Ellas eran muy buenas amigas, ambas se conocieron en un set, ellas querían llegar a ser actrices de telenovelas, y ¿por qué no?, actuar en alguna película.
Pero el destino les tenía preparada una jugarreta, que nadie se esperaba. Esta historia es completamente sacada de mi imaginación, de modo que todos los personajes, pasajes y nombres, son totalmente ficticios. Cualquier parecido con la realidad es mera coincidencia.
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Un fuerte dolor de cabeza
La novela se terminó de grabar, había sido todo un éxito.
El director mandó llamar a Kimberly...
Kim, tengo otro trabajo para ti, tendrás tu propio programa, compartirás créditos con Itatí, pero esperaremos dos meses hasta que regrese, mientras ve estudiando tu papel. Mientras harás una serie de anuncios. Relájate, tómate unas vacaciones, en una semana regresas para que empieces con los anuncios.
Antes de irse, Kim pasó por Elena y se fueron a comer a la casa de Kimberly. Gudelia la recibió muy bien.
Habían terminado de comer cuando sonó el timbre de la puerta.
María llegó poco después acompañada de Noé.
Hola, amor, fui a tu estudio y me dijeron que ya te habías ido. ¿Cómo te fue el día de hoy?
Muy bien, me dieron una semana de vacaciones, ya terminamos de grabar la telenovela.
Ah, qué bien, ¿te gustaría que fuéramos una semana a Cancún o Acapulco?
¿De verdad, amor?, preguntó Kimberly entusiasmada.
Claro que sí, hoy mismo compraré los boletos de avión. Y mañana mismo nos vamos, ve preparando tu equipaje.
Gudelia sonrió con satisfacción, después de todo, Noé si amaba a su hija.
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Amor, ¿ya estás lista?
Sí, ya tengo mi equipaje listo. Dijo Kimberly completamente enamorada.
Pues vámonos.
El coche enfiló rumbo al aeropuerto, Gudelia los acompañaba, ella se llevaría el coche de regreso.
Al llegar a su destino, Kim le dijo a su madre: Bueno, mamá, me voy, en una semana regreso.
Sí, hija, vayan con Dios. Diviértete mucho.
Gracias, mamá, Kimberly dio un abrazo a su madre y junto con Noé subieron al avión.
En el avión se encontraron con varios paparazzi que no dejaban de tomarle fotos a Kimberly.
Hasta que unas aeromozas los obligaron a sentarse.
¿Ya viste, amor?, te estás volviendo famosa.
Es solo el comienzo, al rato voy a ser muy famosa.
Me da gusto, amor. Eres muy hermosa, por eso tienes mucho público. Además de que eres muy buena actriz.
Gracias, amor, pero todavía me falta mucho para llegar a serlo.
No seas modesta, actúas bastante bien.
Kimberly se recostó em su hombro y al poco rato se quedó dormida. Noé le pasó el brazo por sus hombros y acomodó su cabeza en su pecho, al poco rato él también se quedó dormido.
Así estuvieron todo el trayecto desde Monterrey hasta Cancún.
Al llegar allá las aeromozas los instaron a ponerse el cinturón para el aterrizaje.
Creo que me quedé dormida, dijo Kim.
No me digas, jajaja, se burló él.
Ay, tú también te dormiste, dijo Kimberly con un puchero.
Eso le causó más gracia a Noé, que no paraba de reír.
Ella solo se le quedaba viendo, hasta que él dejó de reír. Perdóname, amor, sabes que todo es con mucho amor.
Yo lo sé, te amo.
Y yo a ti, dijo Noé, su voz se oía muy convincente.
Kimberly se propuso ser feliz a costa de lo que fuera.
Pensaba que se tenía bien merecidas esas vacaciones.
Se paseaban por la playa, bebían y disfrutaban el hermoso paisaje a la luz de la luna.
Noé le demostró amor en todo momento, él era muy detallista y no había cosa que quisiera que él no le llevara.
Amor, creo que debemos regresar a nuestro cuarto ya se hizo muy noche, dijo Noé, quien ya se sentía un poco cansado.
Tienes razón amor, vámonos, yo también ya estoy cansada, el día de hoy fue maravilloso.
En cuanto pusieron la cabeza en la almohada quedaron profundamente dormidos.
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A las seis de la mañana, Kimberly se levantó con un fuerte dolor de cabeza.
Noé se despertó al oírla jadear. ¿Qué te pasa, amor?
Me duele mucho la cabeza, además, estoy muy mareada. Tranquila, te pediré un analgésico.
Noé hizo una llamada pertinente, y de rato llegó el servicio de cuarto con el analgésico y una jarra con agua🚰.
Más tarde.
¿Ya te sientes mejor?
Sí, mi amor.
Bueno, báñate y cámbiate para poder para pedir el desayuno.
Kimberly se levantó y se metió a dar una ducha. Al poco rato ya estaba lista para desayunar.
¿Quieres que pida el desayuno al cuarto o bajamos?, preguntó Noé con toda la calma.
Mejor bajamos, ¿no?, quiero contemplar el paisaje.
Bueno, pues, bajemos, tus deseos son órdenes para mí.
Kimberly no pudo evitar besar a su novio.
Beso que él correspondió con todo gusto.
Se separaron por falta de aire. Vámonos, dijo él.
La pareja llegó al comedor, abrazados y sonriendo, la gente que los veía sonreían complacidos, ellos se veían muy felices.
Parecía que estaban de luna de miel. Aunque pareciera raro ellos no habían tenido contacto sexual, solamente disfrutaban su compañía el uno del otro. Él quería llevarla de blanco al altar, la respetaba mucho y ella no ponía objeción alguna. Aunque a ella no le importaba mucho eso que digamos, ella solamente quería ser feliz con su pareja.
Cuando les llevaron el desayuno el mesero le puso la copa en la mesa, volteó a ver a Noé y le guiñó un ojo. Noé solo se limitó a sonreír.
El líquido cristalino dejaba ver que en el fondo de la copa había algo.
Ella no se había dado cuenta.
Brindemos por nuestra felicidad.
Kimberly tomó la copa y a levantarla para brindar con su novio, vio lo que tenía en el fondo.
Ella le metió el mezclador y lo sacó, era un anillo de compromiso muy hermoso. Extrañada, miró a los ojos a Noé.
¿Quieres casarte conmigo?
Kimberly parpadeo varias veces, creía que no había escuchado bien y le dijo, ¿qué me estás diciendo?
Eso mismo que escuchaste mi amor, ¿quieres casarte conmigo?
Sí, mi amor, si quiero ser tu esposa, me haces la mujer más feliz del mundo.
La gente que estaba ahí aplaudió llena de júbilo.
Noé tomó el anillo que tenía ella y se lo puso.
Nos casaremos en cuanto tú dispongas mi amor.
Gracias, amor, pero eso tendremos que planearlo bien.
Claro que sí, yo estoy a tu disposición.
Kimberly le sonrío, ella sabía que podría ser feliz con él, lo amaba tanto.
ya ni ganas de seguir leyendo