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Aunque Me Odies, Siempre Serás Mía

Aunque Me Odies, Siempre Serás Mía

Status: En proceso
Genre:Venganza / Posesivo / Amor-odio / Mujer despreciada / Enemistad nacional y odio familiar
Popularitas:149.6k
Nilai: 4.8
nombre de autor: Auroraiva

— ¡Suéltame, me lastimas! —gritó Zaira mientras Marck la arrastraba hacia la casa que alguna vez fue de su familia.

— ¡Ibas a foll*rtelo! —rugió con rabia descontrolada, su voz temblando de celos—. ¡Estabas a punto de acostarte con ese imbécil cuando eres mi esposa! — Su agarre en el brazo de Zaira se hizo más fuerte.

— ¿Por qué no me dejas en paz? —gritó, sus palabras cargadas de rabia y dolor—. ¡Quiero el divorcio! Ya te vengaste de mi padre por todo el daño que le hizo a tu familia. Te quedaste con todos sus bienes, lo conseguiste todo... ¡Ahora déjame en paz! No entiendes que te odio por todo lo que nos hiciste. ¡Te detesto! —Las lágrimas brotaban de sus ojos mientras su pecho se llenaba de impotencia.

Las palabras de Zaira hirieron a Marck. Su miedo más profundo se hacía realidad: ella quería dejarlo, y eso lo aterraba. Con manos temblorosas, la atrajo bruscamente y la besó con desesperación.

— Aunque me odies —murmuró, con una voz rota y peligrosa—, siempre serás mía.

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Capitulo 18: Quiero que la secuestres.

NARRADORA

Después de minutos en el coche, finalmente llegaron a su destino. Zaira se bajó del coche, seguida por Marck, y caminaron juntos hacia la entrada. Ella abrió la puerta de la casa, se detuvo un momento y se giró para mirarlo.

— Bueno... Me la imaginaba peor, pero creo que estuvo bien —dijo Zaira, refiriéndose a la cita.

Marck sonrió, su mirada chispeante.

— A mí me pareció espectacular. Nos vemos... Mañana vendre a recogerte a ti y a tu amiga.

— Está bien, que tengas una buena noche.

Zaira estaba a punto de girarse para cerrar la puerta, pero antes de que pudiera hacerlo, Marck la detuvo suavemente.

— ¿No hay un beso de despedida? —preguntó con una sonrisa juguetona en los labios.

Zaira lo miró, claramente un poco fastidiada.

— No...

— Por favor —suplicó Marck, sus ojos fijos en los de ella.

Zaira rodó los ojos y soltó un suspiro, acercándose para darle un beso rápido en la mejilla. Justo cuando se iba a apartar, Marck tomó su pequeño rostro entre sus dos manos y, sin previo aviso, estampó sus labios contra los suyos. Zaira, sorprendida, intentó apartarse al principio, pero a medida que el beso continuaba, algo dentro de ella cambió. Contra toda lógica, comenzó a corresponder.

El beso, que había comenzado tímido, se volvió cada vez más intenso. Sus lenguas jugaban entre ellas mientras se perdían en ese momento, olvidando todo a su alrededor. Para Zaira, esto era confuso. ¿Por qué Marck le provocaba esto, cuando otros hombres no lograban despertar nada en ella con un simple beso?

El tiempo parecía detenerse, hasta que un suave tosido interrumpió su pequeño mundo. Ninguno de los dos reaccionó al principio, hasta que el sonido se hizo más fuerte. Zaira empujó rápidamente a Marck, girándose hacia la entrada, donde Valentina estaba de pie con una sonrisa pícara en su rostro.

— Emm mma, Vale... Ah... Eh... —Zaira tartamudeó, visiblemente nerviosa. Se giró hacia Marck—. Y-ya te puedes ir. Nos vemos mañana.

Con un rápido movimiento, Zaira empujó suavemente a Marck hacia afuera y le cerró la puerta en la cara antes de que él pudiera decir algo más. Marck se quedó allí por un momento, sorprendido, pero con una sonrisa en los labios, mientras Zaira trataba de calmar su respiración al otro lado de la puerta, consciente de que su amiga había presenciado todo.

— ¡AHH! — gritó Valentina mientras corría hacia Zaira, llena de emoción. — ¡Se besaron!

