Milena es una hermosa joven, buena hija, que sueña con un futuro prometedor en Italia. Las cosas no fueron fáciles al inicio pero salió adelante de la mano de un encantador piloto que la supo enamorar. Luego de cinco años de feliz matrimonio y dos hijos, un día ella descubre que su amado esposo le ha sido infiel desde el noviazgo. Luego de los primeros caóticos días, después de enterarse de las infidelidades, ella planea con mucha frialdad la manera de salir fortalecida de su divorcio. Ella le enseñará a Gabriele su esposo, la importancia de la fidelidad en un matrimonio. Le hará pagar el engaño que sufrió y lo hará vivir en la tristeza, el arrepentimiento y la soledad. No le quedarán más ganas a Gabriele de volver a burlarse de una mujer. Cuando quiera volver a recuperar a su esposa, ya ella no estará ahí más para él. Ella ahora le pertenece a otro que sí la hizo única y especial. ¿Podrá Gabriele recuperar su mujer algún día? ¿Fue domado el infiel? ¿Lo amará aún Milena?
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CAPÍTULO VEINTICUATRO. "EL CUÑADO IMAGINARIO"
Omairita, madre. Todo estaba listo para recibir a Gabriele. En algunos minutos sentiría el ruido del motor apagándose. Le extrañará que la puerta no se abre y salgo con mis hijos envueltos en un manto de amor y sonrisas iluminando nuestros rostros.
Esta vez ninguno lo esperaba con sus brazos abiertos, anhelando llegar a su pecho para abrazarlo con emoción. Ninguno estaría allí para sentir su presencia, que nos era tan agradable y nos tranquilizaba.
Ninguno para decirle con nuestro caluroso saludo que lo extrañamos, que lo amamos, que lo esperábamos. Que él era nuestro refugio, nuestro sitio seguro. Nuestra paz.
¡No, esta vez no! Su traición apagó la dulce melodía de la confianza y de la felicidad que sonaba en esta casa. Su infidelidad silenció el canto de las golondrinas que gozosas en nuestro jardín anunciaban cada día un resplandeciente amanecer.
Me sentía rota por dentro. Sabía que la decepción y la rabia me acompañarían hasta que me fuera muy lejos de él. Había dejado un vacío punzante en mi pecho que dolía cada vez que respiraba. Solo el tiempo curaría mis heridas, las cauterizaría y no dejaría cicatrices.
La puerta se abrió y él entró. —¿Dónde está mi amada familia, que no han salido a recibir al rey de la casa? Mis hijos al escuchar su voz se llenaron de una gran alegría. Massimo bajó corriendo la escalera casi cayendo, desesperado, llorando. Papá, papito has llegado.
Desde su cuarto Flavia con casi cinco meses, en ese entonces, también lo reconocía y lloraba. Aquel primer día de ese año que yo le permitiría de vivir conmigo, porque me convenía, Gabriele tomó en sus brazos a Massimo, lo besó, le limpiaba las lágrimas y luego vino a mi.
—Lo detuve. Por favor Gabriele, tienes una mala costumbre. Nunca te lavas las manos al llegar a casa. Suelta a Massimo y pasa lavarte. Además tu uniforme también puede estar impregnado de bacterias. Tenemos dos niños pequeños, ellos están propensos a contagiarse.
—Ok amor, tienes razón muñeca preciosa, voy a ducharme . Dame un beso!
—Primero debes desinfectarte. Todavía hay mucho COVID por allí. Dale, date una ducha y mete el uniforme en una bolsa. Encontrarás en el baño un jabón antibacteriano muy eficaz. Úsalo. No te tomará mucho tiempo. Mientras tanto ayudo a Merceditas a preparar el almuerzo.
—Ok principessa bella, como tú digas. No me tardo. Te veo extraña, pero yo se como quitar esos berrinches de mi amada esposa más tarde.
No venía a mi rostro una simple sonrisa, ni un mínimo deseo de disimular afecto. Al contrario, me hervía la sangre y me invadía un profundo desprecio. Hacía mi mejor esfuerzo por controlarme.
Durante el almuerzo, él me miraba insistentemente y me preguntaba ¿Qué te pasa amor? ¿Sucedió algo que yo deba saber?
Entonces metí en práctica una de las ideas que había planificado: No lo vería más como mi infiel esposo. Imaginaria a partir de ahora que Gabriele es MI SEXY CUÑADO IMAGINARIO.
Haría como si mi esposo hubiera muerto y quien viene a este hogar es su atractivo hermano, un hombre bueno que me cuida a mi y a mi familia. Así podría sonreírle, atenderlo, no pelearía, ni discutiría. Me saldría más natural la convivencia.
—Gabriele me abrazaba y besaba con desesperación. Acariciaba mis cabellos, mis senos. Milena, vamos a nuestra habitación. Los niños están en su cuarto. Será rapidito amor, son ya varios días que no he estado contigo y te necesito. Me has hecho mucha falta.
