzar.
Poco a poco Wanru se fue quedando dormida, sin darse cuenta, una voz familiar la traslada a su adolescencia, justo a la casa de campo de sus abuelos paternos, adoraba ir ahí Valeria, era feliz entre tantos libros antiguos olvidados, que contaban grandes historias.