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El Loto Negro —el Renacer De Un Jade—

El Loto Negro —el Renacer De Un Jade—

Status: Terminada
Genre:Completas / La Vida Después del Adiós / Reencuentro / Apoyo mutuo / Amor eterno / Demonios / Reencarnación
Popularitas:1.4k
Nilai: 5
nombre de autor: Xueniao

Tras haber ganado la guerra entre los tres reinos y revivido al loto blanco, Liú Huó, rey del inframundo , se verá envuelto en una nueva travesía lleno de obstáculos en sus camino.

Nuevos enanemigos amenazara la paz de la corona en busca de venganza y poder. Pero esta ves será la prueba del Loto Blanco, quien tendrá que tomar el poder que por sangre siempre le correspondió y, poner fin a las calamidades de atormentan la tranquilidad y el equilibrio entre los imperios.

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Para fluir con la corriente.

Imperio Heiyu.

Dos años ya habían pasado desde el asedio en los cielos. El tiempo trascurría rápidamente ante mis ojos y por más que intentase ocultar todo, mi estado era un recordatorio nato de lo que me esperaba cada vez más cerca con el pasar del tiempo.

Chou Tai llevaba meses de haber sido aislado, no daba señales, ni respondía ante ninguna matriz de comunicación. Incluso la joven diosa estaba reaccionando a su comportamiento y la indiferencia que mostró el día que salió por las puertas principales del palacio.

...

«Golpe sordo en la mesa» la furia al escuchar aquellas palabras consumió mi interior. Como mal chiste del destino, el ser sentado frente a mí me dice descaradamente que su vida se evapora tal como el agua en el desierto. — ¿De qué estás hablando Liu Huó?

Huó me miró fijamente por unos segundos antes de responder, como si estuviese pensando cuidadosamente antes de hablar. —Tae Min aún no logra encontrar una cura y mi núcleo quedó totalmente extinto desde hace dos años, claro que eso lo sabías...

La saliva pasó duramente por mi boca, la ansiedad que provocaba cada palabra que salía de él, era como si apuñalara lenta y dolorosamente en mi pecho. Por más de mil años habíamos estado juntos, luchando en batallas, cayendo al abismo y subiendo a la gloria, durante mil años fue así. Pero justo ahora, justo cuando por fin logramos la meta, el destino decide jugar una muy mala broma. «Respiración profunda» cerré los ojos por un segundo acomodando mis pensamientos y me dejé caer nuevamente en el asiento soltando una risa nerviosa en un vano intento de tranquilizar aquella insoportable inquietud dentro de mi pecho. Miré mis manos, por un momento hasta que la bruma de mis ojos me lo impidió, llevé una de mis manos a mi cabeza e intenté contener fuertemente la amargura del momento, aun cuando el resultado no fue positivo. — Vamos, no pongas esa cara, no estés tan calmado diciendo aquellas frías palabras, no te muestres tan derrotado y débil ante mí ¡Liu Huó!

Su mirada tranquila abrazaba mi tormento insistiendo en hacerlo más feroz y es que durante mi larga existencia, mi único hogar fue creado con estas tres personas, durante mis diez mil años de vida, mi única familia han sido estos torpes e impertinentes niños. Y hoy, como si nada, con esa mirada tan calmada me dice que su vida se extingue con cada segundo que pasa. Es irónico, casi una burla en mi cara, el señor del tiempo, siempre hice alarde de aquello. Un título grande para un ser grande y de un gran poder. Vaya farsante, por primera vez en la vida busco detener a aquel cruel incesante que corre sin parar, y como nunca abofetea mi rostro riéndose escandalosamente y sentándome como primer espectador ante la muerte de mi primera familia en esta larga vida. —Chou Tai...

Levanté la mirada lentamente conectando con sus ojos. Dolía, dolía tal como si despegaran una parte de mi cuerpo que se aferraba a mí, pero no bajé la mirada. —Necesito que me ayudes, nuestra guerra aún no termina... necesito llevar a Xuě Tiān al trono como el nuevo jade...

La ira volvió ante aquellas palabras, el ser ante mí, aquel que considero durante mil años un hermano, que cuide como a un hijo preciado, aquel ante mí incluso cuando se rinde ante la vida, egoístamente me ruega por alguien más. Golpeé fuertemente mis manos en la mesa, todo se paró a nuestro alrededor y el silencio absoluto se volvió una espesa atmósfera entre la ira y el dolor del momento. —¡No! No te atrevas, si realmente quieres mi ayuda, entonces toma las malditas pastillas y vive para hacerlo tú mismo.

