Sinopsis:
En una ciudad donde los sueños y los secretos se entrelazan, dos hombres se encuentran en un camino lleno de amor, traición y autodescubrimiento. Tras un encuentro inesperado, Alex, un fotógrafo con miedo a vincularse, y Javier, un apasionado activista, son arrastrados a una intensa relación que desafía sus creencias, sus pasados y su propia identidad. Rodeados de amigos leales pero con problemas propios, y la presión de una sociedad que a menudo no entiende su amor, ambos deberán enfrentarse a sus demonios internos y decidir si están dispuestos a luchar por lo que realmente quieren.
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Capitulo 12: El Umbral de la Intimidad
La noche caía sobre la ciudad con un manto de estrellas que apenas lograban deslizarse entre las nubes. En el pequeño apartamento de Javier, la luz tenue de una lámpara de pie bañaba la habitación con un resplandor cálido. El sonido de la lluvia había cesado, y con ello, el aire parecía haberse despejado de algo más que solo tormentas. Quedaban en el ambiente las resoluciones silenciosas que habían compartido momentos antes, sus corazones aún palpitando de un entendimiento renovado.
Después de la conversación cargada de emociones, el ambiente entre ellos había cambiado. Lo que una vez fue una tensión palpable ahora vibraba con una energía eléctrica que desbordaba la sala. Alex se atrevió a dar un paso hacia Javier, sus miradas encontrándose con una intensidad que hablaba de todo lo que habían evitado, de las barreras que finalmente estaban a punto de derribarse.
—¿Puedo? —preguntó Alex, su voz suave casi un susurro, el aire a su alrededor cargado de posibilidades.
Javier asintió lentamente, sintiendo cómo el tiempo se detenía por un instante. No necesitaban palabras; sus cuerpos hablaban el lenguaje del deseo y la necesidad. Alex se acercó y, con una mano temblorosa, acarició la mejilla de Javier, su piel suave y cálida bajo su toque. Un escalofrío recorrió la espalda de Javier, sus sentidos agudizándose mientras se sumergía en la conexión que estaban creando.
Sin romper ese contacto, Javier se inclinó hacia adelante, sus labios casi tocando los de Alex. La tensión que habitaron durante tanto tiempo se transformó en una amalgama de anhelo y urgencia, y cuando sus labios finalmente se encontraron, fue como una explosión de luz en la oscuridad. Un beso suave al principio, lleno de la dulzura de la reconciliación, pero rápidamente se convirtió en algo más ardiente, más exigente.
Alex profundizó el beso, deslizando su mano hacia el cuello de Javier, empujándolo suavemente hacia él. El mundo exterior desapareció, y solo existían sus cuerpos, entrelazados en una danza que había esperado demasiado tiempo para comenzar. Las lenguas se buscaban sin prisa, como si estuvieran descubriendo cada rincón oculto del otro, cada deseo que antes había sido reprimido.
Con un movimiento decidido, Javier tomó la cintura de Alex, atrayéndolo más cerca, dejando que la fricción de sus cuerpos encendidos encendiera aún más el fuego en su interior. Alex arqueó su espalda, sintiendo la fuerza que emanaba de Javier, y comprendió que, a pesar de las diferencias e incertezas, había una pasión en ellos que no podía ser ignorada. Cada roce, cada caricia, se transformaba en un pacto silencioso entre ellos.
Las manos de Alex empezaron a explorar el torso de Javier, acariciando su piel, sintiendo cada músculo contraído bajo sus dedos. Era un terreno conocido, pero al mismo tiempo, era nuevo: la intimidad que ambos habían deseado con fervor estaba finalmente al alcance de sus manos. La ropa pareció ser un estorbo, una barrera entre ellos que ya no estaba dispuesto a mantener. Con un movimiento decidido, Alex deslizó su camiseta por sobre su cabeza, revelando la piel expuesta de Javier.
Ambos se detuvieron un momento para admirar el cuerpo del otro, la vulnerabilidad y la fortaleza combinadas. Entre sus miradas se generó una conexión más allá de lo físico: era una promesa compartida, un deseo mutuo por trascender los límites de su amor.
Javier tomó la iniciativa, empujando a Alex suavemente hacia la cama. Lo siguió, sintiendo cómo el mundo exterior se desvanecía; solo había espacio para ellos dos en esa pequeña burbuja donde los problemas y las diferencias parecían irrelevantes. Con un susurro bajo, Javier se inclinó y comenzó a besarlo, despacio, como si cada contacto fuera una forma de comunicar lo que su corazón deseaba en silencio.
Las manos de Alex estaban ahora en el cabello de Javier, atrayéndolo hacia él, mientras sus cuerpos se acomodaban uno contra el otro. El roce de sus pieles se sentía como una explosión de electricidad, y cada beso se cargaba de frenesí. Había una urgencia en el aire, un marcador que indicaba que ya no había vuelta atrás.
Con cada caricia, Javier se sentía más decidido a dejarse llevar, a dejar que sus instintos guiaran el camino. Quería que Alex sintiera lo mucho que significaba para él. Así, bajó su mano por la pierna de Alex, acariciando su muslo con suavidad, sintiendo cómo un escalofrío recorría su cuerpo. La intensidad de ese momento se volvió casi abrumadora, y Alex arqueó su espalda, emitiendo un gemido bajo que detonó aún más el deseo en Javier.