 — Emmm... él me besó.— Respondio Zaira, todavía tratando de calmarse,

Valentina le lanzó una mirada incrédula, con una sonrisa que no podía ocultar.

— ¡Pero le correspondiste! ¡Por Dios, qué emoción! ¿Y besa rico?

Zaira se llevó una mano a la frente, claramente incómoda con la pregunta.

— Por favor, Valentina, ¿qué preguntas son esas? Mejor dime, ¿cómo te sientes?

Valentina, sin poder contener su curiosidad, sonrió con picardía.

— Ya estoy mucho mejor, gracias... ¡Pero no me cambies de tema! No te voy a dejar en paz hasta que me digas cómo besa ese papacito.

Zaira rodó los ojos, tratando de evitar la conversación, y comenzó a caminar hacía su habitación. Pero Valentina no pensaba rendirse tan fácilmente.

— ¡Ya te lo dije! — gritó desde atrás. — ¡Tienes un mes para decidir qué vas a hacer, porque si no decides quedarte con él, yo lo conquisto!

Zaira, negó con la cabeza mientras una sonrisa involuntaria se dibujaba en su rostro. Sabía que Valentina bromeaba, pero el tono juguetón y la exageración de sus palabras la hacían reír. Sin embargo, sus pensamientos aún estaban confundidos por lo que acababa de pasar con Marck.

Justo entonces, se escuchó el fuerte golpe de una puerta cerrándose, rompiendo el silencio del lugar. Valentina, que estaba justo detrás, gritó con sorna.

 — ¡Ya ves, no soy la única emocionada! ¡Hasta las puertas lo están!

......................

4 DÍAS DESPUÉS....

ZAIRA

Hoy era jueves y me sentía tan tranquila en mi camita, sin ganas de salir de ella. El frío del otoño hacía que las cobijas fueran mi lugar favorito en ese momento. No quería levantarme, pero hoy tenía otra salida con Marck... y, además, me iba a encontrar con Alonso. La pereza me invadía, pero la oportunidad de vernos después de un mes y un par de semanas no me la podía perder.

Me quedé varios minutos en la cama, disfrutando de la tranquilidad que me ofrecía el momento. Finalmente, con algo de esfuerzo, me levanté y me di una ducha caliente, lo cual me ayudó a despejar la mente. Al salir de la ducha, me vestí con ropa cómoda, perfecta para el frío que hacía hoy. Me hice un maquillaje sencillo, nada demasiado elaborado, ya que el día no lo ameritaba.

Valentina se había ido con unos compañeros para estudiar y hacer un trabajo, despues de que salimos de la universidad. Me había invitado, pero por mis planes con Marck y Alonso, preferí quedarme. Al salir a la sala, mi mirada se detuvo en los dos floreros que estaban sobre la mesa. No pude evitar pensar en Marck... Tengo que admitirlo, cuando me besa, siento algo. No sé si es amor o simplemente deseo, pero es algo que no puedo ignorar. Y eso me preocupa. No quiero enamorarme y terminar lastimada.

Solté un suspiro tomé las llaves, decidida a no pensar tanto en ello, y salí de casa. Caminando, me dirigí hacia la pista de patinaje. Hace tiempo que no iba a la pista de patinaje.

Llegué a la pista, el eco de los patines contra el suelo resonaba con fuerza mientras me los ponía. Al incorporarme, sentí el peso del equilibrio bajo mis pies, el conocido vaivén que siempre traía una mezcla de libertad y control.

Al deslizarme hacia el centro de la pista, mis músculos parecían despertar de un largo sueño. Primero, empecé despacio, con suaves deslizamientos hacia adelante, sintiendo el viento rozar mi piel. Aceleré poco a poco, mis piernas empujaban con fuerza y fluidez, permitiendo que el ritmo creciera. Cada vez que tomaba una curva, mi cuerpo se inclinaba hacia un lado con precisión, como si las leyes de la física me invitaran a volar. Luego, lancé una pierna hacia el frente y giré sobre un pie, un giro sencillo pero lleno de gracia.

