No, esto no puede ser cierto. Esa mujer no pudo destruir mi vida aún más de lo que ya lo ha hecho. ¿Qué más quiere de mí?, ¿acaso planea mi muerte?. No, si me quisiera muerto lo estaría. Quiere que pase mi vida postrado, arrastrándome como un gusano.
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Golpiza
Aurora: ¿qué haces que no estas lista?, vístete debemos irnos.
Isabella: no lo haré, no pueden obligarme.
Aurora: de ti depende ¿como quieras llegar?, lo harás por las buenas o por las malas, pero de que iras, irás.
Isabella: mantengo la mirada firme.
Aurora: como quieras.
Isabella: se marcha, eso fue demasiado fácil. Al rato la puerta vuelve a abrirse, entra mi padre adoptivo con el cinturón en las manos y aquella que se hace llamar mi madre solo cierra la puerta dejándonos solos.
Octavio: te lo advertí y no quisiste escuchar.
Isabella: ¿q...que harás?.
Octavio: debiste obedecer como siempre lo has hecho. Ahora verás las consecuencias de tu rebeldía.
Isabella: ¿cómo puedes pedirme que acepte algo así sin más?, ¿como puedes entregarme a manos de un desconocido?. Siempre he hecho lo que me han pedido, incluso dejé todo por lo que trabajé tanto en lograr. Sencillamente porque me lo pidieron, ¿por qué no es suficiente?.
Octavio: esto lo será, podremos vivir con comodidad a partir de ahora. Así que nada puede salir mal.
Isabella: ¿y yo?, ¿y mi vida?. ¿Mi opinión no importa?.
Octavio: no.
Isabella: plaf...ahhh, se siente el primer azote golpear mis piernas. Arde tanto que he caído al piso, pero no se detiene plaf, plaf ahhh. Detente por.... favor me haces daño.
Octavio: debiste pensarlo antes.
Isabella: los golpes no se detienen, por mucho que le pida o que suplique. Solo me hago un ovillo y resisto lo más que puedo. Duele, duele mucho, me cuesta respirar. El llanto que trato de ahogar en mi garganta, hace que sea más difícil tomar aire. Siento mi conciencia desvanecerse con el ruido de fondo de los azotes de ese cinturón, hasta que ya no siento nada.
Aurora: desde afuera de la habitación pueden oírse el sonido de los golpes y las súplicas de Isabella. Después de un rato solo hay silencio.
Octavio: listo, con eso será obediente. Arreglala, ya casi es hora de irnos.
Aurora: bien, entro en la habitación, esta inconsciente. Los verdugones en su cuerpo están al rojo vivo. Debiste hacer esto por las buenas. La visto y ordeno a uno de los sirvientes que la lleve al auto.
Octavio: ¿todo esta listo?.
Aurora: sí, terminemos con esto cuanto antes, ¿no será un problema que viaje inconsciente?.
Octavio: no, es un avión privado. Solo diremos que está dormida.
Aurora: después de unos minutos de viaje llegamos al lugar de despegue y abordamos .
Isabella: ¿dónde estoy?. Mi cuerpo duele, intento abrir los ojos, pero no puedo mantenerme despierta. Solo siento que soy llevada a algún lugar.
Octavio: ya casi llegamos, ¿aún no despierta?
Aurora: no, su cuerpo está ardiendo, parece que te excediste.
Octavio: no importa, eso será problema de su futuro esposo.
Aurora: después de cuatro horas al fin estamos a punto de aterrizar en nuestro destino.
Octavio: ¿eres el representante del señor Lombardi?
Miguel: si señor González, pero ¿qué sucede con la joven? ¿por qué está dormida en sus brazos?
Octavio: no se preocupe por eso. Como fue pactado aquí está mi hija mayor, se la entrego. Espero que no haya problemas con el pago acordado.
Miguel: claro que no, aquí esta.
Aurora: yo tomaré esto si, ya no hay nada más nos marchamos.
Miguel: me han entregado a la chica y se han marchado. ¿Qué clase de personas son éstas?. ¿Qué le han hecho?, está ardiendo en fiebre, la llevaré al hospital donde se encuentra el señor Alberto.
Alberto: ¿y la joven?.
Miguel: está siendo atendida en otra sala.
Alberto: ¿hubo algún problema?
Miguel: parece que el rumor de la familia González no estaba lejos de la verdad.
Alberto: siempre se comentó que eran personas sin escrúpulos y muy materialistas.
Miguel: me quedó muy claro hoy. Trajeron a la hija mayor como fue acordado, pero no venía en buenas condiciones.
Alberto: ¿qué quieres decir?.
Miguel: estaba inconsciente y ardiendo en fiebre. Según el médico le dieron una golpiza con una correa o un cinturón, al punto de las heridas le causaran una infección. Lo bueno es que no es grave, dentro de poco despertará.
Alberto: al parecer no llego aquí por voluntad propia.
Miguel: así parece.
Alberto: cuando despierte avísame, quiero hablar con ella, y ver qué tipo de persona es.
Isabella: mmh la luz irrita mis ojos, ¿dónde estoy?. Miro alrededor, parece la sala de un hospital muy costoso. Intento levantarme, pero el dolor me hace recordar las heridas que recibí. Nunca pensé que me golpearía hasta dejarme en este estado. Si bien mi vida no era feliz, nunca había sido agredida físicamente. Poco a poco me incorporo hasta sentarme.
Enfermera: ya despertaste, les avisaré a las personas que vinieron contigo.
Isabella: ni siquiera me da tiempo a decirle algo solo desaparece, ¿mis padres me trajeron al hospital? ¿podré escapar?. No tengo mucho tiempo para pensar cuando la puerta es abierta, y entran dos personas, uno de ellos es un señor mayor y creo que sé de quién puede tratarse. Los nervios me invaden, siento ese destino inminente que me atará a la vida de ese hombre, que es completamente extraño para mí. ¿Me obligará?, ¿me dejará ir si se lo pido?, o ¿no le importará siquiera lo que piense?.
Alberto: veo que tienes muchas cosas en la cabeza, Miguel déjanos solos.
Miguel: como diga.
Alberto: sabes por qué estás aquí ¿verdad?,no dice nada solo asiente con timidez. ¿Viniste por voluntad propia?.
Isabella: n.…no.
Alberto: ¿quieres volver?.
Isabella: no, si vuelvo solo sería peor, pero me gustaría irme... por favor no quiero casarme con alguien que no conozco.
Alberto: pareces una buena chica. Así que quiero llegar a un acuerdo contigo. Evitar el matrimonio no es posible, lo siento tengo mis propias razones, pero si desempeñas bien tu papel serás bien recompensada.
Isabella: ¿papel?
Alberto: sí, nuestro matrimonio solo será un acuerdo.
Isabella: ¿será solo en papel?.
Alberto: sí, lo que temes no sucederá. Tienes la edad para ser mi hija. Solo hago esto para librarme de mi esposa sin que pierda la mayor parte de mi fortuna.
Isabella: una vez que haya logrado lo que se propone, ¿me dejará libre?.
Alberto: claro que sí, podrás hacer lo que quieras, vivir cómo quieras, nada te lo impedirá.
Isabella: está bien, lo ayudaré en lo que me pida.
Alberto: muy bien entonces recupérate. Aún debemos viajar a un lugar más