El Loto Negro —el Renacer De Un Jade—

El Loto Negro —el Renacer De Un Jade—

Inicio fragmentado.

Imperio Heiyu,

a un año de la caída del emperador jade.

La noche pasaba serena en el imperio Heiyu. Ya hacía un año del asedio en los cielos y aunque todos intentaban hacerme sentir en casa, el hecho de que había pasado más de mil años en un sueño profundo, era totalmente una realidad difícil de digerir, más aún cuando la muerte y la ruina de todo lo que alguna vez llamé hogar, había sido el inicio de lo que hoy Liu Xin tiene como imperio.

Las cosas han cambiado de tal forma que el día de hoy, aquel guardia real al que aspiraba luchar batallas con un honorable rey, es el ser más imponente y grande de los tres reinos. No obstante, cada día y cada momento que mi presencia se muestra ante él, me trata como el ser más noble y significativo de la existencia, lo que me recuerda aún más lo que fue mi vida anterior.

A un año de mi despertar y aunque sea confuso todavía entender ciertas cosas, solo he podido hablar una sola vez con él a la soledad de las linternas. Él es un digno soberano y aunque el inframundo es su reinado, lleva la justicia por las venas, estoy seguro de que el general Liu Gong debe estar orgulloso de su hijo.

» Me dispuse a levantarme lentamente de la cama, tomé la linterna que reposaba en la mesada y me encaminé lentamente por los pasillos del palacio. «

Cada noche es difícil conciliar el sueño, el miedo a no despertar perturba mi mente al grado de inquietar mi corazón. Por lo que cada noche me dirijo al ala sur del palacio, Liu Xin construyó la sala de descanso para nuestros padres y todos los guerreros que murieron defendiendo a Wuya; aunque hay tantas tablas conmemorativas aquí que puedo suponer que muchas son caídas a lo largo de su eterna vida.

Tomando cuatro inciensos, los planto frente a cada una de las tablas conmemorativas de nuestros padres, arrodillado, oro por su pronta rencarnación y sus próximas vidas. «Espero que sea donde sea que estén, tengan una grata estadía, Este hijo ruega el perdón de sus padres y de su gente por no cumplir su labor y espera con todo su corazón que sus padres no tengan el corazón pesado por la desdichada suerte de este hijo.» Me incliné apoyando mi frente y mis palmas en el frío suelo.

—Alteza...

Un suave susurro junto a unas leves pisadas hizo eco en el silencioso salón. Me levanté levemente mirando hacia atrás y, allí estaba, parado rectamente con su espada enfundada a la cintura, aquella que sin importar donde estuviese, lo acompañaba como una fiel compañera. A veces por estúpido que sonase, sentía celos de esa fina arma que reluce en sus duras manos cada vez que la porta. Incliné levemente la cabeza volviendo a mirar las tumbas disipando para pensamiento innecesario. —Rey Liu Xin...

Aquellas palabras salieron de mi boca incluso antes de pensarlas; Era tan raro llamarle de aquella forma, pero se sentía tan correcto, como si él hubiera nacido para portar aquel título. Sentí como sus pasos se aproximaron a mí volviéndose un poco más pesados y como suspiró en derrota cuando la palabra "rey" salió de mi boca. —Alteza, no tiene por qué llamarme de esa manera... solo soy yo.

Llevé mi mano a mi mejilla. Sentía como el calor se acumulaba en ellas cada vez que tenía su presencia tan cercana, por más que viviésemos en el mismo palacio, los tormentos en mi mente no me dejaban actuar libremente delante de él y por mucho que tratase de ocultarlo, él lo notaba. Tampoco podía negar que las cosas habían cambiado tanto que, a pesar de mantener aquellos sentimientos de nuestra juventud intactos, el dar el primer paso a un inicio. Era casi una misión imposible en estos momentos. —Hm, yo, lo siento... aun es confuso para mí.

Le miré e intenté mantener la mirada en sus ojos, pero éstos se llenaron de una tristeza palpable y no pude hacer más que apartar la mirada y pretender no saberlo. —Está bien de cualquier forma que su alteza decida llamarme, yo jamás dejaré de ser Liu Xin, su guardia real...

Cuando mire nuevamente, sus ojos ya estaban puestos en las tablas frente a mí. Caminó unos pasos tomando un puñado de inciensos y los plantó en cada una de ellas para luego hacer un gran arco presentando sus respetos ante aquellos ya no existentes en este plano.

