El Trato, ¿Venganza O Amor?

En efecto señor, sabemos que es una empresa que ha mantenido grandes estándares de calidad, sus sistemas de seguridad son absolutamente confiables, los mejores del mercado así que su padre como muchas de las más importantes empresas también ha querido negociar con ellos, pero no pudieron llegar a un acuerdo.

- Interesante, ¿se han pronunciado sobre nuestra propuesta? – Pregunta pensativo Alessandro.

- No señor, aun no, estamos esperando noticias.

- Está bien me informas cualquier novedad.

- Entendido.

Alessandro se queda pensando, sabe perfectamente que a grandes magnates les encanta mantener el misterio sobre ellos, pero este presidente ha llegado al extremo, no se le conoce el rostro, nadie ha hablado directamente con él, más que su círculo de absoluta confianza, lo que le parece extremadamente extraño, no le sorprende que su padre también haya querido negociar con ellos, pues como dijo Pedro, desde su aparición, su calidad y los proyectos en los que han trabajado han sido brillantes, razón por la cual en tan solo 6 años ya se posicionaron tan bien, le intriga un poco la persona detrás de tal éxito. Espera que puedan aceptar su propuesta no solo por lo provechosa que seria, sino porque no quiere perderse la oportunidad de conocer a tal tipo de persona.

Por su lado Isabella ya ha arribado al hospital donde está su madre, Alessandro como se comprometió ha realizado todos los pagos respectivos y ahora todo está bajo control.

- Doctor, ¿cómo sigue mi madre? – Cuestiona Isabella que esta reunida con el médico de cabecera de ella.

- Señorita Aria, su madre ha evolucionado muy bien, creemos que de seguir así despertara en unos días. – Informa feliz el médico, pues esas son noticias que siempre le alegra dar.

- ¿De verdad?, doctor muchas gracias, no sabe cuan feliz me hace esa noticia. – Los ojos de Isabella se iluminan al escuchar eso, ahora podrá concentrarse en sus planes, con la tranquilidad de que su madre está mejorando y que pronto va a estar bien.

Una vez ha visto a su madre y saludado a Enrique que está ahí, se va directo a la cafetería donde trabaja.

- Señora, ¿A dónde nos dirigimos? – Pregunta respetuosamente Rafael.

- Me recuerdas tu nombre por favor. – Inquiere Isabella, observando al hombre que conduce el vehículo.

- Si señora, mi nombre es Rafael y a partir de hoy estaré a su servicio. – Informa Rafael.

- Muy bien Rafael, vamos a esta dirección, una vez allí, te puedes ir y yo te llamo cuando debas recogerme. – Intenta Isabella, aun sabiendo que es imposible que la deje sola.

- Señora si prefiere la puedo esperar afuera, pero no me puedo marchar, soy responsable de su seguridad. – Se disculpa Rafael, no puede desobedecer las ordenes de su jefe. Aun cuando también le indicaron obedecer a la señora en todo, excepto en dejarla sola.

- Está bien, si no hay remedio, entonces entra conmigo me voy a demorar y tampoco quiero que te quedes afuera todo el día. – Se resigna

- Gracias señora.

- Eso si intenta no llamar la atención. – Recomienda Isabella, no quiere levantar ninguna sospecha extraña en este momento.

Como Isabella lo indico Rafael se mantuvo cerca, pero sin ser visto, ella saludó a su jefa, la dueña de la cafetería y realizo su trabajo normalmente. Atendiendo a los clientes y en la cocina. Pero ha estado feliz todo el día, sabe que para ese momento Alessandro ya debe saber que no obedeció sus órdenes y ya quiere ver que le reclame para decirle unas cuantas verdades, lo siente por su querido Tito, pero no va a permitir que ese hombre ni ningún otro la controle eso jamás.

Tal como Isabella lo intuía, en ese momento Alessandro se esteraba de la situación,

- Pedro, entra un minuto. – Solicita Alessandro desde su oficina.

- Dígame señor.

- ¿Qué sabes de la señora? – Cuestiona Alessandro aun imaginándose la respuesta.

Pedro duda un segundo, seguramente la señora se va a meter en problemas, pero no es como que pudiera mentirle a su jefe, así que sin más remedio responde sinceramente.

- Señor, la señora después de ir al hospital, ha estado trabajando normalmente en la cafetería.

- ¿No presento la renuncia?

- No lo sabemos con exactitud, pero creeríamos que no. – Titubea Pedro

- Así que desde ya me quiere llevar la contraria, muy bien, puedes retirarte. – Ordena Alessandro

- Si señor, con permiso. – Se retira Pedro preocupado por su señora, ahora seguro está en serios problemas.

Por su parte Alessandro se queda con una sonrisa en los labios, hace tanto que nadie se atrevía a retarlo de esa manera que se emociona de solo pensarlo, ¿qué es lo que sigue? Se pregunta, Mientras planea como seguir enojando a su esposa. En ese momento el sonido de su celular lo distrae, al ver el nombre del emisor sonríe más, para responder.

- Vaya, una llamando tuya de la nada. – Saluda Alessandro, aunque se imagina el motivo.

- Que te puedo decir te extrañe. – Responde el hombre al otro lado de la línea.