Fui obligada a casarme con el CEO enmascarado y discapacitado por culpa de mi padre, quien en una apuesta me perdió.
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—5—
ELENA COEN
Me levanté del comedor y salí corriendo al cuarto. Jamás en mi vida me habían pegado tanto como este señor.
Dudé en poner la puerta del cuarto bajo llave, porque si venía él y se enojaba me iba a pegar otra vez. Dejé la puerta así. Me encerré en el baño. Me senté en un rincón a llorar.
Yo no debería estar aquí. No debería preocuparme por estas cosas. Me sentía como una ave en una jaula. En mi casa me identificaba con Cenicienta, porque parecía la empleada de ellos dos. Aquí en esta casa, me hace pensar en el cuento de La bella y la bestia.
Por las siguientes dos semanas no salí del cuarto para nada, la empleada me traía los tres tiempos de comida. Dustin ni siquiera dormía aquí. Era lo mejor.
Mi cumpleaños número 18 pasó. Nadie se acordó ni me felicitó. Era como si en esta casa fuera un mueble más.
Me acerqué a la ventana, añoré ser libre.
Dustin entró. Me sobresalté. Eran dos semanas que no veía su rostro. Él solo me miró. Sus ojos azules eran hermosos, era lo unico que podía apreciar.
— Te preguntaré una sola vez. ¿Quieres seguir aquí?— Su voz me dio miedo.
— No quiero— dudé en dar esa respuesta porque no sabía si me traería alguna consecuencia.
— Y si dejo que te vayas, ¿A dónde irías?
— No lo sé — miré al piso.
En la casa de mi padre no iba a regresar. ¿Cómo lo haría si para él no soy nada?
— He pensado mucho. Toma esto que te digo como tu regalo de cumpleaños. Puedes irte de aquí Pero no le digas a nadie que me has visto o que viviste aquí. Voy a anular nuestro matrimonio, de todas maneras nunca hubo ni habrá nada.
Esas palabras me hacían feliz. Sonreí. ¿Dónde iría? No lo sé, mientras esté muy lejos de él y de mi familia, estaría bien.
— ¿Me puedo ir ya? — le pregunté temerosa.
— Tanta prisa tienes. Tanto asco te provoco— sentí el frío de su mirada, pero no podía echarme atrás. Quería ser libre.
— Si.
— Entonces vete.
Salí del cuarto. Aunque no niego que sentí un peso en la conciencia. Pude salir de la casa y los gorilas no hicieron nada.
Inhalé y exhalé aire. Unas lágrimas salieron, pero eran de felicidad.
¿Dónde debería ir? Me fui al parque. Ahí me tomó la noche. Hacía mucho frío. No quería regresar a la casa de mi papá, temía que me terminara apostando otra vez, no quería el desprecio de Loren.
Debí traer tan siquiera una chaqueta o una cobija.
Pensé ir a la casa de alguna amiga, pero ahora dudo que tenga una. No importa que, no voy a regresar con Dustin. Subí mis pies a la banca y me enrollé como si fuera un caracol. Tenía frío, mi estómago temblaba por eso.
DUSTIN MONDRAGÓN
Le di la libertad que ella tanto quería, confronté a mi padre varias veces solo para que ella se fuera. No podía arruinar la vida de nadie solamente por un capricho de mi papá. Ella es tan linda como para que esté sin brillo conmigo.
Cuando ella salió de la mansión, le pedí al chófer que la siguiera. Quería ver qué ella estuviera bien.
Ella caminó tanto solo para llegar al parque. El chofer se detuvo. La noche cayó y ella seguía ahí sentada en una banca. Traía un vestido a la rodilla y de tirantes. Hacía frío. A ella no le importa pasar frío mientras esté lejos de mí.
— Señor Joss— así se llamaba el chofer. Era un señor de unos 50 años que me había visto crecer, él era para mí la persona de confianza, dónde podía poner mi vida en sus manos— llévale está frazada.
— Está bien joven— Joss tomó la frazada.
— Espera, mejor no. Ella se dará cuenta que la seguí.
— Joven, ¿Le gusta la señorita?
— No lo sé.
— Debería ir por ella. Usted es su esposo y si le gusta, solo dígale. Ella puede aprender a amarlo.
— Creo que es hora de irnos. A veces demuestras amor con la libertad. No sé puede tener en una jaula a un ave.
— Tiene razón joven. Solo que es peligroso para la señorita que esté sola.
— Lo sé. Solo que ella prefiere esto que estar con este monstruo. Joss vámonos.
Regresé a la casa. Esa noche no pude dormir bien, pensando si Elena estaría bien, o si el frío le haría daño.
ELENA COEN
Dios mío, ayúdame. No me puedo imaginar como las personas sin hogar pasan noches en la intemperie. No dormí, el frío no me dejó.
Amaneció.
Se acercó una señora y me ofreció una taza de café. Ella andaba vendiendo desayunos.
— Muchacha, toma.
— No traigo dinero.
— Solo tómalo. ¿Y tú casa? Las calles no son para una joven tan bonita como tú.
— ¿Mi casa? No tengo casa donde ir — tomé el café— gracias.
No estaba en la posición de negarme al café.
— En el centro comercial siempre buscan chicas para atender tiendas, deberías ir. Cuando venía miré un anuncio que buscaban chicas de 18 a 25 años para atender una tienda de ropa. Deberías ir.
— Gracias, señora. Le prometo que cuando tenga trabajo y dinero, vendré aquí a buscarla para pagarle el café.
— Está bien. ¿Quieres un sándwich?
— Sí. En serio, le pagaré.
La señora continuó por el parque vendiendo café y pan.
¿Debería ir? No tengo nada que perder.
Caminé hasta el centro comercial, buscando el letrero que había dicho la señora.
¿Será este el lugar que mencionó la señora? Entré a una tienda de ropa donde había un letrero que decía que buscaban joven para despachar.
— Hola. Venía por el puesto — le dijo una chica a un señor que atendía la caja.
— Puede dejar su hoja de vida.
Me sentí desanimada. Caminé tanto por nada. No traía esa hoja de vida, nunca había trabajado en mi vida. No se ni como hacer una.
El señor se acercó.
—Desea algo señorita.
— Si. Bueno. Cómo verá venía por el puesto Pero he escuchado que tengo que traer una hoja de vida, pero no la traje.
— Puede ir a hacerla y traerla hoy por la tarde.
— Si. Solo que quiero trabajar, pero no traigo dinero para ir a un ciber y no tengo experiencia.
— No hay problema, no sé necesita experiencia para atender a los clientes, con que sea amable, basta. Tome le daré una hoja y un lápiz para que ponga sus datos personales. Y si a mi jefe le parece, se le llamará por la tarde.
— Gracias— tomé la hoja y el lapicero.
Sería genial tener un trabajo.
Gracias Luna por una novela corta pero excelente te felicito que Dios te bendiga siempre 🫂😘🙏🇻🇪💐