Hermanos Moreau

La reunión fluyó muy bien, ¡había tantas ideas y yo estaba muy emocionada!

Apenas terminó, Tom se me acercó para charlar. Yo ya lo conocía hacía un tiempo, era amigo íntimo de Nero y había ido algunas veces con él a nuestra casa en Nueva York. Era un tipo agradable y súper positivo, de esos con los que no puedes pasar mucho tiempo sin reír. Siempre me pareció gracioso que fuera amigo de Nero y no de Nico, que es del mismo estilo que él, el típico hombre gato, un mujeriego que no vale un centavo y que, cuando menos te lo esperas, está en tu cama y te tiene enamorada hasta la última fibra de tu cabello.

— Estoy muy emocionado de trabajar contigo, tus ideas son geniales, por la cara de satisfacción de Nero, si sigues así ¡corro el riesgo de perder mi trabajo! (risas).

— Eso parece, Tomás, pero gracias por el cumplido. Espero poder cumplir con tus expectativas, estás acostumbrado a trabajar con modelos profesionales.

— Ah, Kira, eso es solo un detalle y creo que después de esta publicidad serás la chica oficial de Joyas Moreau. No solo tienes belleza, tienes elegancia, clase, presencia, todo lo que se espera de una mujer que usa piezas tan finas como las nuestras. ¡Sin contar que estarás en la cima de las top models después de esto, podrás elegir trabajo con pinzas!

— ¡Wow! ¡Eso espero! (risas).

— ¿Qué vas a hacer ahora? ¿Qué tal un almuerzo?

Siento el aroma del perfume de Nero detrás de mí y su respiración pesada, y antes incluso de que pueda responder, él habla por mí:

— ¡Ya habíamos quedado en almorzar juntos!

¿A qué hora? No lo recuerdo, pienso para mí misma, pero no me atrevo a decirlo en voz alta.

— Vaya, podemos fijar otro día...

— Si quieres acompañarnos, no hay problema, ¿verdad, Nero?

Me giro finalmente para mirarlo y puedo ver un destello de excitación en su mirada. Prefiero que Tom nos acompañe porque no sé qué conversar con él aparte de esto, existe un muro tan alto entre él y yo, construido en los últimos años, que me siento incómoda en su presencia. Sería un almuerzo monosilábico.

— ¡Ningún problema, vamos!

Salimos los tres y fui con él en su coche mientras Tomás nos seguía en el suyo. Como imaginé, el camino fue en silencio, pensé en sacar algún tema de conversación, pero justo cuando iba a hacerlo, su teléfono sonó y terminó atendiendo. Era sobre trabajo, para variar, y cuando colgó ya estábamos en el estacionamiento del restaurante.

— Recuerdo que te gusta la comida italiana, ¡aquí está la mejor de París!

Dice tomándome por sorpresa al recordar aún mis gustos. Sonrío de felicidad y termino tocándole el brazo en forma de agradecimiento. Él me devuelve una linda sonrisa y un guiño con esos ojos azules que te dejan sin aliento.

— ¡Gracias!

— ¡Agradecemelo después si te gusta!

Tom da unos golpecitos en la ventanilla y entonces bajo del coche para entrar. El ambiente es agradable y muy bonito, un precioso piano de cola blanco estaba junto a una pared de vidrio y una linda música sonaba mientras el pianista tocaba concentrado.

Nos sentamos y luego elegimos nuestros pedidos, opté por unos macarrones a la carbonara con camarones.

— Muy bonito aquí, si Nico se entera que fui a algún restaurante antes que él, ¡se va a volver loco! (risas).

— El suyo es muy bueno, el día que quieras te puedo acompañar.

Responde Tom.

— ¡Claro, lo combinaremos!

— Y entonces, Kira, ¿cuáles son tus expectativas para estos meses aquí en París? —me pregunta Tom intentando sacar tema de conversación.

— Bueno, además de la campaña con ustedes, voy a hacer otros tres trabajos: uno con Ladurée, Nars y Lafayette, todos solo fotográficos.

— ¡Vaya, Kira, no sabía que ibas a trabajar para tres empresas más aquí, y mucho menos de esa talla! ¡Vas por el buen camino, felicidades!

Dice Nero sorprendido. Bueno, creo que mamá no le comentó sobre esto y, por lo visto, no le molestó no tener exclusividad, lo cual es genial.

Llegó nuestra comida y comimos hablando de temas triviales como viajes, paseos y objetivos para este año. Los dos estaban relajados y la conversación fluía con naturalidad, todo era muy agradable. Acababa de pedir un postre cuando, por tercera vez, sonó su teléfono. Había rechazado las otras dos llamadas, tanto Tom como yo sabíamos de quién se trataba y finalmente decidió contestar.

— Amigo, parece que hay alguien que necesita hablar contigo, por mí puedes contestar.

Simplemente asiento con la cabeza y entonces contesta a Camille. En pocas palabras, Nero finaliza la llamada con el ceño fruncido, muy diferente a como estaba hace medio minuto.

— ¡Kira, tenemos que irnos!

— ¡Mi postre aún no ha llegado!

Digo molesta porque tenía muchas ganas de probarlo.

— Puedes irte, Nero, yo la llevo a tu casa en cuanto terminemos aquí.

— Eso, puedes estar tranquilo, prometo irme justo después y mi teléfono estará encendido, ¡no volverán a ocurrir episodios como el de ayer!

— ¡De acuerdo! Hasta luego.

Se levanta y se va dejándome solo con Tomás, una sensación de vacío me invade con su partida, pero enseguida recuerdo que va a reunirse con su prometida y que yo solo soy la hermanita.

— Disculpa la indiscreción, pero ¿qué pasó ayer?

— Ah, Camille me hizo correr ayer y terminé sin batería cuando salí a encontrarme con Nico, se enfadó y preocupó.

— ¡Vaya situación! Camille es un poco volátil, ¡pero te acostumbras!

— En realidad, no necesito acostumbrarme, estoy en su casa por tiempo definido y si al final de todo decido graduarme aquí, buscaré un lugar solo para mí. En realidad, me hubiera gustado que fuera así desde el principio, pero mi madre no lo permitió y no quería disgustarla. Aunque ella no lo sepa, sé que Nero hizo todo lo posible para que yo no me instalara allí, ¡pero Agnes sabe ser convincente y hacer que todos cumplan su voluntad!

— Me lo imagino, pero estoy de acuerdo en que en este primer momento estás en el lugar correcto y con el tiempo todo se acomoda. Camille ladra, pero no muerde y Nero daría la vida por ti, y lo digo con conocimiento de causa.

Termino mi postre y conversamos un rato más. Tal y como prometió, Tomás me deja en casa, fue muy amable y respetuoso.

Estoy sola y entonces tengo una idea para pasar la tarde del sábado.

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