Devuélveme A Mi Hija.

Luisa regresó a la casa donde le dieron el trabajo, por la mañana, antes de que alguien se diera cuenta.

Estaba satisfecha por lo que había hecho. "Esa mujer pagará por lo que me hizo".

En el pueblo nadie reconocía a "la bruja", ya que esta había regresado completamente cambiada, tenía otro look, más hermosa y cuidada, nadie le había visto el cabello porque siempre tenía una pañoleta en la cabeza. Además, bañada y limpia, pues, ¿quién la iba a reconocer?

Por lo pronto, el trabajo ya lo tenía, cuidaría a su hija hasta que tuviera una oportunidad de llevársela de ahí.

Empezó por ganarse la confianza de Sonia, mientras se preparaba para dar el golpe.

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Eugenio fue a ver a su esposa, prácticamente, la tenía encerrada, no quería que hiciera un espectáculo en plena calle. La enfermera Clara, estaba con ella. ¿Ya se tomó el medicamento?

Sí, contestó la enfermera, de hecho se lo acaba de tomar.

Muy bien, es usted muy eficiente, le dijo Eugenio como coqueteando con ella.

Le voy a pedir que se comporte conmigo como un caballero con una dama, yo solo soy la enfermera, y no necesito un galán.

Perdón, yo solo quise ser amable.

Pues guarde su "amabilidad para su esposa". Yo no la necesito, con permiso...

Eugenio la observó salir del cuarto, "qué carácter", pensó. "Pero así me gusta más", "ha de ser mía por las buenas o por las malas".

Más tarde, después de comer, Clara volvió con Yaqui...

¿Cómo se siente, señora?, ¿ya más tranquila?

Sí, gracias. ¿Podría salir a hacer algunas compras?, ya me aburrí de tanto encierro.

Señora, aún no está lista para salir. El doctor es el único que puede autorizarle eso.

Entonces, háblele al doctor, siento que me asfixio. Yo sé que puedo caminar tranquilamente, me hace falta aire fresco.

Señora, no se exalte, por ahora no puede salir, además, ya es tarde, mañana le prometo que la llevaré al jardín.

¿No entiende que no quiero ir al jardín?, quiero ir a la calle, a ver aparadores, ir de compras, hacer todo lo que hace una mujer normal.

Sé cómo se siente, pero hay que acatar las órdenes del doctor, ¿o quiere que la internen en un psiquiátrico?

¡No, eso no!

Entonces, mañana que venga el doctor le preguntamos, ¿ok?

Yaqui dio un gran suspiro... está bien.

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Ya era de noche, Yaqui se había dormido... Clara la observó un rato, y después fue a la puerta, apagó la luz y salió.

La servidumbre ya se había retirado a descansar.

Cuando Clara entró a su cuarto, a un lado del de Yaqui, Eugenio ya la esperaba ahí.

¡¿Usted?!, ¿qué hace aquí? ¡Salga o grito!

Pero Eugenio en lugar de salir se acercó a ella y le tapó la boca con la mano. Con la otra le arrancó el uniforme blanco...

Ella hacía hasta lo imposible por soltarse, pero Eugenio era más fuerte que ella.

La aventó en la cama sin soltarla y se trepó encima de ella. Ella lloraba, una cachetada muy fuerte la dejó "out". Él aprovechó la ocasión y la poseyó tantas veces como le dio la gana.

¡Ah!, eres bellísima.

Clara no despertaba. Eugenio se vistió y trató de despertarla, pero ella seguía inconsciente.

¡Dios mío!, dijo después de checarla, ¡está muerta!

Le habló a uno de sus incondicionales, después de vestirla.

Ayúdame a deshacerme de ella, dijo.

El achichincle no dijo nada, lo ayudó a envolverla en la colcha y la sacaron entre los dos. Como era de noche, nadie los vio salir. Nadie, excepto... Luisa, que andaba merodeando por ahí cerca.

¿De manera que esas tenemos?, el ilustre personaje de Don Eugenio, lleva un muerto, ¿a dónde lo lleva y qué pensará hacer con él?

Los siguió a prudente distancia.

Ellos enterraron el cuerpo no muy lejos, todo bajo la atenta mirada de Luisa.

Cuando los vio volverse, ella se escondió detrás de un árbol.

Una vez que desaparecieron de su vista, decidida, fue a ver se quién se trataba.

Escarbó con las manos hasta llegar al cuerpo, al descubrirlo se llenó de asombro. Es la enfermera que cuidaba a la señora Yaqui.

La volvió a cubrir y volvió sobre sus pies.

Escribió una nota y la dejó en la comisaria... Después, regresó a la casa donde trabajaba, "por hoy fue suficiente", se dijo.

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El día despuntaba como algo muy bonito, el sol empezaba a salir, el panorama se veía entre naranja y rojo, el cielo azul completamente despejado.

Yaqui despertó con un extraño sentimiento. Clara no estaba con ella como todos los días. Ella era muy puntual, siempre la despertaba para darle el medicamento, y ese día brillaba por su ausencia.

Se levantó de la cama y fue al cuarto contiguo, sabía bien que ella dormía ahí. Tocó y tocó, pero nadie le abría.

Le gritó al ama de llaves... ¡Flor!, ella llegó rapido.

Dígame, señora.

Préstame la llave de este cuarto, por favor.

Flor sacó las llaves de la bolsa de su uniforme.

Abre, por favor.

Al quedar abierto, Yaqui entró, solo para comprobar que Clara no estaba.

¿A dónde habrá ido? ¿Tú has visto a Clara, mi enfermera?

No, señora, yo me acabo de despertar.

Qué raro, ella nunca se olvida de mis medicamentos, ¿me los puedes dar tú, por favor?

En cuanto regrese Clara, hablaré muy seriamente con ella.

Claro que sí, señora.

Yaqui regresó a su cuarto, no entendía qué estaba pasando.

Clara nunca salía y menos así, de pronto, sin avisar.

Estaba muy nerviosa.

Flor, por favor, prende la televisión en las noticias.

Sí, señora. Flor obedeció, y al instante la pantalla se llenó con la noticia de la muerte de Clara.

Yaqui, al verla, gritó asustada. ¡Eugenio! ¡Eugenio!

Él subió asustado por los gritos de su esposa. ¡¿Qué pasa, mujer?!

Ella le señaló la tele... mira, es Clara, la han asesinado.

Eugenio vio y se asustó, ¿cómo se dieron cuenta tan pronto?

Eugenio, esa colcha es del cuarto de Clara, la mataron aquí mismo.

No digas disparates, mujer. No lo vuelvas a repetir.

Es la verdad, la mataron aquí.

De la desesperación pasó a la histeria.

Flor le tuvo que inyectar un "calmante" más fuerte, ya que ella estaba al borde de la locura.

Ni una palabra de esto a nadie, a ti te consta que ella está loca y no sabe lo que dice, le dijo a Flor que estaba como estatua, sin saber que decir o hacer.

Sí, señor, dijo ella por toda respuesta.

Regresa a tus labores, y cuidadito con hablar de más.

Sí, señor.

Flor se fue a sus labores, Eugenio no entendía por qué habían encontrado el cuerpo tan pronto, y decidió interrogar a su achichincle.

Le juro que yo no dije nada, patrón.

Entonces, ¿cómo lo encontraron?, apenas está amaneciendo.

No sé, pero no fui yo.

Pues más te vale que no hayas sido tú, porque no te la vas a acabar conmigo.