Decidí arriesgar un poco más. Mientras ganaba velocidad, lancé mi cuerpo hacia un lado y empecé a hacer un giro en espiral, sintiendo la adrenalina. Mis brazos se estiraban hacia afuera y luego se recogían para aumentar la velocidad del giro. El arte y el patinaje, aunque distintos, compartían algo: ese sentimiento de crear belleza a través del movimiento. Terminé el giro con suavidad, frenando con un deslizamiento controlado.

Por un momento, recordé que el arte era lo que me apasionaba, pero aquí, en la pista, había una belleza en la danza de mis movimientos, un arte diferente, uno que siempre había formado parte de mí aunque nunca lo perseguí.

Pasaron unos minutos más, dejando que el ritmo de mis movimientos bajara poco a poco. Sentía una paz invadir cada parte de mi cuerpo, como si en esos instantes todo estuviera en equilibrio. Me acerqué al borde de la pista, mis piernas aún vibrando ligeramente por el esfuerzo.

El aire fresco del lugar me envolvía mientras me ponía de pie, aún sintiendo el eco del deslizamiento bajo mis pies. Había algo en esa libertad, en la conexión entre el cuerpo y el suelo, que me recordaba por qué amaba patinar desde niña, aunque nunca lo hiciera más que como un pasatiempo.

Guardé los patines en mi bolsa con cuidado, como si fueran viejos amigos que me habían acompañado en un pequeño reencuentro. Al alzarme, respiré profundo, sintiendo el aire frío entrar en mis pulmones. Estaba lista para irme, pero una parte de mí quería quedarse un poco más, disfrutar del vacío de la pista, de los ecos de mis pasos resonando en el silencio.

Di un último vistazo antes de salir, con una sonrisa en los labios. Sabía que, aunque no volviera tan seguido, siempre habría una pista, un espacio donde el arte del patinaje me esperaba, listo para traerme esa sensación de libertad cada vez que lo necesitara.

......................

NARRADORA

Un hombre de aspecto sucio y desagradable caminaba por las calles de Florencia con una sonrisa de satisfacción en su rostro. Su ropa estaba tan desgastada como su moral, y el hedor a alcohol y sudor lo seguía a cada paso. Estaba contento; finalmente había conseguido algo de dinero para sus vicios. Se había tomado un breve descanso después de días de seguir para arriba y para abajo a aquella rubia de ojos verdes que, para su gusto, era una belleza. Una mujer con dinero le había ofrecido una suma considerable a cambio de que la vigilara hasta recibir nuevas indicaciones.

Mientras caminaba, algo comenzó a vibrar en su bolsillo. Se detuvo y sacó el teléfono, el mismo que uno de los hombres de la mujer desconocida le había entregado para mantener contacto. Observó la pantalla un instante, luego respondió con una sonrisa torcida, mostrando sus dientes amarillos y desgastados.

— Hola, doñita — dijo con tono burlón, saboreando la llamada.

Del otro lado, la voz de la mujer fue directa y fría.

— Ya llegó el momento. Quiero que a la chica que estás siguiendo la mates. Reúne a tu grupo, secuéstrenla y después, asegúrense de que desaparezca para siempre.

El hombre soltó una risa seca, como si matar fuera solo una tarea más en su día.

— Está bien — respondió sin dudar, como si esto fuera completamente normal para él. — Lo haré, doñita, pero no es necesario reunir a nadie. Yo solito haré el trabajo. — Dijo con una confianza arrogante, relamiéndose mientras pensaba en la recompensa.

— ¿Estás seguro de que puedes hacerlo solo? No quiero errores, quiero que desaparezcas a esa chica — gruñó una voz femenina al otro lado de la línea, llena de impaciencia.

— No se preocupe, doñita, yo soy un profesional para estas cosas — respondió él, con una voz rasposa, entre risas contenidas, mientras se rascaba el cuello sucio.

— ¡Es mejor que alguien te ayude, imbécil! Solo no vas a poder. — La furia en su tono era inconfundible.

— Está bien, está bien... pero antes de mandarla con San Pedro... ¿puedo hacer lo que quiera con ella? — preguntó el hombre con una sonrisa torcida, mostrando sus dientes amarillos.

— Haz lo que quieras, pero quiero que la desaparezcas. — La respuesta de la mujer fue cortante, sin rastro de emoción.

