La historia sigue a Patrick, un aventurero serio y amable que trabaja para la iglesia en un mundo de fantasía medieval. Patrick recibe la misión de recolectar poderosos artefactos mágicos, incluyendo la espada Dama, que puede invocar a una entidad llamada Dama Blanca. Durante su viaje, Patrick rescata a Samantha, una chica mitad demonio con un carácter fuerte pero frágil, que es perseguida por la iglesia debido a su linaje. Juntos, enfrentan peligros y desafíos mientras Samantha comienza a enamorarse de Patrick, y él descubre secretos oscuros sobre los artefactos y las verdaderas intenciones de la iglesia. La historia se desarrolla en un vasto mundo lleno de reinos, criaturas míticas, y seres divinos, donde la discriminación entre razas y la lucha por el poder son constantes.
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Capitulo 7: Confesiones bajo la Luna
**Capítulo 7: Confesiones bajo la Luna**
La noche había caído, y la oscuridad envolvía el camino que Patrick y Samantha seguían hacia Manor. Tras un largo día de viaje, decidieron detenerse y encender una fogata para descansar. El fuego crepitaba suavemente, iluminando sus rostros con destellos anaranjados y proyectando sombras danzantes en el suelo. Las chispas volaban hacia el cielo estrellado, como si intentaran alcanzar las estrellas.
Ambos permanecían en silencio, sumidos en sus pensamientos. Patrick mantenía la vista fija en las llamas, mientras Samantha jugueteaba nerviosamente con una ramita, rompiéndola en pedazos y lanzándolos al fuego. Aunque habían luchado codo a codo en más de una ocasión, había una distancia entre ellos que no lograban superar del todo. El peso de sus secretos y pasados los mantenía cautelosos, como si una barrera invisible impidiera que se conocieran plenamente.
Finalmente, Samantha rompió el silencio, su voz apenas un susurro por encima del crepitar del fuego. —Patrick... hay algo que necesito contarte.
Patrick levantó la mirada, notando la seriedad en el tono de Samantha. La animó a continuar con un leve asentimiento, sabiendo que lo que estaba a punto de decir sería importante.
—Te he contado algunas cosas sobre mi pasado —comenzó Samantha, sus ojos reflejando la luz del fuego—, pero hay algo que no he mencionado... algo que temo que podría cambiarlo todo entre nosotros.
Patrick frunció el ceño, intentando descifrar el significado detrás de sus palabras. —Puedes confiar en mí, Samantha. Lo que sea que tengas que decir, no cambiará nada.
Samantha inhaló profundamente, reuniendo el valor para continuar. —Cuando te dije que soy una semidemonio, no te conté toda la historia. Mi padre era un demonio, sí, pero no era cualquier demonio. Era un comandante en las filas de los Señores del Abismo.
La revelación cayó como una piedra en el estómago de Patrick. Los Señores del Abismo eran una de las facciones más temidas y poderosas del inframundo, conocidos por su crueldad y sed de poder. Ser hija de uno de sus comandantes no solo significaba que Samantha era peligrosa por naturaleza, sino que también podía estar siendo vigilada o manipulada por fuerzas oscuras que Patrick ni siquiera podía imaginar.
—Mi madre —continuó Samantha, la voz quebrada por la emoción—, era una sacerdotisa que se enamoró de él, pensando que podía redimirlo, cambiar su naturaleza. Pero... el poder del Abismo es demasiado fuerte. Al final, fue ella quien se perdió, y yo fui el resultado de esa unión prohibida. Desde pequeña, he vivido entre dos mundos, sin pertenecer a ninguno.
Patrick se quedó en silencio, dejando que las palabras de Samantha se asentaran. No era fácil procesar lo que acababa de escuchar, pero la vulnerabilidad en su voz y la forma en que compartía su dolor le hicieron sentir más empatía que miedo.
—Samantha... —comenzó Patrick, eligiendo cuidadosamente sus palabras—, no puedo imaginar lo difícil que ha sido para ti. Pero lo que eres, lo que llevas dentro... no determina quién eres realmente. Tus acciones, tu deseo de hacer el bien, es lo que te define.
Samantha lo miró, sorprendida por la comprensión en sus palabras. Por un momento, el peso de su herencia parecía más llevadero, como si la aceptación de Patrick hubiera aliviado una carga que llevaba toda su vida.
