Con Miedo Amar

Yo: Daniel, dime… me tienes asustada.

Daniel: Ann… es que Deysi y yo…

Yo: Ajá, ¿Deysi y tú qué?

Daniel: …Deysi y yo estamos saliendo.

“Deysi y yo estamos saliendo”.

Esa frase se repitió en mi cabeza como un eco insoportable.

Yo sabía que ella estaba saliendo con alguien, pero jamás imaginé que sería con Daniel… mi mejor amigo. Y lo peor no era eso, sino que ¡ninguno de los dos me hubiera dicho nada! Se supone que somos mejores amigos, ¿por qué ocultarme algo así?

Salgo de mis pensamientos cuando Daniel sigue hablando:

Daniel: Ann… ¿estás bien? Ann, discúlpanos. La verdad queríamos decírtelo, pero ella me dijo que se encargaba de eso. Yo no quería ocultarte nada.

Yo: La verdad no entiendo por qué me lo ocultaron. ¿Pensaron que los iba a odiar o qué?

Daniel: Creímos que te ibas a disgustar con nosotros…

Yo: Daniel, son mis mejores amigos. Jamás haría eso. Pero… quiero estar sola. Igual gracias por decírmelo.

Cuelgo la llamada y me quedo quieta, como si mi cuerpo no reaccionara.

¿Cómo pasó esto?

Me río hacia mis adentros.

—Jajajaja… y pensar que yo los había molestado.

La verdad no me enoja que estén juntos.

Me duele que me lo ocultaran.

Que no me lo dijeran desde el primer día, o cuando se dieron cuenta de que se gustaban.

Ring.

Recibo un mensaje. La pantalla se ilumina: Tiago.

Ay no… ¿ahora qué querrá?

Tiago: Ann, ¿podemos hablar? Necesito decirte algo importante.

Yo: Tiago, no estoy de humor para escucharte hablar de Isabella. Mejor hablamos otro día.

Tiago: ¿Qué te pasó? Te invito a un helado. Vamos, prometo no hablar de Isabella. Te escucho.

Yo: Está bien… pero si la nombras, me voy.

Tiago: Te lo prometo. Alístate. En 20 minutos paso por ti.

Veinte minutos… eso es casi nada.

Corro a bañarme, busco ropa cómoda: un jogger blanco, un body negro pegado al cuerpo y mis tenis blancos Nike. Dejo mi cabello suelto y solo me maquillo con base, rubor y un poco de labial. Justo cuando estoy echándome loción, Tiago me escribe que ya llegó.

Bajo las escaleras y lo veo apoyado en la moto, con bermuda, buzo negro y unos Adidas. Se veía tan casual, pero tan él.

Tiago: Hola reinita, ¿lista para comerte el mejor helado del mundo? 🙃

Yo: Jajaja, obvio.

Me pongo el casco, me subo a la moto, y diez minutos después llegamos a una heladería estilo años 80. Tiene luces de neón, una rocola que suena bajito y un olor a vainilla increíble. Nos sentamos y pedimos nuestros helados. Yo, chocolate con arequipe, tres bolas, leche condensada. Tiago, ron con pasas, dos bolas.

Tiago: Bueno… cuéntame. ¿Qué te pasó?

Yo: Me enteré de cosas que hubiera preferido saber antes.

Tiago: Puedes desahogarte conmigo.

Yo: Mis dos mejores amigos están saliendo… y apenas me enteré hoy.

Tiago: ¿Ellos te contaron?

Yo: Solo Daniel. Al parecer Deysi me tenía miedo… o no sé.

Tiago: ¿Y qué fue lo que más te molestó? ¿Te gusta Daniel o qué?

Yo: ¡Nooo! Daniel es como mi hermano. Lo que me molesta es que lo ocultaran. Yo los habría apoyado desde el día uno.

Tiago: Ahhh jajaja. Pensé que estabas tragada de tu mejor amigo.

Pero bueno, desde ese lado te entiendo. A mí tampoco me gusta que me oculten cosas.

Ay, lindo… si supieras lo que YO te oculto a ti.

Una mesera trae los helados, enormes y perfectos. Comemos mientras Tiago me cuenta chistes; me hace olvidar un rato todo el drama.

Tiago: Hablando del tema… creo que deben conversar los tres. Explicar lo que sientes, y escuchar su versión. Seguro te entienden, y tú a ellos.

Yo: Sí, eso haré. Pero mañana. Hoy no quiero hablar con nadie.

Tiago: Está bien, reina.

Yo: ¿Nos vamos? Mañana tengo la audición de baile con Caro y necesito descansar.

Tiago: Vamos pues.

El camino a casa es silencioso, pero es un silencio bonito. El aire golpea mi cara y mi cabello se mueve con la brisa. Me siento… tranquila.

Tiago: Llegamos.

Yo: Gracias por el helado. Y por escucharme.

Tiago: Para eso estamos los amigos… ¿o no?

Yo: Sí… claro.

Me despido y empiezo a subir las escaleras, cuando escucho que me llama:

Tiago: Oye… ¿puedo ir a verte mañana?

Yo: Jajaja, sí… si no te pegan.

Tiago: A mí nadie me pega, bobita. ¿A qué horas?

Yo: A las 11.

Tiago: Entonces nos vemos allá.

Se pone el casco y arranca a toda velocidad.

Subo a mi cuarto, me pongo la pijama y mientras me cepillo los dientes pienso en lo divertida que fue la noche… pero también en lo que pasó con mis mejores amigos.

Y mañana… tengo que hablar con ellos.

Y también… saber qué es eso tan importante que Tiago quiere decirme.