—Te deseo —susurró Javier, mirando a Alex a los ojos, su sinceridad iluminando la habitación—. Te deseo más de lo que puedo expresar.
Las palabras parecieron encender una llama de necesidad en Alex, quien le devolvió la mirada con la misma pasión. En un abrir y cerrar de ojos, tomó el control, girando a Javier de manera que él quedara debajo, con un brillo travieso en sus ojos. Ahora era su turno de demostrar lo que sentía, el fuego que corre a través de él.
Alex se inclinó y besó la mandíbula de Javier, descendiendo lentamente, disfrutando de la forma en que cada contacto hacía temblar su cuerpo. Las manos de Javier se aferraron a las sábanas, sintiendo el deseo en su interior crecer a medida que Alex exploraba cada centímetro de él. El calor de sus labios y la suavidad de su piel lo llevaban a un abismo de placer, y Javier cerró los ojos, permitiéndose sucumbir a la profundidad de lo que estaban creando juntos.
Las caricias de Alex comenzaron a hacerse más audaces; se deslizaron hacia el pecho de Javier, pasando por su abdomen y finalmente llegando a la prenda que los mantenía alejados. Sin dudar, Alex se detuvo por un momento, sus ojos encontrándose y compartiendo una promesa de entrega total. Ambas miradas eran un reflejo del deseo que crecía en el espacio entre ellos, y Javier sintió su corazón acelerarse ante la intensidad de lo que estaba a punto de suceder.
El aire entre ellos se volvió espeso, cargado de deseo palpable. Javier sintió cómo sus manos temblaban mientras las de Alex se movían con firmeza, despojándolo finalmente de la última barrera que existía entre ellos. El viaje hacia esa intimidad había estado lleno de contratiempos y dudas, pero ahora, bajo el toque de Alex, todo parecía perfecto.
Ambos estaban vulnerables, expuestos, pero la conexión era más fuerte que cualquier miedo. Javier se dejó caer en un vaivén de placer mientras Alex lo tocaba, explorando cada detalle de su cuerpo con devoción casi reverente. Al sentir el aliento caliente de Alex en su piel, su corazón latió con fuerza, empujando la corriente que pasaba entre ellos hacia un clímax inminente.
A medida que Alex se sumergía en su cuerpo, Javier sintió que la presión de todas las conversaciones anteriores se deshacía. No había más dudas, solo un contacto ardiente que hacía que la habitación temblara con su amor. Ellos se movían al unísono, cada beso, cada roce, cada gemido, se convertía en una celebración de la intimidad que por fin se habían permitido.
Javier, ahora en un instante de plena entrega, tomó la mano de Alex y la guió, como si dijera que estaba dispuesto a dejarse llevar sin reservas. La confianza mutua, el reconocimiento de lo que eran y de lo que podían ser juntos, los llevó a un punto donde el tiempo dejó de existir, donde sólo hubo espacio para el presente compartido. Cuerpos entrelazados, espíritus conectados.
Cada movimiento parecía ser una sinfonía creada solo para ellos, donde el ritmo pulsante de sus corazones marcaba el compás. La creatividad del deseo se entrelazaba con la pasión desenfrenada mientras la habitación se impregnaba de un aire caliente, un eco de su amor físico consumiéndose.
Los murmullos de placer llenaban el ambiente, y Javier se entregó por completo, sintiendo cómo la conexión alcanzaba niveles de intimidad que nunca había experimentado. El fuego y el hielo se entrelazaban en un élixir de pasión que transformaba la habitación en un lugar sagrado. En ese espacio, no había lugar para las preocupaciones, solo una entrega salvaje y sincera.
Finalmente, dentro de la tormenta de sus emociones y sensaciones, alcanzaron un clímax que fue tanto físico como espiritual. Ambos se encontraron en la cúspide de una ola de placer y unión, un grito compartido resonando en sus corazones mientras se dejaban arrastrar por la corriente de su entrega final, una culminación que no solo los unió como amantes, sino como dos almas entrelazadas.
En el eco de ese momento compartido, estaban listos para enfrentar cualquier tormenta que viniera, armados con un amor renovado que, a partir de ahí, solo podría fortalecerse. Se miraron a los ojos, sin la necesidad de palabras, sabiendo que habían cruzado el umbral de la intimidad de una manera que cambiaría sus vidas para siempre.
El Amor entre personas del mismo sexo, sean hombres o mujeres, siempre ha sido muy criticado y mal visto,. Pero también hay quienes como ALEX Y JAVIER a pesar de sus miedos y certeza de que su Amor, no sería fácil de entender, tanto para sus familias como para amigos.
La vulnerabilidad de ambos, fue su centro y en base a eso lograron aceptar que lo más importante era estar juntos en todo y para todo.
AUTOR@ te FELICITO, he leído historias como esta pero en ninguna sea hablado de la aceptación personal. Gracias por compartir tu talento, inspiración y trabajo,, creo que es la primera historia de tu creación qué he encontrado, espero poder leer mas de tu inspirado talento!!!