— ¡Gracias, doñita! — dijo él, casi celebrando. — ¿Cuándo me va a mandar el dinero?

— Cuando esté muerta — y con un clic, la llamada terminó abruptamente.

Se quedó ahí unos minutos, mirando el teléfono en su mano. Estaba a punto de llamar al resto de su banda, pero algo lo detuvo. Una sonrisa astuta se dibujó en su rostro.

— Si lo hago solito... yo me quedaré con todo el dinero — se dijo a sí mismo, mientras lanzaba una carcajada ronca, ajustándose la camiseta sucia, con manchas de sudor, que apenas le cubría la panza.

Se imaginó el escenario, con esa mezcla de adrenalina y avaricia que lo movía. "Seré cuidadoso", pensó, mientras sus dedos temblorosos buscaban el cigarro en su bolsillo mugriento.

......................

ZAIRA

Zaira llegó a la cafetería con una sonrisa en los labios, emocionada de reencontrarse con su hermano Alonso. Al entrar, sus ojos lo buscaron entre las mesas hasta que lo encontró, sentado con su laptop frente a él, concentrado. Llevaba un elegante abrigo sobre su traje perfecto, como siempre impecable. Zaira se acercó, y al levantar la mirada, Alonso le dedicó una cálida sonrisa.

— ¡Zaira! — exclamó con alegría mientras se levantaba, acercándose para darle un fuerte abrazo.

Zaira lo correspondió, cerrando los ojos un instante mientras lo rodeaba con sus brazos.

— Hermano... — sonrió, feliz de sentir su presencia otra vez.

Alonso se apartó un poco, mirándola con afecto, antes de volver a sentarse.

— ¿Cómo has estado? — preguntó, mientras Zaira tomaba asiento frente a él.

— Bien, ¿y tú? ¿Cómo están todos en casa? — respondió ella, acomodándose en la silla y colocando su bolso a un lado.

— Bien... — Alonso asintió mientras una sonrisa cruzaba su rostro — Amelia pregunta mucho por ti.

Zaira rió suavemente al escuchar ese nombre. Amelia, una mujer de 58 años que trabajaba en la villa de sus padres desde que ella tenía memoria, siempre había sido como una segunda madre para ellos. Todos la querían, salvo su padre, Fabián, que siempre había encontrado a Amelia un poco entrometida. Era verdad que Amelia sabía más sobre la situación en casa que la propia Zaira. Solo la insistencia de Isabel, su madre, había evitado que Fabián la despidiera en alguna ocasión.

— Yo también la extraño mucho, — respondió Zaira, sonriendo ante el recuerdo de Amelia — ¿y papá?

La sonrisa de Alonso se desvaneció levemente.

— Está mal... — confesó con seriedad, dejando escapar un suspiro — Cada vez lo veo más desesperado. Nunca lo había visto así. Ya sabes lo importante que es para él estar en primer lugar en todo, y las bajas ventas de las últimas semanas lo están volviendo loco.

Zaira asintió, preocupada, mientras movía la mano para llamar la atención de un mesero.

— Papá debería tomarse las cosas con calma, — sugirió mientras el mesero se acercaba — Si no planifica con cabeza fría, no va a lograr nada. Hacer todo a lo loco no ayudará.

Antes de que Alonso pudiera responder, el mesero llegó a su lado.

— Buenas tardes, ¿qué desea? — preguntó, listo para tomar nota.

— Me gustaría un capuchino y un pastel de chocolate, por favor, — pidió Zaira amablemente.

— En cinco minutos le traigo su orden, — respondió el mesero antes de retirarse.

Alonso, volviendo a la conversación, asintió ante lo que su hermana había dicho.

— Tienes razón, pero en parte entiendo su actitud. Ninguna empresa había robado tanto terreno a Fabiano Moda, y menos una extranjera. Lo volvió loco ver cómo crecieron tan rápido.

Zaira frunció el ceño, preocupada por la situación de su padre.

— Solo espero que todo esto se solucione. No me gustaría verlo así por culpa de esto.

— Yo también lo espero, — murmuró Alonso, observándola con cariño antes de añadir en tono más suave — Zaira...

— ¿Mmm?

— ¿Por qué no regresas a casa? Ya ha pasado suficiente tiempo.

