Patricia Silva una abogada intachable, decide llevar un caso que le puede traer problema en su vida, ¿qué pasará con esta abogada? les invito a leer la historia.
NovelToon tiene autorización de Ana de la Rosa para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.
Capitulo 7
Víctor
No sé cómo lo hace, pero logra sacar lo peor de mí, y no soporto sus palabras. Me molesta la tranquilidad con la que habla. Lleno de ira y rabia, me lanzó sobre ella. Colocó sus manos por encima de su cabeza. Estoy sintiendo su cuerpo y escuchando los latidos de su corazón.
— Abogada, ¿me considera un poco hombre? Le voy a demostrar lo contrario.
— Suéltame, molesta tu respiración. Suéltame, salvaje.
Maldición, mejor la dejo y me voy, de lo contrario voy a terminar haciendo algo de lo que me puedo arrepentir. Soy un imbécil, logré tener una erección, esto no puede estar pasando.
Patricia
Estúpido, sé que no me iba a hacer nada, lo único que quería era intimidarme. ¡Dios!, qué sensación tan horrible sentí al tenerlo encima de mí, respirando su olor.
¿Cómo estarán mis padres? ¿Por qué no les hice caso? Estoy secuestrada, amenazada de muerte y con la incertidumbre de no saber qué puede pasar en los próximos minutos.
Pasaron las horas.
— Amor, ¿hablaste con Paty? Su teléfono está apagado.— preguntó Isabel, madre de Patricia.
— Cariño, no te preocupes, de seguro anda con Alfredo. Llamé a su casa, me dijeron que salió temprano.— contestó Fernando.
— Cierto, dijo que se iba con él, a lo mejor más tarde se comunica con nosotros.
— Admiro a nuestra hija, aunque hay momentos en los que temo por su vida.— expresó el padre.
— No pienses en nada negativo, Patricia es una mujer fuerte.
———
Víctor
Después de salir de la agencia volví a la cabaña. Loli estaba en la cocina, me siento a tomarme un vaso de jugo. No me gusta la sensación que siento en este instante.
— Víctor, esa mujer solamente tomó jugo, está preocupada por sus padres, déjala ir.— dijo Loli.
— No, y si no quieres comer, mucho mejor, su muerte será más rápida.
— No la vas a matar, lo veo en tus ojos.
— Qué poco me conoces.
— Te conozco desde antes de nacer.
Después de esa conversación que me hizo sentir un miserable, voy a hablar con esa mujer. La encuentro parada mirando por la ventana. Le pido que se siente, y como era de esperarse, se niega, no me quedó de otra que sentarla a la fuerza.
— ¿Por qué demonio tienes que ser tan bruto?
— Llamas a tus padres, dile que andas con tu noviecito.
— ¿Qué te hace suponer que voy a hacer tal cosa?
— Estoy tratando de ser amable, no hagas que me arrepienta. Diles que estás con Alfredo en su pueblo.
— ¿Cómo sabes de Alfredo?
— Tengo tu teléfono, sé que te ibas a ir con él unos días. Llamas a tus padres.
— No les voy a mentir a mis padres.
— Tengo un hombre apuntando a uno de ellos, están en el balcón tomándose una taza de té, si no los llamas, uno de ellos va a morir.
Patricia
Maldito, infeliz. Como me niego hacer la llamada, él le hace una videollamada al hombre que está vigilando a mis padres. Me muestra la pantalla del celular, y efectivamente, están en el balcón. Me pasa mi teléfono y dudo en llamar, pero se trata de mis padres, tengo que a hablar con ellos. Los llamo y le digo que estoy bien, que ando de viaje con Alfredo. No le pareció extraño porque ya le había hablado de eso.
— ¿Está satisfecho?
Víctor
No le dije nada y salí, no me gusta la sensación que siento cuando la tengo cerca. Por su teléfono pude ver que es una mujer muy ardiente, no tiene compromiso, pero bien que divierte con hombres, es una puta.
Llamé a Carla, le dije que tal vez no podía llegar a casa esta noche. Preguntó las razones, pero ella sabe que a veces tengo que hacer negocios lejos y me quedo en un hotel.
Me quedé en la cabaña, después de cenar me fui a una habitación, me duché y me acosté, pero no puedo sacarme esa mujer de la mente. Me levanto y voy a la habitación donde la tengo encerrada.
— ¿Qué demonios haces ahí parado? Sal de aquí, no entiendes que me molesta tu presencia, traficante de mierda. Ustedes, los delincuentes, en el fondo, son unos cobardes.
No sé qué fue lo que me molestó más, si lo que dijo, oh cómo lo dijo, pero esta vez le voy a demostrar que yo soy un hombre.
— Estoy cansado de tus insultos, maldita abogada.
Mi mente se nubla, lo único que quiero es que sienta dolor, quiero que suplique que la deje. Ella, al notar mis intenciones, se levanta rápidamente de la cama.
— No te me acerques, infeliz.
Puedo ver miedo en sus ojos, eso me hace sentir bien, pero quiero más. Ella corre hacia la puerta, la agarro, la tiro en la cama y le rompo la poca ropa que lleva puesta.
— Imbécil, ¿qué me vas a hacer? ¿Me vas a violar?
— Sé que te gusta coger, y mucho.
— Sí, pero no contigo.
Verla desnuda, despierta mis bajos instintos. Quiero tener sexo con ella, quiero poseerla, quiero que grite, que me pidas que la deje.
Patricia
Maldito salvaje, me desgarró la ropa. Siento que esta vez no me va a dejar tranquila. Está encima de mí, sin camisa, pegado a mi piel, sujetándome por los brazos, y mirando a los ojos. Mis pechos están al descubierto, mis piernas tiemblan, puedo sentir su erección entre mis piernas.
— ¿Te sientes un hombre? Hazlo, abusa de mí.
— Cállate, dejas de hablar.
Me besa rudamente, lo muerdo, pero me besa con más rabia. Puedo sentir su corazón, latir fuerte. Se dispone a besar mis pechos.
— Por favor, no lo hagas, te lo suplico.