novela de suspenso
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La traicion de dentro
De vuelta en San Andrés, el ambiente era tenso. Isabel y Elvira habían estado preparando al pueblo para cualquier eventualidad, y la llegada de Samuel, Laura y Elias no pasó desapercibida. Todos se reunieron en la tienda de antigüedades para discutir los eventos recientes."Encontramos el amuleto y lo escondimos en un lugar seguro," informó Samuel, mirando a Isabel y Elvira. "Pero hay una facción renegada de la orden de Elias que también lo busca. Son peligrosos y determinados."Isabel frunció el ceño. "Tenemos que estar preparados para cualquier cosa. No podemos permitir que estos artefactos caigan en manos equivocadas."Elias, con un aire de seriedad, se adelantó. "Esta facción renegada cree que pueden utilizar el poder de los artefactos para controlar las fuerzas de la oscuridad y la luz. Son extremadamente peligrosos y no se detendrán ante nada para conseguir su objetivo."Mientras discutían sus planes, Laura notó algo inusual en la actitud de uno de los aldeanos, un hombre llamado Jorge, que había sido un miembro confiable de la comunidad. Su comportamiento nervioso y sus miradas furtivas no pasaron desapercibidas."Jorge, ¿estás bien?" preguntó Laura, tratando de sonar casual.Jorge asintió rápidamente, evitando su mirada. "Sí, sí, solo estoy preocupado por todo lo que está pasando."Laura no quedó convencida. Después de la reunión, decidió seguirlo discretamente. Vio cómo Jorge se dirigía hacia el borde del pueblo, donde se reunió con una figura encapuchada en la oscuridad.Escuchando con cuidado, Laura pudo oír fragmentos de su conversación. "No han encontrado el amuleto," susurró Jorge. "Lo han escondido en algún lugar fuera del pueblo."La figura encapuchada respondió con voz fría. "Bien hecho, Jorge. Continúa vigilándolos y asegúrate de que no sospechen de ti. Pronto haremos nuestro movimiento."Laura retrocedió lentamente, asegurándose de no ser vista, y regresó a la tienda de antigüedades para informar a los demás. "Tenemos un traidor entre nosotros," dijo, una vez que estuvo segura de que estaban solos. "Jorge está trabajando con la facción renegada."Isabel maldijo por lo bajo. "No podemos enfrentarlo directamente sin alertar a sus aliados. Necesitamos un plan para desenmascararlo y asegurar la seguridad del pueblo."Elias sugirió una trampa. "Podríamos darle información falsa sobre el amuleto y ver a dónde lo lleva. Así podremos identificar a los otros miembros de la facción renegada."Samuel asintió. "Es arriesgado, pero podría funcionar. Debemos actuar rápido."Al día siguiente, Samuel y Laura se aseguraron de que Jorge escuchara una conversación falsa sobre el supuesto escondite del amuleto. Como esperaban, Jorge tomó la información y se dirigió a reunirse con sus cómplices.El grupo lo siguió en silencio, manteniendo una distancia segura. Jorge se encontró con varias figuras encapuchadas en una cueva cercana, donde discutieron sus planes."Debemos movernos esta noche," dijo uno de los encapuchados. "No podemos arriesgarnos a que descubran nuestro escondite."Laura y Samuel esperaron hasta que los renegados salieron de la cueva, luego regresaron al pueblo para preparar una emboscada. Informaron a Isabel, Elvira y algunos aldeanos de confianza sobre el plan.Esa noche, mientras los renegados se dirigían al supuesto escondite del amuleto, fueron recibidos por una fuerza preparada. La batalla que siguió fue breve pero intensa. Los aldeanos, guiados por Samuel y Laura, lograron capturar a varios de los encapuchados, incluido Jorge.Isabel se acercó a Jorge, su expresión una mezcla de tristeza y determinación. "¿Por qué, Jorge? ¿Por qué traicionar a tu propio pueblo?"Jorge, con la mirada baja, murmuró: "Me prometieron poder y riquezas. Pensé que estaba haciendo lo correcto."Elias, observando a los prisioneros, dijo: "Debemos asegurarnos de que estos renegados no vuelvan a amenazar nuestro hogar. Sus líderes aún están ahí fuera, y debemos estar vigilantes."Con la amenaza inmediata contenida, el pueblo comenzó a recuperarse una vez más. Pero la lección había sido clara: siempre habría aquellos que buscarían el poder a cualquier costo, y la vigilancia constante era necesaria para proteger la paz que tanto valoraban.Isabel, Samuel, Laura y Elias trabajaron incansablemente para reforzar las defensas del pueblo y compartir su conocimiento con los demás. Sabían que la verdadera fortaleza de San Andrés residía en su unidad y en la determinación de su gente para protegerse mutuamente.Y así, mientras la sombra de la traición se desvanecía, el pueblo se mantenía firme, preparado para enfrentar cualquier desafío que el futuro pudiera traer. La historia de San Andrés continuaba, un eco de valentía y resistencia en un mundo donde la oscuridad siempre acechaba.