Agarré el frasco aventándolo hacia él, el ruido de las píldoras al caer fueron el aviso de que el tiempo volvió a fluir, Huó no dijo nada en aquel momento, y yo tampoco tenía más que decir. Apreté fuertemente los puños de mis manos y salí con rapidez de aquel asfixiante lugar que durante tanto tiempo había llamado hogar.

...

Desde aquel día Chou Tai paró su propio tiempo lejos de nosotros y por más que doliera, sabía el porqué de sus actos y la magnitud de mi egoísmo al pedirle que se quedase a verme morir sin hacer nada. No es propio de mí, pero he vivido mil años, sé que para él mil años no son nada; pero antes de ser lo que hoy soy, fui humano, con un porcentaje tan mediocre de vida que tan solo pasar los cien años era un milagro. Hoy, luego de tanto, de tantas batallas y tantos recuerdos, si el destino reclama lo que le pertenece, hoy puedo dejar ir todo, lo juré aquel día que rogué con fervor por la vida de su Alteza. El destino caprichoso trajo de vuelta lo que con tanto anhelo añoré, está bien si ahora quiere reclamarme, mi cuerpo maltrecho está cansado, pero mi alma vive un paraíso cada día al ver su sonrisa.

«Golpeteo en la puerta» mi cuerpo estaba cada vez más cansado y adolorido, las pastillas ya hacía mucho no ayudaban y solo hacían notar más mi estado inhibiendo mi energía resentida. Fue por ello que mi elección fue dejarlas, aun a sabiendas que con ello esta maldita energía me consumiría lentamente hasta no dejar nada. Intentaba ocultarlo lo mejor posible de su Alteza, pero sus ojos llenos de inquietudes calaban mi alma como puñales. —Adelante...

—Su Alteza, ¿Necesita algo?

Los ojos de su Alteza se posaron fijamente en mi respiración, aquella mirada requisitada se había vuelto una revisión diaria ante las dudas no aclaradas que surgían en su cabeza. Reí ante su complicada mirada intentando descifrar incógnitas que ni siquiera él sabía por qué las generó. —Estás... no.

Sonrió cálidamente y corrió a mí enrollando sus brazos en mi cuello y provocando que cayera sentado en la silla donde minutos antes me encontraba. Pero aquello no fue nada comparado a la gran sorpresa que me dio en el momento que atrevidamente subió sus piernas bordeando las mías y sentándose en cuclillas en mi regazo, solo para luego de tal acto mirarme con una inocente sonrisa adornada de unas blancas perlas. No había forma de sacarme de tal ensimismamiento, las palabras se borraban de mi mente cada vez que su Alteza aparecía frente a mí y mucho más cuando últimamente sus muestras de afectos no se miden ni en actos, ni en palabras. —...Su Alteza.

—¿Estás muy ocupado? ¿Puedo ayudarte? Si me explicas qué hacer aprendo rápido, madre siempre decía que era un erudito en las letras.

Miraba los papeles en la mesa sin soltar sus brazos de mi cuello y hacía viajar sus ojos del montón de papeles hasta mí con una sonrisa cálida en sus labios. Sonreí aún sin poder salir por completo de aquella burbuja que me envolvía cada vez que se hacía presente. Él era la medicina más efectiva en mi misera vida, no había dolor, ni cansancio cuando él se mostró ante mí. Todo era tranquilo y estaba lleno de paz, él simplemente es... —Mi paraíso.

—Por cierto, Huó-er, si sigues llamándome Alteza, mi corazón dolerá... ¿eh? ¿paraíso?

Todo quedó en total silencio luego de aquello, negué con suavidad intentando retener la ruidosa risa que se acumulaba entre mi garganta, pero las expresiones de su Alteza y la ternura que entrega, son simplemente imposibles de dejar pasar. —Solo hablé sin conciencia... Su Alteza, no se enoje, solo complace a este siervo tuyo con este capricho y deja que siga llamándote así.

Su alteza bajó levemente la mirada asintiendo y con lentitud desprendió sus brazos de mi cuello. —Huó-er, ¿Realmente estás bien conmigo? ¿Realmente estoy en el corazón del rey Liu Huó? Si esto es por el pasado, tú no tienes que...