Zaira lo miró, y aunque amaba a su familia, negó con una ligera sonrisa.

— No, hermano... La verdad es que desde que me fui, me siento muy feliz.

— Si volvieras, papá estaría más animado. Sé que eso lo haría sentir mejor.

El mesero regresó con el capuchino y el pastel, dejándolos sobre la mesa antes de retirarse. Zaira observó su pedido por un segundo, pensando en lo que su hermano le había dicho.

— No, Alonso. No quiero regresar... — respondió con calma, tomando una cucharada de pastel — Los extraño mucho, pero no me arrepiento de la decisión que tomé. Soy feliz, y al final, eso es lo que importa, ¿no lo crees?

Alonso soltó un suspiro, resignado. Sabía que Zaira tenía razón y que no podía forzarla a volver si ella estaba en paz con su vida actual.

— Sí, tienes razón, — dijo con una leve sonrisa, aceptando su decisión.

Después de esa conversación, el ambiente se tornó más relajado. Hablaron de otros temas, riendo como siempre lo hacían, mientras Zaira disfrutaba de su pastel y capuchino. Cuando terminaron, Alonso pagó la cuenta y se despidieron con otro abrazo cálido.

Zaira comenzó a caminar de regreso a casa, su mente volviendo a los planes para esa noche. Iba a ir al evento con Marck.

Zaira llegó a casa, se puso su pijama favorita, una camiseta de algodón suave y unos pantalones de felpa. Luego se acomodó en su escritorio, abriendo libros sobre historia del arte, listos para un proyecto que debía entregar la próxima semana.

El trabajo consistía en analizar las técnicas de iluminación y perspectiva en una obra renacentista, específicamente en "La última cena" de Leonardo da Vinci. Zaira se sumergió en el estudio, rodeada de bocetos, notas y su laptop. Con cada página que pasaba, se sentía más fascinada por el arte, pero también abrumada por la cantidad de información que debía organizar.

Pasaron las horas, y la luz del día se fue desvaneciendo. Zaira no se dio cuenta del tiempo hasta que escuchó el sonido de la puerta principal abriéndose. Con un sobresalto, dejó su lápiz sobre la mesa, y, sintiendo un nudo en el estómago, se levantó para ver quién era. Al abrir la puerta, se encontró con Marck, quien la miraba con el ceño fruncido, como si esperara algo más de ella.

— Emmm... — se da cuenta — Por dios, perdón, lo que pasa es que me puse a estudiar y se me pasó la hora — dijo, sintiéndose un poco avergonzada.

Marck parecía a punto de hablar, pero luego soltó un suspiro y respondió.

— No te preocupes, si estás muy ocupada, puedo irme...

El tono de su voz, que contenía un toque de decepción, la hizo reaccionar de inmediato.

— ¡No! — exclamó Zaira, sorprendida por su propia intensidad. ¿Por qué había reaccionado así? Era la oportunidad perfecta para evitar verlo esa noche.

Marck levantó una ceja, algo confundido.

— Emm, digo... No, no, yo me cambio rápido. Si quieres, entra y me esperas en la sala — trató de corregirse, sintiéndose algo torpe.

Marck sonrió y aceptó, ingresando a la casa. Zaira se sintió un poco abrumada, así que se apresuró a regresar a su habitación. Una vez allí, se dio un pequeño golpe en la frente, frustrada consigo misma. "¿Qué estoy haciendo? "

Zaira rápidamente guardó sus libros y laptop, sintiendo que su corazón latía con más fuerza. Se dio una ducha rápida, dejando que el agua caliente le relajara los músculos tensos del día. Mientras se enjabonaba.

Después de ducharse, eligió un conjunto abrigado. Se miró al espejo y se aplicó un poco de maquillaje, optando por un look natural que realzaba sus ojos verdes. Se sentía nerviosa, aunque no sabía exactamente por qué.

Al salir de su habitación, se encontró con Marck de pie, ansioso en la sala, con una leve sonrisa en el rostro.

— ¿Lista? — preguntó, con esa confianza que siempre le había intrigado.

— Sí, vamos — respondió ella, tratando de sonar más segura de lo que realmente se sentía.

......................