—Lo siento. — Un leve susurro se escapó de mis labios e incluso de mi inconsciencia, sabía que, para estas alturas mi timidez parecería mucho más un rechazo hacia él, pero por más que odiaba aquello, no lograba hacer nada para cambiarlo. —Alteza, usted jamás tiene que pedir disculpas frente a este servidor, han pasado muchos años, hay muchas cosas a las que su Alteza aún necesita adaptarse. Tómelo con calma.

Su mirada fija en mí y aquella cálida sonrisa hizo mi alma temblar cuando se conectaron. No pude evitar sonrojarme y sonreír ante aquello. —Liu Xin es realmente bueno con las palabras ahora, creo que es lo que más me costará procesar.

Una suave risa se coló por mis oídos y frente a mis ojos, una hilera blanca de dientes me deslumbraba el alma como jamás nada lo había hecho. No podía negar que cada sentimiento de nuestra juventud seguía tan vivido y ferviente en esta actualidad, es por eso por lo que no pude evitar sonreír de la misma manera. Este hombre frente a mí ¿Quién es realmente?, ¿es realmente aquel guardia orgulloso?, ¿pero siquiera, soy yo el mismo de aquel tiempo? Negué levemente esfumando aquellas preguntas pretenciosas que se asomaban intentando causar revuelta en mi pecho y mi mente hasta que escuché su voz, imponente, aun cuando fue un suave susurro. —Espero que este nuevo yo, logre ganar de mejor forma el corazón de su Alteza...

Su mirada penetrante se instaló en mí y aquellas palabras golpearon como rocas mi corazón, que de un minuto a otro retumbó con la fuerza de un tambor Ku, haciendo que la sangre subiera a mi rostro tan abruptamente que no pude disimular. —Porque Liu Xin diría algo como eso en un momento así...

Subí las manos ocultando mi rostro y caminé rápidamente evitando su mirada e incluso su respuesta; que, gracias a los cielos, no dio reacción hasta que estaba lo suficientemente lejos para evadir su mirada y controlar este torpe corazón.

Frené el paso cuando le escuché llamarme por quinta vez y su suave risa se había aclamado, aun con las palabras de reprimenda en el borde de la lengua, no pude evitar sonreír y girarme a verle con un rostro complicado incluso para mí. Él caminaba recto hacia mi persona, con ambas manos a su espalda y la mirada socarrona en su cara cantaba victoria de una guerra que jamás avecinó disputa. Ya a dos pasos de mí extendiendo su mano, sus finos dedos y su gruesa piel mostraban cuantas batallas habían pasado, por aquellas, le miré por unos segundos antes de tomarla, solo posando mis dedos suavemente, ni siquiera un agarre de manos casual; él simplemente mantenía su palma en el aire y yo reposaba mis dedos en ella como si estos estuviesen cansados de un arduo trabajo.

Caminamos por un largo rato, me guio fuera, a los jardines del palacio, aquella zona en donde solo yo y mis más cercanos teníamos permiso de estar, aquella zona que el ser frente a mí, había construido con sus propias manos en la añoranza de mantener vivo los recuerdos de un pasado, aun cuando causa un desgarrador dolor en su corazón. —Este lugar... es realmente hermoso, quisiera decir que es igual a mi antigua habitación, pero osaría de mentir, es incluso más hermoso.

Dije casualmente tocando uno de los pequeños lotos que volaban cual linternas de energía. Y es que nadie creería que en este momento estamos en el inframundo y mucho menos en el palacio del rey demonio. Nadie podría creerlo viendo lo pacífico y mágico de este lugar. —Intenté hacerlo lo más parecido al jardín de su alteza, pero para cuando tuve el poder de crearlo, ya habían pasado demasiados años y mi memoria estaba algo maltrecha.

Menciono suavemente mientras miraba alrededor con ojos llenos de melancolía. Y fue ese pequeño destello que vi apagarse en sus ojos, que hizo que mi mente volviese a actuar precipitadamente frente a las circunstancias. Y tomé su mano fuertemente en un acto reflejo haciendo que me mirara sorprendido. Aun con ello, como si no fuera suficiente, mi boca volvió a traicionar mi cordura y mi dignidad. —No necesito que sea igual, solo contigo a mi lado es suficiente para que sea mi hogar.

Las pupilas de mis ojos se dilataron al darme cuenta de lo que había dicho, pero mi cuerpo se rehusaba a responder y no me moví ni un solo paso de aquel lugar, aun cuando su mirada de sorpresa se posaba fijamente en mis ojos y una sonrisa cálida comenzó a surcar sus finos labios pálidos. —Si es de esa forma en que su alteza se siente, entonces este general no tiene nada que decir.