No podía permitir que esa bola de pensamientos innecesarios y tormentosos se hicieran presente en la mente del único ser que me trae paz, y ante la amenaza de decir tales atrocidades, dejé que el momento fluya con la única forma en que logré pensar para acallar sus Pensamientos absurdos. Un beso que esperaba le trasmitiera tal paz, que él con su sola presencia me brindaba día a día en los tormentos de mi vida. Sus manos temblorosas volvieron a unirse a mi cuello rodeándole con fuerza y aun cuando pude ver dos finas y traviesas gotas saladas rodar por sus mejillas, también se hizo presente esa leve curvatura en las comisuras de sus labios. Fue un beso totalmente inocente ante la presión del momento, pero tal posición y tal intensidad en afectos, fue la chispa suficiente para terminar explotando en un juego peligroso de en la fricción de nuestros cuerpos. Y maldigo la inútil necesidad de respirar que provocó la separación de aquellos labios dulces como la miel, pero, vendito el ser que me dio la oportunidad de apreciar tal arte ante mis ojos. Su alteza se encontraba totalmente somnoliento entre mis brazos, con una sonrisa perdida y cálida que inflaba mi pecho, sus labios hinchados y completamente rojos que resaltaban en contraste de su nívea piel, incluso su cabello que se había alborotado causaba un estrago incomprensible dentro de mí.

Respiré profundamente intentando acallar todo y cada uno de aquellos lujuriosos e indebidos pensamientos, pero los actos de aquel inocente ser sentado entre mis piernas, no fue más que una larga y cruel condena ante mis impulsos demoniacos y lujuriosos, que luego de mil años gritaban ferozmente por el derecho a poder salir.

Pero fue su Alteza quien terminó con mi poca estabilidad en aquel momento. Con sus ojos adormilados y su sonrisa soñadora, se acercó peligrosamente sus labios a los míos y susurró sin una pizca de recato — Huó-er...

Lo miré fijamente a los ojos y totalmente contrario a cualquier pensamiento, estos solo vieron una tristeza desolada y un baño de lágrimas que me rompió el corazón en un segundo, aun sin entender lo que acababa de pasar. Y antes de siquiera intentar hablar, él tomó mis labios como nunca, fundiendo toda su angustia en aquel beso desesperado que buscaba hasta el más mínimo contacto. Jamás había escuchado a su alteza llorar de aquella manera, aun entre el aquel beso, sus sollozos se filtraban y cuando necesitó el aire y se sintió preparado, por fin salió la respuesta aquella angustiante pregunta que se formulaba en mi cabeza —¿Alteza?...

—Sé la verdad... sé la verdad de ti y de tu condición, yo...

El lugar se quedó en total silencio, solo el eco de aquellos sollozos que trataban de retener el frágil ser entre mis brazos. Quería consolarlo y decir que todo estaba bien, pero aquella mirada podía descifrar cualquier mentira que amenazaba con salir de mis labios ya estas alturas, no podía hacerle algo como eso a él. -Lo siento...

Fueron las únicas palabras que salieron de mi boca, las únicas que mi mente me dejó procesar, y él simplemente se mantuvo en silencio, con la mirada baja y reteniendo lo más posible sus sollozos desgarradores. Hasta que cuando creí todo perdido, sentí sus brazos rodearme nuevamente, su cuerpo temblaba por completo, se aferró con fuerza a mí y guiando sus labios hasta mi oído, susurró suavemente. —No importa qué tienes, buscaré la forma de salvarte, esta vez déjame a mí Huó-er... ¿Huó-er puedo pedir algo?

—Su Alteza puede pedir lo que desee...

—Quiero ser tuyo de todas las formas existentes en este mundo, quiero unirme a ti, solo a ti te pertenezco y hasta que pueda encontrar la forma de sanarte, no me alejes jamás de ti, mil años han sido más que suficiente para saber cuánto te pertenece mi corazón y mi alma...

Mi cuerpo se había congelado por completo ante cada una de las palabras que salía de su boca. Provocaba un enorme corte en mi cabeza, pero su mirada llena de ternura y su llanto desconsolado, no me dejó negar en absoluto mi deseo de hacerlo mío por completo, aunque sea una sola vez en la vida, lo deseaba desde lo más profundo de mi ser. Tenía razón, mil años son más que suficiente para conocer nuestros verdaderos sentimientos. —Xuě Tiān, yo...

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