Segunda idea que pondría en práctica. Fingiría no tener buena salud para disfrazar mi frialdad. Así que le dije: —Querido Gabriele yo también te deseo, pero antes de estar contigo debo comentarte algo un poco desagradable e incómodo. Desde hace algunos días sentía un cierto prurito en mis genitales y vi un aumento del flujo vaginal.
Así que fui a la ginecóloga. Me hicieron algunos exámenes y estoy esperando los resultados. Mientras estos llegan, me dijo la doctora que es imperativo, como primera medida, que uses un condón cada vez que tengamos relaciones sexuales. Debes usarlo desde el comienzo hasta el final del contacto sexual.
— Me explicó la doctora que todos los síntomas parecen indicar que estoy contagiada con el papiloma humano. Si no me cuido esto puede ser cancerígeno. Además, me dijo que mi carácter se vería afectado. Malhumor, desinterés sexual, rechazo al compañero... así es que te ruego tener paciencia hasta no recibir el tratamiento adecuado.
—Gabriele una pregunta ¿Cómo crees que me pude contagiar? Me dijo la doctora que son los hombres los portadores del virus y suelen transmitirlo a sus esposas o a sus amantes sin saberlo.
—Principessa, no lo sé. Yo no me he visto nada, no entiendo cómo tu adquiriste ese virus. Pero nos cuidaremos, me bañaré bien mis partes con el jabón antibacteriano y usaremos preservativos. Espero que en poco tiempo estés curada amor. No hay nada más placentero que estar dentro de ti sin plásticos de por medio, espero que sea poco tiempo.
Hicimos el amor. Traté siempre de mantener los ojos cerrados. Mis manos se negaban a acariciarlo, me quemaba su piel. Imaginar que otras manos se habían posado sobre él para amarlo, me repugnaba. ! No sabía en ese momento si iba a soportar un año! Quería gritarle y maldecirlo, pero mi objetivo era un año, un año, un año.
Pasaron algunos días más, Gabriele demostraba que nos amaba tanto. Pasaba casi todo el tiempo jugando con mis hijos y teniéndome paciencia por "mi enfermedad". Uno de esos días mientras estábamos en el parque viendo jugar a Massimo le dije:
—Gabriele, voy a terminar el máster de arquitectura que me falta para homologar mi título. Te hago saber que mañana lunes me inscribiré. Por los niños no hay problema. Mi madre ahora pasa más tiempo en casa con nosotros que con Andrés. Además está Merceditas. Dije esto y me levanté de la silla para tomar a Flavia en mis brazos.
Gabriele se quedó sorprendido, con sus ojos muy abiertos. —Amor, me dijo, pero nosotros ya habíamos acordado que no es necesario ese título. ¿Para qué lo necesitas? Yo te quiero en casa junto a mis hijos.. Lo tienes todo, no te hace falta nada.
—!Lo quiero y basta Gabriele! No toda la vida me voy a quedar encerrada en la casa esperando a que llegues. Soy profesional GABRIELE. No voy a envejecer dentro de cuatro paredes esperando que mi marido, que siempre está en la calle, venga a hacerme una visita, me deje algo de dinero y después se vaya. NO!
—Eso le quedó bien a nuestras abuelas, pero el mundo cambió Gabriele. Por eso tu opinión al respecto me interesa muy poco y disculpa que sea tan franca pero es la verdad. Me cansé solo de hacer tu voluntad. La mía también cuenta. Y ya lo decidí.
—Principessa, te veo tan diferente y no me gusta. Esa actitud que tienes me lastima. Yo te amo. Está bien, si tanto te hace feliz tener tu título inscríbete, yo no me opondré. Vamos a casa, sé que no te sientes bien. Unos cuantos besitos te harán sentir mejor.
—Además, no te había dicho, pero cuando llegué de este viaje, noté que estabas muy hermosa y provocativa. El aroma de tu cabello, tu piel de porcelana. Este cuerpo que es solo mio ¡Te amo Milena, nunca me cansaré de decírtelo!
—Y así fueron esos primeros días Omairita. Para poder cumplir mis deberes conyugales con el infiel, tuve que usar el poder de mi imaginación : GABRIELE NO ERA EL TRAIDOR, ERA "MI HERMOSO Y SEXY CUÑADO".
—Y entonces reía en mi interior, pues muchas ideas picantes vinieron a mi cerebro jajajajajajaja YO TAMBIÉN IBA A SERLE INFIEL A MI ESPOSO, AUNQUE SEA EN MÍ FANTASÍA. Si para Gabriele había sido LA ESPOSA, para "mi cuñado" sería LA PROSTITUTA.
—Tomaría tiempo sacar la loba salvaje en el sexo que había dentro de mi. Pero hasta tú Omairita, te leíste todo el Kamasutra.