ZAIRA

Salimos de casa, y Marck encendió el motor del auto y empezó a conducir. Durante los primeros minutos, el silencio en el automóvil fue ligero, con solo el sonido de la radio de fondo, hasta que finalmente Marck se decidió a hablar.

— Te va a encantar esto — dijo, con una sonrisa misteriosa que despertó mi curiosidad.

— ¿Qué es? — le pregunté, sintiendo un nudo de expectativa en el estómago.

— Es una sorpresa, solo espera y verás — respondió, y me mantuvo intrigada el resto del viaje.

Después de unos 15 minutos de trayecto, finalmente llegamos al lugar. Cuando bajé del auto y vi el edificio, no pude evitar sentirme impresionada. Era un espacio amplio y elegante, con luces tenues que iluminaban la entrada, donde un grupo de personas se aglomeraba en un ambiente vibrante.

Al entrar, mis ojos se abrieron de par en par. Era una exhibición de pinturas, con obras de diferentes estilos y técnicas, cada una más asombrosa que la anterior. La atmósfera estaba llena de murmullos de admiración y risas, y me sentí como si hubiera entrado en un mundo completamente nuevo. No pude evitar sonreír al ver las pinturas colgadas en las paredes, llenas de color y emoción.

— ¿Vamos? — preguntó Marck, y asentí con entusiasmo.

Empezamos a recorrer la sala, observando cada obra detenidamente. Había piezas que parecían cobrar vida con su uso del color, mientras que otras transmitían emociones profundas con su simplicidad. No podía contener mi asombro mientras exploraba, maravillada por la creatividad de los artistas.

En un momento, me detuve frente a una pintura en particular, que mostraba un paisaje sereno con árboles altos y un río que reflejaba el cielo estrellado. La técnica del artista era impresionante, cada pincelada parecía contar una historia.

— Mira cómo se refleja la luz en el agua — le dije a Marck, señalando los tonos brillantes que capturaban la esencia de la noche. — El uso de los colores es excelente, logra que sientas que estás realmente allí.

Marck se acercó a la pintura, observando los detalles que yo había señalado.

— Tienes razón, la manera en que captura la luz es impresionante — dijo, admirando la obra con atención. — Se nota que el artista tiene una gran comprensión de la técnica.

Nos quedamos allí por un momento, compartiendo ese pequeño instante de apreciación artística. La conexión entre nosotros creció, y no pude evitar sentir que la noche se volvía más mágica con cada pintura que veíamos. Las conversaciones sobre el arte fluyeron con naturalidad, y sentí que comenzábamos a conocernos más profundamente en ese ambiente lleno de creatividad.

No es por nada, pero Marck sería un buen amigo. Espero que, después del mes, quedemos en buenos términos y sigamos saliendo.

Continuamos caminando por la exhibición, y mi emoción crecía con cada nueva pintura que descubríamos. Había tanto talento, tantas historias visuales que contar. Sin embargo, tras un rato de admirar el arte, decidí que era el momento perfecto para un pequeño descanso.

— Marck, ¿te gustaría salir a comer algo? En unas calles atrás hay un puesto de perros calientes. — le propuse con una sonrisa.

— Claro, suena bien — respondió, su mirada iluminándose con mi sugerencia.

Salimos del elegante edificio de la exhibición y empezamos a caminar hasta llegar al puesto, al acercarnos al puesto, Marck pidió dos perros calientes. La sencillez del momento me llenó de alegría. Mientras él hacía el pedido, observé a la gente pasar, algunos riendo, otros inmersos en conversaciones animadas. El aire fresco de la noche me despertó, y la emoción del arte se transformó en un momento de tranquilidad junto a él.

— De verdad, muchas gracias, Marck — le dije mientras le daba un mordisco al perro caliente. — Me imagino que la entrada debió costarte mucho dinero. Ese lugar se ve muy elegante.

— En realidad sí, pero lo importante es que lo hayas disfrutado — contestó, sonriendo con esa sonrisa que me hacía sentir que todo estaba bien en el mundo.

— ¿En serio? Solo espero que no te hayas quedado sin nada... — respondí, un poco preocupada.

— No te preocupes — me interrumpió, con una risa suave. — Puedo sobrevivir sin esa cantidad este mes. Las entradas eran caras, pero nada de qué preocuparse.