Sentí como entrelazó sus dedos con los míos, miré mi mano al sentir el acto y cuando levante a su mirada, aunque se podía distinguir claramente la sonrisa en su rostro, también se notaba como difícilmente intentaba ocultarla. No sé por qué no aparte mi mano, ni salí corriendo, siendo que mi cara quemaba de vergüenza; solo me quedé allí, mirando a escondidas la sonrisa cada vez más notoria en Liu Xin y sintiendo como una calidez abrazadora envolvía mí corazón.

Fue así como nos mantuvimos hasta que Liu Xin me dejó en las puertas de mi recámara, con una sonrisa en su rostro y sus ojos brillantes llenos de una promesa cautiva en sus labios, una que espera pacientemente por mí y mi corazón.

Caída del imperio celestial

Recuerdo claramente los gritos de victoria, las espadas y armas enemigas que caen al suelo en son de redención y tregua. El emperador Jade había caído, destruyendo su propia alma y aunque por fuera nadie se diera cuenta, el hecho de que el emperador se dio a morir en medio de la batalla, era un hecho inaceptable para mí. Pero uno que no podía refutar luego de la verdad dicha dentro del salón celestial.

Caminé unos cuantos pasos para recoger el núcleo de vida que había caído del emperador, aquella pequeña luz que se aferraba fuertemente a la vida mientras todo su ser se había esfumado. La sostuve fuertemente en mis manos presentando el respeto correspondiente luego de una batalla. Pero el dolor punzante en mi espalda me congeló instantáneamente, sentí como el filo de la espada atravesaba mi interior cortando lentamente cada órgano que se cruzaba en su paso hasta salir por la pared frente a ella, mi piel estaba totalmente abierta al paso de su filo y el dolor era un picor suave que en unos segundos volvió oscuro todo a mi alrededor.

Cuando desperté Chou Tai estaba parado frente a mi cama, con una mirada ennegrecida que se dirigía directamente a mis ojos. Tae Min miraba concentrado mi pecho mientras cocía mi herida con rapidez y Xiang Xi salía y entraba de la habitación cargando cuencos seguramente con agua para tratarme. No podía hablar y por más que pudiese, sabía que no era el momento de decir nada, La mirada de Chou Tai era una simple advertencia de mi descuido en el campo de batalla. Miré hacia el techo en resignación, pero la furiosa voz por fin se hizo presente solo para alarmar mis ansias. —Fue la emperatriz Fu.

Tanto yo como Tae Min le miramos, realmente me sorprendía las agallas de aquella mujer, sobre todo luego de saber la verdad sobre Xuě Tiān. Negué levemente e intenté respirar hondo, pero una punzada fuerte y la mirada de regaño de Tae Min me dio a entender que no podía moverme. Y nuevamente la voz furiosa de Chou Tài salió a luz. —Está custodiada en el calabazo de Hēiyù, nadie en los cielos abogó por ella. El paradero del príncipe heredero no es claro, muchos dicen que murió en la batalla y otras tantos dicen que lo secuestró Déwēi..., del cual no tenemos menor idea donde está.

Sabía la verdad, pero hablar ahora era una conmoción demasiado grande para los tres reinos, a pesar de lo que dijo el emperador Jade, no tengo más palabra, mis planes están frenados hasta saber completamente la verdad. Cerré los ojos en la espera de Tae Min terminara rápido, mi cabeza retumbaba y mi cuerpo estaba adolorido, quería dormir, dormir como de hace tanto no lo había hecho, fue entonces que recordé. —¡Su Alteza!

Intenté moverme rápidamente, pero Chou Tai golpeó fuertemente su puño contra la pared. —Muévete una vez más y pararé el tiempo junto contigo por todo un año.

Lo miré entre molesto y anonadado, Chou Tai estaba en realidad furioso y yo en realidad cansado, así que solo asentí. —Él está bien, los jóvenes dioses y Lu Xiao están encargándose de él y si realmente estás tan preocupado, puedo ir a ver cómo va, a estas alturas, debe estar despierto.

No dije nada, intentaba lentamente procesar la situación, pero una mirada entre Tae Min y Chou Tai, fue suficiente para entender que algo andaba mal y que Tae Min sería el encargado de darme las noticias. Por lo cual solo asentí para que fuera. —Volveré pronto, intenta levantarte de aquí y te congelaré una década Liu Huo.

Sonreí ante sus palabras y vi como lentamente salía de la habitación, miró una vez más antes de cerrar la puerta con un gran pesar en su mirada. Miré a Tae Min y la seriedad en sus ojos me advirtieron de su noticia. —Estás muriendo Liu Huo.

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