Liz, una joven de 22 años, quedó embarazada muy pronto y fue expulsada de su casa por sus padres, viéndose obligada a vivir con el padre de su hijo en la comunidad de La Chapa.
Tras el nacimiento de su hijo, empezó a sufrir todo tipo de abusos y humillaciones por parte de su marido.
Hasta que, inesperadamente, será salvada por quien menos imagina y vivirá una historia de amor llena de pasión, altibajos y mucha emoción.
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Capítulo 4
COBRA
El menor fue a mi regazo con los ojitos atentos señalando el camino.
— Allí, tío.
Apuntó hacia una casa toda mal hecha, con algunos ladrillos a la vista. Por la pequeña ventana se podía ver una luz encendida.
Lo puse en el suelo y llamé al vapor.
— Dedé, tú te quedas aquí afuera con este tío mientras yo entro y veo cómo está tu mamá.
DK es mi vapor de mayor confianza.
— ¿Y qué, pequeño? Vamos a sentarnos por allá, que hay un juego chido en mi celular.
Él le dio la manita a DK y se alejaron un poco, sentándose en una acera con el celular en la mano.
Me quedé con Zóio, otro vapor de confianza.
— Vamos a entrar, Zóio. El menor dijo que la madre está en la cocina y el padre durmiendo en la habitación.
— Ve tras el hijo de puta, yo voy a ver cómo está la mujer.
La puerta estaba abierta, entramos.
Zóio se metió en una puerta que parecía ser el cuarto y yo fui a la cocina que tenía la luz encendida.
La cocina tenía comida esparcida por el suelo, cerca de la estufa estaba la mujer caída, desnuda, con la cabeza sangrando mucho y el cuerpo todo morado, boca abajo.
Mano, me dio algo en el corazón, ¿sabes?
Vi que aún tenía pulsaciones, le giré el cuerpo y vi su rostro todo hinchado y golpeado, pero aun así no pude evitar fijarme en la belleza de la mujer.
Fui a buscar una sábana para cubrir su cuerpo totalmente desnudo. Entré a la habitación y vi a Zóio despertando al hijo de puta con culatazos de fusil. El olor a aguardiente se sentía a lo lejos.
Él despertó confundido.
Me acerqué y me miró asustado.
— Sabes quién soy, ¿verdad, hijo de puta?
— Zóio, lleva a este desecho a la sala, que luego vamos a jugar mucho con él.
— Demoro, patrón. Zóio salió arrastrándolo.
— Miré desde afuera y vi a DK.
— DK, lleva al menor a casa de mi madre, dile que después le explico, para que cuide bien del niño. Manda a alguien a traerme un coche rápido.
DK salió con el niño hablando por la radio y en menos de cinco minutos apareció otro vapor con mi coche.
Tomé una manta que estaba en la cama, envolví a la mujer con cuidado y la puse en el asiento trasero, apoyando su cabeza en mi regazo.
— Al posteo, rápido.
Él aceleró con el coche y llegamos rápidamente a la puerta del puesto de salud de la comunidad que más parece un hospital, mi padre lo construyó y lo mantiene muy bien equipado.
Bajamos del coche, el vapor ya entró gritando pidiendo una camilla, una enfermera llegó con la camilla, la coloqué encima y la enfermera entró rápidamente con ella. Quise acompañar, pero me lo impidieron.
— ¿Sabes con quién estás hablando? Voy a entrar a esa porquería y ya.
— En un rato te traigo noticias, pero no puedes entrar.
Me di la vuelta, contrariado, me senté en la recepción. Mano, estaba en una agonía, nunca estuve así. Ni sé por qué, ni conozco a la chica, pero aun así estaba muy preocupado.
Las horas pasaron y ya estaba amenazando a todo el mundo en ese lugar para que me trajeran noticias.
Gabriel, un médico del puesto y también mi amigo, vino a hablar conmigo.
— Cobra, para de hacer escándalo, estás asustando a los pacientes, ¿eh?
— Nadie me dice nada, carajo. ¿Cómo está la chica?
— Está bastante golpeada, deshidratada y ha perdido mucha sangre. Pero está viva y se recuperará.
— ¿Está despierta?
— Sí, y no para de llorar y preguntar por su hijo.
— Quiero verla.