Su tono relajado me tranquilizó un poco, pero una sombra de culpa seguía acechando mis pensamientos. Si al final me hubiera quedado en casa, habría perdido su dinero. Pero antes de que pudiera sumergirme en mis preocupaciones, Marck rompió el silencio.

— Zaira, — dijo de repente, su expresión cambiando levemente. — Voy a ir al baño ¿quieres regresar o me esperas aquí?

—Te espero aquí, no me gusta caminar cuando estoy comiendo. — dice mientras le da otra mordida a su perro.

— Está bien. Cuando regrese, vamos a otro lado, quiero mostrarte algo.

— Está bien — respondí, tomando su perro caliente mientras él se daba la vuelta, alejandose.

Me quedé allí, disfrutando del aroma de la comida y de la atmósfera vibrante de la noche. Caminé un poco para acercarme al edificio ya que me había terminado de comer el perro.

Mientras me distraía mirando a mi alrededor, sentí una mano fría cubriéndome la boca, y antes de que pudiera reaccionar, alguien me arrastró hacia un callejón oscuro y solitario. Mi corazón se detuvo, el miedo me invadió. Intenté gritar, pero la mano del hombre era demasiado fuerte. Su risa burlona resonó en mis oídos, una risa que congeló mi sangre.

— Me voy a divertir el día de hoy — dijo, su tono amenazante y macabro, como si se regocijara en el terror que causaba.

La adrenalina se disparó en mi cuerpo, luché contra su agarre, tratando de liberarme, pero su fuerza era abrumadora.

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Cari Raziel
Jajajajajaja 🤭🤭🤭 si que quedaste flechado
Cari Raziel
Ay 😱 no pobre niño😭😭😭😭😭😭😭
Gladys Torin
ahora empieza a sudar por lo que viene por su traición
Yandislena Perea Maturana
que zaira se quede con Cristián que se enamore de el se casen y sean felices con sus hijos que tengan el tal marck su karma es vivir solo sin amor que zaira lo perdone pero de lejitos es mejor.

Ni quiero que zaira se quede con marck sería el colmo del descaro
Gloria Antequera: Zaira, no perdones. que quede con christian
total 1 replies
Jaqueline Leiva
sera tatiana 🤔🤔
Gloria Antequera
no lo perdone. no. no
Gloria Antequera
entretenida. full
Gloria Antequera
muy buena. no he podido dejarla
Norma Lopez
Excelente
María Pérez Castrejón
el karma de marck será ver a Zaira ser feliz, pero linda tiene que salir de su vida como sea no es la indicada para que el sufra un infierno quiero que el pague viendo a Zaira ser feliz
Hurrem Sultán
pobre chica... Liand está historia es arte...
Gloriab Gimenez
autora me encanta tu novela me hace llorar enojar muchas pero veo que escribes muy bien las palabra exactas
felicitaciones!
Vivian Romero
fuera de chiste marck tiene que pagar, si el padre de ella fue un hdp, marck lo es peor...
Maria Isabel
no te preocupes, gracias por actualizar Liand ❤️
Lin
Linda no será la culpable del intento de secuestro y la vez que intentaron atropellar a Zaira y a Marck 🤔

por qué si la autora coloco esas dos ecenas es por qué iban a ser importante en el futuro.
Ramona Peloso: esto capítulos estuvo genial ,me encantó siga haci autora 👏👏👏👏
Hurrem Sultán: tal vez tengas razón.
total 3 replies
Isabelika
pobre Zaira... de verdad Marck le destruyo la vida por completo.
Ramona Peloso
autora por favor seguirá esta novela?? porque si no es así la elimino de siguiendo 🤔🤔🤔
Liand AR: Sí, pienso continuar, corazón. Como mencioné en este comunicado, no tengo intención de abandonar esta historia. Sin embargo, si decides dejar de leer, no es necesario que me lo comuniques; puedes hacerlo cuando desees. Estuve muy enferma y decidí tomarme el tiempo necesario para mi recuperación. Hoy, finalmente, actualizo.
total 1 replies
Reyna Romero Hernandez
extraordinaria historia
Yeny Quintanar
excelente libro
Reyna Romero Hernandez
Normal
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