Patrick, viendo la duda y el miedo aún en sus ojos, tomó una decisión impulsada por su creciente afecto y respeto por Samantha. —Hay algo que quiero proponerte —dijo con voz firme—. Únete a la iglesia conmigo. Juntos, podríamos ser un equipo, luchar por lo correcto y proteger a los inocentes.
Samantha se quedó atónita ante la propuesta. El simple hecho de que Patrick sugiriera que podría unirse a la iglesia era algo que jamás había considerado. —No... no puedo —respondió rápidamente, la inseguridad brotando en su voz—. Ellos nunca me aceptarían, Patrick. Soy un semidemonio, una hija del Abismo. Sería un riesgo para ellos, y lo sabes.
Pero Patrick no estaba dispuesto a ceder tan fácilmente. —Conozco a alguien que podría ayudarte, alguien que podría convencer a la iglesia de verte más allá de tu linaje.
Samantha lo miró con escepticismo. —¿Quién? ¿Cómo podría alguien convencer a la iglesia de aceptar a alguien como yo?
Patrick se inclinó un poco más hacia ella, su rostro iluminado por el reflejo de las llamas. —Taha. Ella es una de las figuras más respetadas y poderosas dentro de la iglesia. Me crió desde pequeño y me entrenó para ser lo que soy hoy. Para mí, es más que una maestra; es como una madre.
El nombre de Taha resonó en la mente de Samantha, y por un momento, la incredulidad la invadió. Taha era una leyenda, una figura mítica en los círculos de la iglesia, conocida tanto por su sabiduría como por su poder. —¿Tú conoces a Taha? —preguntó, su voz temblando ligeramente.
Patrick asintió con seriedad. —Sí. Fue ella quien me encontró cuando era solo un niño. Mis padres y mi hermana menor murieron cuando era un niño, y la iglesia me acogió. Taha me vio como algo más que un simple huérfano; vio potencial en mí. Me entrenó, me enseñó a luchar, a pensar estratégicamente, a dominar mis emociones. Todo lo que soy, se lo debo a ella.
Samantha sintió un nudo en la garganta. La idea de que alguien como Taha pudiera aceptar a un ser como ella parecía imposible, pero Patrick hablaba con tal convicción que no podía evitar querer creerlo.
—Además —continuó Patrick—, no estarías sola. Tonel, otro de mis mentores, es un gran estratega y líder dentro de la iglesia. Entre él y Taha, podríamos encontrar una manera de hacer que te acepten. Y una vez que estés dentro, podríamos hacer grandes cosas juntos, Samantha. Podríamos cambiar el destino de muchos.
El fuego seguía crepitando, pero ahora el silencio entre ellos estaba cargado de posibilidades y un leve atisbo de esperanza. Samantha quería creer que había un lugar para ella en el mundo de Patrick, que podría encontrar un hogar donde no solo la aceptaran, sino que también la valoraran por lo que era, no por lo que representaba.
Pero también sabía que aceptar la oferta de Patrick significaba arriesgarlo todo. Sabía que si la iglesia descubría su verdadera naturaleza, el peligro sería inmenso no solo para ella, sino también para él.
—Patrick... —dijo finalmente, con la voz temblorosa—. Si hago esto, si acepto unirme a la iglesia... estaré poniendo tu vida en peligro. No puedo hacerte eso.
Patrick sonrió suavemente, tomando la mano de Samantha con una firmeza que transmitía seguridad y confianza. —No te preocupes por mí. He enfrentado muchos peligros en mi vida, y estoy dispuesto a enfrentar muchos más si eso significa que podremos luchar juntos. Taha y Tonel nos ayudarán, lo sé. Confía en mí, como yo confío en ti.
El gesto y las palabras de Patrick comenzaron a disipar las dudas en el corazón de Samantha. Mientras lo miraba, vio en él no solo un guerrero, sino un amigo, un aliado en quien podía confiar. Y en ese momento, decidió que tal vez valía la pena arriesgarse, que tal vez podría encontrar un nuevo propósito junto a Patrick.
La luna brillaba en lo alto, bañando el bosque con su luz plateada. A medida que la noche avanzaba, la fogata comenzó a apagarse, pero una nueva chispa de esperanza ardía en el corazón de Samantha. Por primera vez en mucho tiempo, sentía que podía pertenecer a algo más grande que su pasado, y todo gracias a la fe inquebrantable que Patrick había depositado en ella.