Viktor Drago, un abogado de la mafia italiana de 38 años, ha dedicado su vida a mantener el control y el poder en su organización, así como a proteger a su apellido. Su visión del amor está limitada a la lealtad que debería tener y el vacío familiar, una vida llena de dolor y sin amor. Todo cambia cuando la conoce.
Liora, una colombiana de 20 años que busca un nuevo comienzo lejos de un pasado lleno de dolor, encuentra refugio y apoyo en Viktor. A pesar del miedo a involucrarse a un mundo nuevo, Liora se siente irresistiblemente atraída por Viktor, quien representa todo lo que siempre ha soñado.
¿Podrá su amor superar las pruebas y tribulaciones del mundo peligroso en el que viven? ¿O sucumbirán a las presiones y se rendirán?
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Parte 6
Viktor
Miro a mi hermano sorprendido cuando escucho esa pregunta de parte de Liora. Para mi sorpresa, Dimitri estaba mirándola con una cálida sonrisa, como si entendiera ese deseo de familia que ella tenía.
—Nosotros... —comienzo, pero en ese momento llega la cuenta. No decimos nada, simplemente vamos caminando hasta la camioneta. Puedo ver cómo Liora parece estar arrepintiéndose. No estoy seguro de qué decir o hacer para hacerla sentir mejor.
Dimitri seguía con su mirada perdida. Supongo que mi hermana estaba demasiado metida en su cabeza y por eso no me prestaba casi atención. Tal vez estaba pensando qué era lo que le gustaba de ella, pero yo podía responder esa pregunta con seguridad.
Liora era atrevida, pero era cobardemente valiente. Siempre decía las cosas con miedo, esperando constantemente la peor respuesta. No estaba seguro si era por su entorno o en sí misma, qué era lo que le preocupaba tanto. Decidí no darle más vueltas a ese asunto y más bien, ayudé a mi hermano a llevarla a su apartamento. Supongo que eso podría hacer florecer más su relación.
—Perdiste la apuesta, ¿así que me darás el celular? —me pregunta, extendiendo la mano como si mágicamente le fuera a dar el celular. Pongo los ojos en blanco y me acerco a su rostro.
—Mañana saldremos a comprarlo.
—Espero que sí, porque tengo ansiedad por volver a ver TikTok.
—¿No tenías tiempo después del trabajo?
—Mi trabajo era sumamente tranquilo. Jamás me quejé de eso. Me quejaba de mi familia. A veces me parecía mejor trabajar que ir al lugar que debería llamar hogar.
—Qué triste conversación —comenta Dimitri, haciendo una mueca al escucharnos.
—Entonces cúbrete los oídos —le digo de forma burlona. Mi hermano sonríe y niega con la cabeza.
—A veces tiras tan duro que no sé si te estás burlando o si de verdad quieres decir eso.
—¿Un poco de todo? —pregunto, y mi hermano menor pone los ojos en blanco.
Puedo sentir la mirada que me está dando Liora. No sabía cómo describirla, porque tenía muchas emociones en ella, como si en cualquier momento pudiera largarse a llorar. ¿Era normal? No estaba seguro, pero algo en mi interior se negaba a verla de ese modo. Entonces llevo mi mano a su cabello y lo acaricio. Se voltea a verme sorprendida, pero me devuelve una leve sonrisa.
Esa noche, ella termina quedándose en el apartamento de mi hermano. No me gustaba la idea. Preferiría llevarla a mi casa, pero me parecía una tontería sentirme así. No tenía tiempo para debilidades, no tenía tiempo para estar con una niña.
Mi cabeza se llenó de pensamientos. Tenía 38 años, era un abogado con un historial ejemplar. No solo eso, trabajaba con personas que no eran agradables para todos. Estaba casi a un paso de la muerte y, sobre todo, tenía la loca misión de acabar con la parte de los abogados Drago. Cuando cumpliera 40, haría lo posible para adoptar un niño y de esa forma no tendría que obligarme a tener hijos.
