_ Llego a mi casa después de un día agotador, solo quiero un baño y dormir por toda una semana. Todo está oscuro, entro sin fuerzas, camino como zombi hasta que ¡bam! caigo en el piso. ¡Mierda! He tropezado con algo. ¡¿Qué es esto?! Enciendo las luces, !!! Mi casa esta toda revuelta, faltan los muebles, no hay nada todo está vacío. Ni los electrodomésticos, ni mesas, ni sillas, no hay nada. ¿A dónde han ido mis pertenencias?, avanzo por la habitación, ¡me han robado!, ¡¿cómo sucedió esto?!
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¿Ratas?
Verónica: es cierto y también está la causa de muerte tan extraña que tuvo, pero si no fue ella entonces...
Alex: no pienses más, déjalo para mañana. No quiero que mi imaginación vuele, me asusta lo que puedo pensar. Ya será de por si difícil conciliar el sueño y no quiero ni caer en cuenta de lo que significa que nuestros nombres estén en ese libro que parece una deat note
Verónica: ¿te molesta si nos quedamos así juntos?
Alex: para nada, de hecho no pensaba soltarte. Ojalá esa carta no hubiera llegado nunca.
Ambos se durmieron juntos, acurrucados el uno con el otro como si más que amigos fueran amantes. Pero a pesar de lo que aparentaban, nada era más ajeno a la verdad. Aun con los ojos cerrados, con sus cuerpos unidos compartiendo el calor corporal en medio de esa noche fría. Ninguno prestaba atención a esos detalles, estaban demasiado conscientes de los ruidos nocturnos que llegaban a la habitación. Las ramas contra el cristal y la madera, las sombras danzantes de los árboles que se filtraban por las ventanas, el graznar de los cuervos a lo lejos, el sonido murmurante del viento entre los árboles y esa sensación de que alguien te observa, que está justo delante de ti, pero cierras más los ojos. Te escondes al descubierto, no quieres que esa mirada penetrante se encuentre con la tuya. Por temor a que lo que puedas encontrar, te arrastre sin remedio a un mundo que desconoces y que crees irreal.
Verónica: *me giro quedando escondida en su pecho*. Tengo ...miedo.
Alex: *me aferro a ella y escondo mi rostro en su cuello*. Yo ..también. *No quiero inquietarla más, pero la sensación de que no estamos solos no me abandona. Tanteo a tientas el gran cobertor de la cama, tapando hasta nuestras cabezas. Como si esa simple tela nos protegiera del sentimiento ominoso que se te pega en la piel. Como si realmente pudieras tocar, palpar, sentir tangible algo que solo crees que está en tu imaginación.*
...****************...
Álex: mmh. *Increíblemente, me dormí, pero no descansé nada. Me pesa abrir los ojos, pero lo hago*.
!!!!!! ¡Carajo!
Verónica: ¡¿qué?! ¡¿qué pasa?!
ahhhh
Alex: *por instinto intento alejarme, pero me enredo con Verónica que está mi lado y ambos caemos de la cama, enredados en las sábanas*. ¡Pero qué mierda te pasa!
Verónica: ¡dios casi me da un infarto!
Alex: *fue desconcertante que lo primero que viera al abrir los ojos fuera a Claus. Su rostro estaba muy cerca de nosotros y esos ojos rojos a primera hora de la mañana, después de una noche como la de anoche haría que cualquiera perdiera los nervios.*
Claus: es hora de despertar
Verónica: ¿qué? No te escuché, sabes no importa. No vuelvas a hacer eso, casi nos matas del susto
Claus: es mejor casi muertos que muertos ¿no?
Alex: ¿qué? podrías hablar más alto, no se te entiende. *No dice nada más, solo señala la puerta indicándonos que salgamos..*
Verónica: es broma, cierto.
Claus: no, si se pierden en esta mansión se arrepentirán. Así que aprovechen mi guía, anoche tuvieron suerte, mucha suerte.
Alex: ¿qué? *Señala el reloj en la pared y muestra dos dedos, luego señala el baño.*
Verónica: ¿dices que nos alistemos en veinte minutos? *Asiente y se marcha, pero oímos como cierra la puerta por fuera.*
Alex: ¿nos acaba de encerrar?
Verónica: creo que sí. *Voy hacia la puerta y efectivamente esta cerrada*. No hay muchas opciones, cierto.
Alex: entra primero, luego lo haré yo.
Verónica: está bien. *Tomo un cambio de ropa de la maleta y entro, lo primero que veo es la tina y ni loca la usaré. Esta casa me pone los nervios de punta.*
Alex: *mientras Verónica se baña me acerco a los ventanales y mis nervios me traicionan, mi cuerpo tiembla como gelatina. ¡Cálmate eres un hombre!, los hombres no se asustan así. Esto es solo una coincidencia, una rara coincidencia. Sin poder evitarlo esa rima extraña me viene a la mente. Anoche claramente se escuchaban las ramas rosar contra el cristal y la madera, se veían las sombras de los árboles moviéndose. Pero no hay árboles que queden tan cerca como para que toquen la casa y mucho menos que se vea su sombra, pero si hay marcas de rozaduras. Se ven frescas y profundas, como si fueran de algún animal o eso espero. Tal parece que la abuela de Verónica sabía algo al respecto, estas ventanas no están hechas para ser abiertas. Como si evitaran que algo entre. Cierro las cortinas son pesadas, gruesas, bloquean el exterior por completo, evitando que salga cualquier rastro de luz. ¿Que diablos pasa en esta mansión?*
Victoria: terminé. *No quise demorarme mucho, pero Alex está distraído*. ¿Qué te pasa? *Está ante la ventana, la ha cubierto con las cortinas.*
Alex: si te digo que nos marchemos ahora, ¿te irías conmigo?
Verónica: ¿qué? sabes que necesito el dinero.
Alex: lo sé, te ayudaré en todo lo que pueda. No me importa si vives conmigo hasta que envejezcas, pero vámonos, vámonos ahora mismo.
Verónica: Alex. *¿Qué pasó que lo dejó así de impresionado?* Sabes que eso no funcionará, tú tienes tu vida y yo no puedo entorpecerla más.
Alex: Vero, lo digo en serio.
Verónica: ¿qué pasará cuando encuentres a alguien? ¿seremos los tres? Sé que has cambiado tu rutina solo por mí, ya te debo suficiente. *No me dice nada, sabe que tengo razón. Solo mira hacia la vista tapada del ventanal.*
Alex: prométeme que en cuanto los trámites se terminen nos iremos.
Verónica: claro que sí, yo tampoco quiero quedarme más de lo necesario.
Alex: y una cosa más, quiero que me hagas caso sin discutir.
Verónica: ¿qué?
Alex: esta vez es en serio Verónica, has lo que digo y no preguntes.
Verónica: *nunca me había hablado tan serio*. ¿Pasó algo? *No me responde.*
Alex: no irás a ningún sitio sin mí, ni siquiera al baño.
Verónica: ¡Alex, te estás pasando!
Alex: espero que solo sea eso, no discutas y hazlo. Por favor, por mi tranquilidad mental, para que tu único amigo no enloquezca.
Verónica: *sé que lo dice en serio, nunca me habló en ese tono*. Está bien.
Alex: no abras las cortinas ni de día ni de noche.
Verónica: ¿las cortinas? ¿por qué?
Alex: solo hazlo Verónica... hay ratas.
Verónica: ¡¿qué?! odio a esos roedores.