Esa noche solo puedo soñar con Liora. Ninguno fue un sueño decente. Todos eran ella encima de mí, tocándome el rostro, acariciándome con sus dedos delicados, acercando sus labios a mi mejilla y dándome un beso. Luego, otro beso en mi otra mejilla y finalmente en mis labios, esos mismos que me volvían completamente loco.
Respiro profundo, dentro de unas horas la llevaría a un centro comercial y le compraría el celular que quisiera, simplemente le daría lo que quiera a esa enana, una enana que me volvía loco.
Había tenido mis encuentros, había tenido mujeres en cada país al que iba, pero este país, ya no podía, no podía, porque había encontrado a quien quería, pero jamás podría tener, jamás podría besar todo su cuerpo, jamás podría hacerlo.
—Abre la puertaaaa —Escucho mi hermano, me levanto gruñendo, ¿ya era tan tarde?
—¿Qué hora es? ¿No está demasiado temprano?
—Atrevido, son casi las 12 de la tarde, jamás duermes tanto, ¿qué te paso? —Enarco una ceja, ¿era tan tarde? ¿Cuánto tiempo me había quedado pensando hasta quedar dormido?
—Dios —Escucho la voz de Liora, su rostro estaba sonrojado, me estaba mirando demasiado. ¿Qué estaba mirando? Bajo la mirada. Ah, estaba sin camisa y con un pantalón de pijama.
—Te la dejó para que hagas lo que prometiste, tengo que hacer unas cosas con el hospital. ¡Me voy! ¡No compren muchas cosas inútiles! —Veo correr a mi hermano mientras se despide con la mano.
Liora me da la espalda y puedo ver como su cabello le queda casi en sus nalg*as, me relamo los labios y cierro los ojos para cerrar la puerta y darle la espalda para buscar una camisa. Dios, este maldito viaje se había extendido en exceso, los trajes limpios se habían acabado.
—¿Entrenas? —Me pregunta mientras no deja de ver mi cuerpo, ¿qué hacía ella mirándome? ¿No le gustaba mi hermano? ¿O le gustaba ver semi desnud*o a sus cuñados?
—Sí, sé artes marciales, pero ahora me gusta más el boxeo —Mis padres nos habían exigido de forma igualitaria a mi hermano y a mí aprender defensa personal y todo lo que tuviera que ver con eso.
—De pequeña, cuando mi papá vivía, estuve en Karate, mucha disciplina.
—Todo debe tener una disciplina, incluso en el derecho, se debe estudiar un montón —Le respondo. Me rendí con la camisa y mejor me fui a bañar.
Cuando salí, ella estaba mirando por el balcón, demasiado distraída y recortada en las barandas de este, dándome un ángulo perfecto de su cálido cuerp*o.
Cierro los ojos pensando una y otra vez que es una niña, una niña como cualquier otra, que no me gustaba su cabello totalmente alborotado, ni mucho menos como sus ojos chocaban con los míos cada vez que íbamos a decir un comentario, mucho menos como me gustaba su risa sincera o su mirada perdida cuando pensaba demasiado.
¿Cuándo había empezado a desarrollar estos sentimientos? No la conocía ni hace una semana, pero aquí estaba.
No tardamos mucho en irnos al centro comercial, muchos me miraban, como siempre, destacaba en exceso, no importa si era en el extranjero o en mis propios países. El que es lindo, es lindo.
—¿Qué celular quieres? —le pregunto después de nuestra tercera vuelta en el mismo piso.
—No sé —Se muerde el labio, qué mentirosa eres.
—Estás demasiado pequeña para mentir —Me pongo a su altura, ella abre sus ojos cuando estoy a centímetros de su rostro, por un momento, siento una necesidad gigante de darle un beso, pero jamás le haría eso a mi hermano.
—Bien, quiero el de manzanita, pero es demasiado costoso —Enarco una ceja.
—No, no lo es, es algo normal, ¿por qué crees que es tan costoso? —Luego recuerdo algunas cosas que había leído un caso que tuve y suelto una carcajada? —. Estoy muy bien en mi economía, no creo que eso mate mis finanzas.
Me muevo directamente al lugar donde vendían ese celular, notó como alguien nos sigue, pero no digo nada, tal vez estaba un poco oxidado.
Es entretenida